Denunciante Bronce
| La felicidad es redonda
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5,00 | En los campos de toda África, las bolsas de plástico, la ropa vieja y los neumáticos usados se transforman en esas esferas mágicas que son los balones de fútbol. Por Jeremy Berlin Orlando, de Chicome, Mozambique, se ha hecho un balón de fútbol con bolsas de
plástico y corteza de árbol.
«Esto es lo que ocurre aquí cada día a las 5 de la tarde –cuenta Jessica Hilltout
sobre esta escena de la Ghana rural–. En todos los pueblos, grandes o pequeños,
hay varios campos de fútbol. Y allá donde estuviera, en cuanto se ponía el sol
presenciaba momentos mágicos: gente reunida en torno a un balón después de un
duro día de trabajo. El fútbol es una de las cosas esenciales de la vida, como la
comida y el agua.»
Antes de que empiecen las clases en su escuela de Gondola, Mozambique, Isaac,
de 13 años, muestra su técnica para fabricar balones de fútbol. Con un cordel,
trapos viejos y un preservativo inflado, es capaz de hacer uno en media hora.
Atadas con cuerdas, las bolsas de plástico se convierten en un balón en Bibiani,
Ghana.
En la ciudad de Kumasi, Ghana, abundan los balones de fabricación industrial.
Michael Sarkodie sujeta uno de ellos en el campo del Anokye Stars, club fundado
por Sani Pollux en 1956. «El fútbol los aleja de los problemas», dice refiriéndose a
los 150 jóvenes que entrena.
En una casa de Lomé, Togo, se exhibe con orgullo
un trofeo de plástico.
Los diarios manuscritos sirvieron a Jessica Hilltout para explicar y documentar su
proyecto. En esta página se prometía a sí misma volver a África con balones y
equipamiento nuevos. Un año después lo cumplió.
Para esta entrada de su diario, Hilltout fotografió unos balones hechos a mano sobre
la tierra roja de un pueblo de Ghana. «Me los dieron como muestra de
agradecimiento cuando cumplí con mi promesa y regresé al pueblo con
equipamiento», dice la fotógrafa. En la página opuesta escribió sus pensamientos y
reflexiones. «Los diarios me ayudan a estructurar las ideas.»
Carlos Ribeiro pisa una pelota hecha de residuos en Inharrime, Mozambique, donde
los niños aprenden a hacer balones a los cinco años.
El pequeño Thandile pierde la cabeza por el fútbol y por el Cape Town Stars de
Sudáfrica.
__________________ "Aún hay vagos destellos de civilidad en este matadero salvaje que alguna vez fue la humanidad". |