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Antiguo 13-03-2013 , 03:23:14   #2
mirutalo
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mirutalo conoce todos los secretos de la reputacionmirutalo conoce todos los secretos de la reputacionmirutalo conoce todos los secretos de la reputacionmirutalo conoce todos los secretos de la reputacionmirutalo conoce todos los secretos de la reputacionmirutalo conoce todos los secretos de la reputacionmirutalo conoce todos los secretos de la reputacionmirutalo conoce todos los secretos de la reputacionmirutalo conoce todos los secretos de la reputacionmirutalo conoce todos los secretos de la reputacionmirutalo conoce todos los secretos de la reputacion
  
Kaffeetrinker 2 Una sesión de fotos muy especial--Continuacion

-Ya nos ha dicho que no verá lo que no le queramos enseñar.

-De todas formas Pedro, si nos hace unas fotos desnudos, nos verá. Es inevitable. Dije yo.

-Pues nos ve. ¡Qué más da! Además, si queremos unas fotos que inmortalicen nuestros cuerpos….

-¡Esta bien, lo haremos! Dije sin mucha convicción.

-¿Qué quieres decir? ¿Que no te importa que Emilio nos haga las fotos?

-Hombre, si que me importa, pero si lo que quieres son las fotos, podemos valorar la idea. Le dije.

-De acuerdo. Mañana mismo le llamo.

Al día siguiente Pedro le llamó. Hablaron largo rato. Al término de la conversación, mantuvo otra conmigo.

-¿Qué te ha dicho? Pregunté.

-Nada. Que de acuerdo. Que viene el viernes por la tarde. Tiene libre este fin de semana.

-¿El viernes?

-Es lo que me ha dicho él. Tendrá algo que hacer el sábado, o le vendrá peor. No me iba a poner a discutir con el sobre el día. No nos va a cobrar nada.

-Ya, ya. ¿Y que más te ha dicho?

-Nada. Traerá la cámara de fotos esa, la de los desnudos. Me ha dicho que si queremos fotos limpias o totales….

-¿Cómo limpias?

-Si. Que si queremos fotos del cuerpo sin que se nos vea nada o si las queremos en las que se nos vea todo.

-¿Y tú que le has dicho?

-Que queremos fotos desnudas, en las cuales si se nos tiene que ver todo, pues que se nos vea.

-¿Me estas diciendo que le has dicho que me va a ver el coño?

-¡Como nos va a hacer fotos de desnudo si no nos ve enteramente Diana! Nos tendrá que ver en algún momento al cambiar de posición, así que lo mejor es que nos vea desde el principio. El mismo te lo dijo, es un profesional. Y además es nuestro amigo. También me ha sugerido alguna cosa.

-¿Cómo qué? Pregunte algo molesta y no exenta de nervios.

-Me ha sugerido que nos apañemos un poco.

-¿Qué nos apañemos un poco?

-Si. Que nos arreglemos el pubis. Que tú te depiles los vellos de las piernas. Dice que sale muy feo en las fotos. Pero que al el le da igual. Que como queramos hacerlas, las hará.

Ese día era jueves. Al día siguiente Emilio vendría a nuestra casa. Sigo sin saber como acepté, pero me dispuse a ello. El viernes a mediodía, después de comer me duché. Mejor dicho me bañé. Antes me había depilado el pubis a conciencia. No enteramente, pero confieso que le di una imagen muy sensual. Y excitante, incluso para mí. Pedro también se recortó algo el vello, según me dijo, para que su pene se mostrara esplendoroso y sus pelos no quitaran protagonismo a su polla. Luego, me maquillé y esperamos a que llegara Emilio. Mis nervios iban en aumento. Estaba a punto de decirle a mi marido que me echaba atrás, cuando sonó el timbre de nuestra puerta. Era el. Era Emilio.


-Puntual como te dije Pedro.

-Pasa, pasa. Deja esto aquí. ¡Pues si que has traído equipo!

-Soy profesional y mi trabajo procuro hacerlo lo mejor que sé. Dijo dejando los bolsos en el suelo.

Pasó al salón y me saludó con un beso en la mejilla. Luego nos preguntó donde íbamos a hacer las fotos, si en la habitación, el baño, el salón. Pedro le dijo que en salón y a el le pareció bien. Estuvo mirando con un ******o la luz que había en el salón y quitó un par de cuadros, cambiándolos de sitio. Luego empezó a sacar artilugios de los bolsos y preparó una cámara que por la pinta que tenía debía valer algo más de 4000 euros. Yo serví unos refrescos y empezó todo.

-Bueno, pues ya os podéis desnudar cuando queráis. Os ponéis una bata, preferiblemente de raso o seda si tenéis, y os venís acá.

Nos fuimos a nuestra habitación y nos desnudamos en silencio. Cuando estábamos desnudos completamente, Emilio abrió la puerta de nuestra habitación sorprendiéndonos. Me giré de espalda a el y traté de cubrirme con la bata a duras penas.

-Disculpar, venía a deciros que si queréis, ya que vamos a hacer las fotos, podéis poneros algo encima. No sé, tú Diana, medias, unas bragas o un tanga. Siempre son bellas y eróticas ese tipo de fotos y tú Pedro una corbata, una camisa desabrochada que te tape algo, no todo. En fin que he pensado que ya que vamos a hacer fotos, hagamos muchas de todas las formas, luego descartamos las que no os gusten. Y cerró la puerta.


Me planté unas medias, un liguero, y un tanga. Arriba puse un sujetador. Parecía una puta. Pedro se puso una corbata encima de una camisa blanca que dejó desabotonada y un slip muy gracioso. Parecía un tanga. Luego nos cubrimos con la bata, yo sola, pues Pedro salio tal cual, y nos fuimos al salón donde Emilio esperaba fumando un cigarro.

-Estupendo. Dijo.

-Me he puesto esta corbata y esta camisa como me has dicho ¿Estoy bien? Pregunto Pedro.

-De maravilla. Y tú Diana ¿Te has puesto algo?

-Abre la bata mujer, que te vea. Pidió Pedro.

Como pude, no sin cierto rubor, abrí la bata de seda blanca para que el me viera.

-Maravilloso Diana. Bata blanca y ropa interior negra. Un buen contraste. Esto me da opción de hacer unas fotos más.

Nos dijo que nos sentáramos, pero que antes trajésemos una sábana de color para echarla sobre el sillón. Le traje una verde que tengo y la echaron por encima del sillón. Luego nos sentamos los dos mientras el preparaba la cámara.

-Ahora tú Pedro, deja sóla a Diana en el centro del sofá. Y tú Diana, ves abriendo tu bata lentamente. Yo haré fotos. Ábrela y sácatela, despreocupadamente, como si estuvieras sóla.

Me puse en pie, abrí mi bata y me la saqué. No sé las fotos que hizo Emilio. Luego supe que en esos instantes tan breves saco 50. Luego le tocó el turno a Pedro. Hasta ahí todo iba bien. Luego todo se complicó cuando me dijo que me desnudara.

-Bueno ahora siéntate ahí, y lentamente desabróchate el sujetador. Y te lo sacas, procurando levantar los brazos para que tus pechos se vean bien.

Más fotos. Muchas. Un gesto de fastidio se notó en su cara.

-¿Ocurre algo? Le pregunté con la boca seca por los nervios.

-El sujetador. Te ha dejado marcas. Saldrán en las fotos. Esperaremos un rato y mientras haremos las de las piernas. Necesito que te quites el liguero a un ritmo normal, como si acabaras de llegar a tu casa de una fiesta y te desnudaras. Luego, una vez quitado el liguero, te quitas el tanga y te quedas con las medias.

Ante mi pasividad y su espera con la cámara en ristre, levantó la mirada hacia mí.

-¿Qué pasa Diana?

-Es que me….da vergüenza….


-¡Vamos mujer! ¡Desabróchate el liguero y quítate el tanga! Seré rápido.

Me puse en pie frente al sillón y me quité el liguero. Luego me bajé el tanga dejando mi pubis frente a el. Emilio disparaba con celeridad una vez tras otra. Me moría de vergüenza. Pero todo dura lo que dura. Al cabo de 500 fotos, más o menos, ya me daba igual que me estuviese viendo desnuda. Mi marido también se había desnudado y había inmortalizado en la cámara de Emilio su cuerpo, incluida su polla y testículos.

Las marcas del sujetador habían desaparecido y pudo hacerme fotos de mis pechos. Ya se permitía tocar mi cuerpo para cambiarme de postura. Hasta ahí todo normal. Es un decir. La sesión llevaba unas 1000 fotos hechas. Sacó una tarjeta de memoria y tomó otra cámara. Y como si tal cosa, lo soltó de sopetón.

-¿No queréis inmortalizar vuestro sexo?

-¿Qué quieres decir? Pregunto Pedro.

-Que os puedo hacer unas fotos semi porno si quereis.

-¿Como...como...es eso? Pregunté.

-Pues como hacemos en las pelis porno. Ya sabéis. Dijo Emilio.

-No. No sé. Dije yo.

-Pues como si estuvierais haciendo sexo. Dijo sin inmutarse.

-Pero…no te entiendo….no sé….Dije sin entender nada.

-Lo que Emilio dice es que si queremos podemos follar y el nos hace fotos mientras lo hacemos.

-¿Cómo vamos a hacer eso? Dije.

-Diana, no pasa nada. Vosotros podéis hacer lo que queráis sin pensar que yo estoy aquí. Yo me limitaré a disparar fotos. Estamos entre amigos.

-Pero yo no soy una actriz porno. Dije.

-Lo sé. Pedro tampoco lo es. Pero yo soy un fotógrafo que ya he hecho fotos de esas. Saldrán bien.

-No. No quiero. Dije.

-Mira, te haré una pequeña demostración. Déjame guiarte. Ven, siéntate en el sillón.

Me senté en el sillón, aún con las medias puestas. Luego rodó todo por azar o por previsión, pero rodó y rodó.


Me senté en el sillón. Mantenía mis medias puestas hasta medio muslo. Me dijo que levantara las piernas encima del sillón apoyando los talones en el borde del mismo. Pedro estaba desnudo completamente. Su pene flácido delataba angustia. Sentada con los talones apoyados en el borde del sillón, Emilio separó mis rodillas dejando al descubierto por entero mi coño. Mi raja se apreciaba enteramente. Casi, metió la máquina entre mis piernas para hacer fotos de mi sexo. De esa guisa le dijo a Pedro que se sentara a mi lado. El obedeció. Le dijo que me besara y lo hicimos. El sacó más fotos. Luego la mano de Pedro, siguiendo las indicaciones de Emilio, se posó encima de mi pubis. El seguía haciendo fotos y de vez en cuando decía lo que quería de nosotros. Así fue como Pedro me tocó la raja y mis pezones se pusieron duros. Y su polla también. Momento que sirvió para hacer un descanso. Me puse la bata por encima y serví mas bebidas. Pero ahora no eran refrescos. Ahora tocaban unos cubatas. Tres. Uno para cada uno. Mientras bebíamos y fumábamos un cigarro Emilio nos comento lo que le parecía bien.

-Yo, si no os da vergüenza, os haría unas fotos porno.

-¿Cómo serían? Preguntó Pedro.

-Pues tendrías que actuar como si estuvierais solos. Tendríais que follar y esas cosas, dejándome espacio para buscar los mejores ángulos.

-¡Yo no me voy a poner a follar! Dijo Diana.

-Es el momento Diana. Me tenéis aquí. Os puedo sacar todas las fotos que queráis. Mataremos tres pájaros de un tiro. Fotos vestidos, desnudos y follando. ¿Qué me decís?

-No sé. Dijo Pedro.

-Como queráis. Tenéis fotos eróticas con ropa, sin ella. Solo faltan estas y estaréis completos. Yo estoy a lo que me digáis.

-No sé…..a mi no me importa, si quiere Diana. Dijo mi marido.

-Pero Pedro por dios, como nos vamos a poner aquí en el sillón a follar con Emilio delante.

-Esas fotos son muy caras. Se paga mucho porque te las hagan. Y os garantizo que quedan de la ostia. Pero si no queréis, guardo la máquina y finito.

-Yo si quiero. Dijo Pedro.

-Tenemos que querer los dos. Dije.

-Diana, una vez llegados hasta aquí, no veo nada malo en ello. Por mí no os preocupéis. Soy vuestro amigo. Todo quedará aquí. Y las fotos las descargaré en vuestro ordenador. Me iré como he venido. Limpio.

A duras penas me dejé llevar por las circunstancias. Pedro se arrimó hacia mí y empezó a tocarme. Los pechos, el vientre, el pubis, mi raja. Su dedo iba y venía como midiendo la longitud de mi grieta.

Noté con cierta incredulidad como su pene iba creciendo. Parecía que no le importaba lo más mínimo la presencia de Emilio. El mientras, se afanaba en tirar y tirar fotos. No recuerdo como me vi con la cabeza agachada sobre las piernas de mi marido. Su pene entraba en mi boca una y otra vez. La presencia de Emilio me pasaba inadvertida ya. Yo ya estaba excitada. Me sentía mojada. De hecho ya no notaba la presencia de Emilio. Me estaba dejando llevar por el deseo de ser follada por Pedro. Me apliqué en la felación. Su polla estaba demasiado dura. Como si de una señal se tratara, Pedro la arrimó a mi raja y se deslizó dentro de ella. Yo estaba muy mojada. De inmediato empecé a sentir placer. Emilio se afanaba en tirar y tirar fotos. Le vi un par de veces metiendo la cámara entre nuestros cuerpos. Me importaba muy poco que nos viera follando. Es más, me gustaba que nos viera hacerlo delante de él. Pedro fue más osado. Fue más allá. Me la sacó de dentro y me cambió de postura. El quería que se la chupara otra vez. Y lo hice. Pero entonces la presencia de Emilio se hizo notar. Me dio unas indicaciones de cómo tenía que hacer la felación y contrariamente a lo que yo pensaba, le hice caso. Luego le indicó a Pedro cómo se la tenía que menear. Pedro se había masturbado varias veces. Lo sé. Pero Emilio le decía cómo tenía que poner la mano para que las fotos que el estaba haciendo, salieran bien y no le taparan la polla. Perfectas, en palabras de Emilio. Como Pedro no entendía lo que le decía Emilio, este hizo algo que no era ni lo normal, ni lo esperado. Bajó la cremallera de su pantalón vaquero y se sacó el pene. Lo tenía duro. Vaya si lo tenía duro. Hizo algo que me excitó mucho. Abrazó su tronco con la mano y trató de demostrarle a mi marido como debía hacerlo el. Pero el pantalón se lo impedía. No sé si lo hizo pensando o no, pero soltó la cámara y se bajó los pantalones y los calzoncillos, dejando que estos reposarán alrededor de sus tobillos. Entonces presté atención a lo que se estaba representando en mi salón. Sentada en el sillón pude ver como Emilio empezaba a masturbarse. Pensé que se estaba haciendo una paja. Pero no. Estaba tratando de explicar a Pedro como se la tenía que menear para que el pudiera hacer las fotos. Pedro hizo exactamente lo que Emilio le decía. Al ir a tomar de nuevo la cámara para seguir tirando fotos, tropezó con sus propios pies debido a que tenía los pantalones bajados. Quizá lo hizo sin darse cuenta. No lo sé. Pero Emilio, ayudado por sus pies, sacó sus zapatos y dejó sus tobillos, apretándolos uno contra el otro, liberados de pantalón y calzoncillos. Emilio se había desnudado. Solo mantenía su camiseta ajustada a su cuerpo. Mientras Pedro seguía meneándosela, me dijo que yo abriera mis piernas y me masturbara a la vez que me tocaba el pecho. Lo hice. Yo estaba fuera de sí. Estaba salida. Abrí mis piernas y comencé a acariciar mi raja. A Emilio no debió gustarle cómo lo hacia y ahora fui yo quien recibió sus indicaciones. Pero esta vez, el se acercó con su mano a mi raja y me puso sus dedos en ella para tratar de indicarme cómo debía hacerlo. Mi réplica no se hizo esperar.



-¡Ey, ey! ¿Qué haces Emilio?

-¡Oye Emilio, tú haces fotos! ¿Qué es eso de tocar? ¡Coño! Dijo Pedro.

-Perdonad, yo sólo quería mostrarte como se hace para que la foto salga bien. Lo siento. Dijo disculpándose.

-No te pases ni un pelo. Le dijo mi marido. Tú a hacer fotos y ya está. En eso hemos quedado.

-Bien, bien….no os preocupéis. Yo sólo quería enseñarle como se hacía. Siento lo que ha pasado. Me he dejado llevar. Es lo que hago en los rodajes.

Yo me quedé como paralizada. Emilio me había tocado. Ligeramente, si. Pero me había tocado mi coño. Y lo peor es que ya no había remedio. El se mantenía desnudo, pero su polla estaba apuntando para el techo. Estaba dura. A Pedro se le pasó el ligero atisbo de enfado con Emilio, pues enseguida se puso manos a la obra. Me levantó del sillón donde me encontraba sentada y se sentó el. Emilio no decía nada. Disparaba fotos una tras otra. Como le parecía.

-Ven Diana, chúpamela. Me dijo mi marido.

Naturalmente me hinqué de rodillas en el suelo y metí mi cabeza entre las piernas de mi marido. Tomé su polla en la mano y la engullí dentro de mi boca. Emilio seguía a lo suyo que no era otra cosa nada más que tirar fotos. Inicié los vaivenes con la boca de subida y bajada proporcionándole a Pedro un intenso placer. El cerró los ojos y dejó caer su espalda sobre el respaldo del sillón. Los abrió al oír la voz de Emilio.

-Me vais a perdonar, pero si te pones en pompa Diana, podré tirar unas fotos alucinantes desde entre tus piernas. A la vez que podré plasmar el coño en primer plano desde una perspectiva distinta.

-Levanta Diana, ponte como dice Emilio, pero no pares en lo que haces. Me dijo mi marido.

Me puse en pompa y me agaché de nuevo para continuar con lo que hacía. Puse mucho empeño. Tanto que Pedro, que en un principio acariciaba mis pezones, se cruzó las manos detrás de la nuca, para así poder centrarse más y mejor en lo que sentía en mi boca. Yo seguía a lo mío. Emilio a lo suyo. Yo estaba muy excitada y mojada y con la mano sobrante, la llevé hasta mi entrepierna y me toqué. Emilio bajo la cámara y se puso ciego a hacerme fotos con mis dedos enredados en mi vello. Cerré los ojos, pero los abrí de inmediato al sentir algo en mi glúteo. Miré a mi marido. Seguía con sus manos en el mismo sitio. Y con los ojos cerrados. Giré la cabeza. Era Emilio. Había posado la palma de su mano en mi culo. Lo miré a la cara y no dije nada a la vez que giraba la cabeza otra vez para engullir el pene de Pedro. Eso le debió dar alas. Su mano fue más sagaz y bajó hasta mi raja. Allí se junto con mis dos dedos. Tanteó mi abertura y palpó a su gusto deleitándose en la humedad de mi vagina. Yo no dije nada. Emilio me estaba tocando el coño. Abrí los ojos y miré a Pedro que con sus labios apretados no paraba de suspirar por el placer inflingido. Emilio penetró sus dedos dentro de mí y di un respingo y un bufido a la vez. Creí que me iba a correr. Y entonces me asaltó la idea. Recordé la polla de Emilio, tiesa, dura, apuntando alto. Me incorporé y abandoné el pene de Pedro en una larga y dolorosa espera. Me puse en pie. Emilio había sacado sus dos dedos de dentro de mí. Mi marido abrió los ojos.

-¿Queee…queee...que pasa? Dijo.

-Ahora vuelvo. Dije por toda respuesta.

Me ausenté del salón con mis pechos balanceándose hacia los lados y cuando salí por la puerta les eché un vistazo. Allí estaban ellos. Pedro sentado con su polla tiesa clamando expulsar sus líquidos y Emilio de pies, con su camiseta puesta y su pene duro apuntando a la cara de Pedro. Regresé de inmediato. Ellos seguían igual. En la misma posición. Un poco desconcertados, diría yo. Volví de mi habitación con un pañuelo negro en la mano.

-Te voy a vendar los ojos Pedro.

-¿Pero….para qué? Protestó él.

-Sólo con ellos vendados lo sabrás. Gozarás de mi boca.

Continua la mejor parte......

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