Esta crònica se la hice a una mujer que es patrullera de la policia, Esperoles guste.



El centro de Medellín y la estación Candelaria requieren de mucho trabajo, congestionado por todo tipo de personas: indigentes, jíbaros, prostitutas, vendedores ambulantes y familias, debe contar con una vigilancia muy efectiva por parte de la Policía.

“Mi nombre es Cristina y antes de entrar en la Escuela de Policía fui estudiante para auxiliar de vuelo”:
Esas son las declaraciones de una de las cuatro mujeres que laboran en la estación Candelaria de la Policía, Cristina es la única que se encuentra en la vigilancia desde hace dos meses, tiempo que lleva laborando en Antioquia, su vida de una manera muy resumida: “Estudié en la Normal de Señoritas en Rionegro lugar donde vivo, tengo dos hermanas; una mayor y una menor, soy la única que siguió los pasos de mi padre que es un agente retirado y mi ingreso a la Policía fue dos meses después de haber empezado mi semestre como auxiliar de vuelo”, irónicamente cuando decidió ingresar en la fuerza, la persona que menos la apoyó fue su padre aduciendo que estas labores son propias de los hombres.

Cristina cumple cuatro turnos a la semana y descansa durante un día en el cual viaja a Rionegro a convertirse otra vez en la niña de la casa, mientras en el centro de Medellín muchos la respetan y otros pocos le temen porque ya han sido objeto de su fuerza.
La patrullera Cristina con apenas dos años y dos meses que lleva ejerciendo, ya cuenta con un amplio prontuario de anécdotas de trabajo, dice que no olvida que varios fines de semana atrás tuvo que realizar el turno de amanecida en la procuraduría y un borracho en medio de su laguna la golpeó a lo cual ésta respondió de un puño tan duro que el hombre cayó desmayado al piso.- se ríe mientras recuerda el incidente.
Los prostíbulos y las casas de vicio abundan en el centro de Medellín y Cristina con su comandante, el sargento Zapata y el conductor de la panel de la Policía el patrullero Marín deben estar en constante contacto con estos sitios para realizar requisas, debido a que en estos lugares es donde más se concentran las peleas; durante el recorrido entramos a un Grill, son apenas las seis de la tarde y ya el lugar se encuentra ocupado, las mujeres realizan su labor de atrapar los hombres para meter en sus camas, hay llamados para los dos policías hombres e incluso hasta para mí, Cristina es mirada simplemente, nadie le dice nada y ni siquiera se escucha un comentario sobre ella, el temor o el respeto abunda entre las mujeres del local y los hombres que departen con ellas.
Son las siete de la noche y el turno se acerca a su fin sin nada lo suficientemente importante como para que afecte la tranquilidad de esta mujer, “Águila 1 solicitamos apoyo en el Casino Caribe, hay un herido y un sospechoso en el sitio”, “entendido” responde el sargento Zapata y da la orden para dirigirse al sitio, cuando llegamos ya había sido sacado el herido, el sospechoso estaba detenido y nada se había salido de control, casualmente el hecho fue atendido por tres de las cuatro mujeres del cuartel; una capitán, una teniente y la patrullera Cristina, los compañeros de ellas abundaban pero las tres mujeres eran el centro de las miradas; el caso se resolvió cerrando el casino durante esa noche, el detenido es llevado a los calabozos y Cristina y sus compañeros terminan un turno más. Cristina viaja mañana de nuevo a su casa con sus padres y a tomar por un día su papel de niña, el lunes volverá de nuevo a retomar su cotidianidad sirviendo a su país de una forma que no muchas mujeres acostumbran, realizando labores propias de hombres pero con la perfección y la delicadeza de las mujeres; su uniforme y su revolver la acompañan a diario durante su turno y le brindan el sustento y las alegrías, en casa todo esto se queda guardado y al igual que otras mujeres su acompañante es el teléfono y el control del televisor para ver las novelas. El plan de Cristina es seguir ejerciendo su labor de servicio a la comunidad por muchos años y además afirma que no ha pensado todavía en crear su propia familia.