Los clásicos son partidos aparte. Así un rival esté en la inmunda y el otro en la gloria, cuando se enfrentan puede pasar cualquier cosa. El que el Madrid haya ganado en el campo del Barça no significa que volvió por sus fueros de la temporada pasada, ni que el Barça haya dejado de ser lo que es.

Pero...

El problema del Barça es que, además, sus resultados en Europa muestran fisuras y el hecho de que en dos partidos encaje no solo dos derrotas, sino cinco goles en contra y uno a favor, precisamente contra dos rivales que no andan bien en sus ligas, es algo que debe preocupar.

Es cierto, en esta temporada el Barça firma el mejor inicio de la historia en la Liga, pero algo pasa. Curiosamente cuando los soles comienzan a morir alumbran como nunca. Todo llega a su fin y al parecer el sistema que hizo del Barça un equipo de ensueño muestra ya su desgaste.

No es bueno un equipo de talentosos jugadores, pero lerdo como un gran elefante que, para mover el balón, llevarlo al terreno contrario, fabricar las jugadas y al final terminar con un disparo directo a portería debe moverse todo, porque si no lo hace se provoca un cortocircuito y se derrumba el edificio.

Carece de sorpresa, carece de inventiva, carece de imaginación. Sólo le apuesta a Messi, juegan para Messi, dependen de Messi, y todo el campo lo destinan para Messi, evitando perder el balón, amarrándolo, no importa si con 20 o 50 pases, lo cuidan amorosamente para que el argentino marque o asista.

Como no tienen variantes jamás se salen del libreto, vayan perdiendo y ganando, siempre repiten la misma retahila, como la exquisita Selección Colombia del Pibe, con un mágico manejo del balón, hasta que los rivales aprendieron a neutralizarla y la desaparecieron del mundo.

El que no evoluciona se extingue. Por eso los poderosos dinosaurios perdieron la batalla contra los mamíferos. Sólo es cuestión de tiempo.