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Antiguo 18-02-2013 , 22:18:13   #2
PEDROELGRANDE
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My Custom Emoticon Respuesta: Venezuela 14 años después. Un cambio copernicano

Como un huracán, como un ciclón, como un tifón indomable el verbo de Chávez y el ejemplo de las realizaciones de la Revolución Bolivariana ha despertado toda América Latina. Y ha surgido aquí la más brillante generación de líderes excepcionales de la historia. La incapacidad de la clase política tradicional para canalizar la revuelta de los menos favorecidos abrió el camino a dirigentes nuevos, de origen sindical, militante social, militar o hasta guerrillero.

Esa afirmación molesta a veces a algunos movimientos altermundialistas o anticapitalistas o incluso marxistas, quienes se aferran a aquello de que “no hay ni Dios ni rey ni tribuno”. Insisten en la ‘dirección colectiva y creen con devoción en la “espontaneidad popular”. Sin embargo, el papel central del “líder carismático” salta a los ojos. Porque cataliza en él las voluntades de millones de ciudadanos anónimos que participan en los “procesos de cambio”. Cuba no habría resistido 60 años a la agresión estadounidense sin Fidel Castro. Y, en Venezuela, está claro que la Revolución Bolivariana no sería lo que es sin el presidente Hugo Chávez.

Esto lo ha reconocido el propio Fidel Castro, quien declaró: “Hace mucho tiempo albergo la más profunda convicción de que, cuando la crisis llega, los líderes surgen. Así surgió Bolívar cuando la ocupación de España por Napoleón y la imposición de un rey extranjero crearon las condiciones propicias para la independencia de las colonias españolas en este hemisferio. Así surgió José Martí, cuando llegó la hora propicia para el estallido de la Revolución independentista en Cuba. Y así surgió Chávez, cuando la terrible situación social y humana en Venezuela y América Latina determinaba que el momento de luchar por la segunda y verdadera independencia había llegado. »

Nunca, en ningún continente, en ninguna circunstancia, se vio surgir una generación de líderes tan inauditos, tan populares, tan rompedores como esta que reúne nada menos que a Lula y Dilma en Brasil, a Evo Morales en Bolivia, a Rafael Correa en Ecuador, a Néstor Kirshner y Cristina Fernández en Argentina, a Tabaré Vázquez y Pepe Mujica en Uruguay… Y tantos otros…

Desde la histórica toma de posesión de Hugo Chávez aquel 2 de febrero de 1999, Venezuela abrió el camino, y a pesar de las campañas de terror mediático, más de una decena de presidentes progresistas han sido elegidos por voto popular con base en programas que anuncian transformaciones sociales de gran amplitud, redistribución más justa de la riqueza e inclusión de los sectores sociales hasta entonces marginados o excluidos. Bajo el liderazgo de Hugo Chávez, Venezuela ha conocido enormes progresos en cuanto a desarrollo económico, desarrollo social, justicia social, empoderamiento popular y democracia. Y por eso ha recibido la admiración y el respeto de los progresistas de todo el mundo.

Cuando en el resto del mundo –y muy particularmente en Europa–, las izquierdas, alejadas de las clases populares y comprometidas con el modelo neoliberal causante de la crisis actual, parecen agotadas y desprovistas de ideas, en Suramérica, estimuladas por la poderosa energía de los movimientos sociales, los nuevos “socialismos del siglo XXI” desbordan de creatividad política y social.

Estamos asistiendo a un renacimiento, a una verdadera refundación de ese continente y al segundo acto de su emancipación, iniciada hace dos siglos por Simón Bolívar y los libertadores.

Aunque muchos europeos (hasta de izquierda) lo sigan ignorando –a causa de la colosal muralla de mentiras que los grandes medios dominantes han edificado para ocultarlo–, Suramérica se ha convertido en la región más progresista del planeta. Donde más cambios se están produciendo a favor de las clases populares y donde más reformas estructurales están siendo adoptadas para salir de la dependencia y del subdesarrollo.

Removida en sus cimientos por vientos de esperanza y de justicia, Suramérica ha dado un rumbo nuevo al gran sueño de integración de los pueblos, no sólo de los mercados. Además del Mercosur que agrupa a los 260 millones de habitantes de Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Venezuela, una realización muy innovadora para favorecer la integración es la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA). Sus miembros han conseguido una estabilidad que les ha permitido consagrarse a la lucha contra la pobreza, la miseria, la marginalidad, el analfabetismo, para asegurar a los ciudadanos educación, salud, vivienda y empleo digno. Han obtenido asimismo, gracias al proyecto Petrosur, una mayor cohesión energética y también un aumento significativo de su producción agrícola para avanzar hacia la soberanía alimentaria. Gracias a la creación del Banco del Sur y de una Zona Monetaria Común (ZMC) progresan igualmente hacia la creación de una moneda común, el sucre, como lo anunció el presidente Chávez hace hoy 14 años, cuando nadie lo imaginaba.

Varios gobiernos suramericanos, el 9 de marzo de 2009, dieron un paso más que parecía inconcebible : decidieron constituir el Consejo de Defensa Suramericano (CDS), un organismo de cooperación militar creado a través de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), organización fundada en Brasilia en mayo de 2008. Y luego, en 2011, lo más espectacular, el nacimiento de la “Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños”, la Celac. Como dijo Chávez en su discurso inaugural del 2 de diciembre de 2011: “ La unidad entre nuestros pueblos, entre nuestros estados, nuestras repúblicas, nuestros gobiernos es el único camino. La unidad entre nuestros pueblos, entre nuestros estados, nuestras repúblicas, nuestros gobiernos es el único camino. Aceptando y respetando nuestras diferencias. Sin permitir que la cizaña venenosa vaya a impedir, una vez más, el esfuerzo unitario. La unidad hay que construirla, pero es necesario batallar todos los días contra mil dificultades… Porque ese es el camino que Bolívar nos señaló cuando dijo: “Solo la unión nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. El día que logremos esa unidad, entonces construiremos en este Nuevo Mundo, la madre de las repúblicas y la reina de las naciones.’ »

Aunque odiosas campañas de propaganda, pretenden que en la Venezuela bolivariana los medios de comunicación están controlados por el Estado, la realidad –verificable por cualquier testigo de buena fe– es que tal afirmación es falsa. Tan falsa como la falsa foto del presidente Chávez que publicó el diario El País de Madrid la semana pasada en su portada.

La gran fuerza de Chávez es que su acción concierne ante todo lo social (salud, alimentación, educación, vivienda), que es lo que más interesa a los venezolanos humildes. Lo cual explica el inmenso apoyo popular del que goza Chávez.

He sido testigo, en diversas ocasiones, del increíble fervor que puede suscitar el Presidente. He tenido la oportunidad de acompañarle, dando saltos por toda Venezuela, a grandes mítines de masas y a pequeñas fiestas bolivarianas, a reuniones de cuadros y a desfiles de ejércitos, a conferencias de prensa y a encuentros con estudiantes, con campesinos, con mujeres, con indígenas, con obreros… Con el pueblo de Venezuela en toda su diversidad.

Una vez, por ejemplo, me invitó a asistir a una operación sorpresa a orillas del lago de Maracaibo. El motivo era la toma de control por el Estado de unas cuarenta empresas de marinería, especializadas en servicios a las plataformas petroleras instaladas en el lago, y que utilizaban unos terminales a lo largo de toda la costa donde operaban 300 grandes lanchas. Planificada con minuciosidad casi militar, la operación necesitaba el factor sorpresa para evitar que los propietarios sabotearan el material y hundieran las lanchas. 8.000 trabajadores con contratos provisionales eran explotados por esas empresas; recibían salarios míseros y debían pagar incluso la comida, los medicamentos y hasta las reparaciones de algunas máquinas…

Chávez les anunció que, a partir de ese momento, la Revolución recuperaba los terminales y las lanchas; ponía fin a su situación de atropello y que todos ellos pasaban a ser “trabajadores fijos” de la plantilla de Pdvsa… El asombro de los operarios, sorprendidos por la súbita nacionalización, se tornó en entusiasmo. Y cuando el Presidente añadió que los 500 millones de dólares de beneficios que realizaban esas empresas se quedarían allí, convertidos en escuelas, viviendas para los trabajadores, clínicas, proyectos ecológicos, etc. Y que esos recursos serían administrados por los trabajadores mismos en el marco del poder comunal… La explosión de júbilo fue inenarrable.

“¡Llegó la Revolución! ¡Viva Chávez!” gritaban. Algunos veteranos trabajadores, con el rostro marcado por largos años de esfuerzos, vertían lágrimas de emoción… Rodeado por un ruidoso enjambre de gente entusiasta, Chávez subió al remolcador Canaima. Se puso a hablar con el capitán, Simón, 20 años de experiencia surcando el lago. “Hasta el día de hoy, le dijo, esta lancha era de un capitalista; ahora es del pueblo, y la Revolución te la confía.”

Luego, a la sombra de una carpa roja, se dirigió a los cientos de operarios allí reunidos, algunos con sus esposas e hijos: “Mi alma, les confesó, es el alma del pueblo. Los que quieran patria, vengan conmigo. Cristo declaró: ‘A Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César’, y yo os digo: ‘¡Al pueblo lo que es del pueblo!’. Paso a paso, vamos dándole vida a la transición al socialismo. Cada día el pueblo tendrá más poder. Cada día seremos más libres. Esto es un acto de independencia.” Cuando terminó de hablar, los que le oían se pusieron a gritar: “¡Así! ¡Así! ¡Así es que se gobierna!”

Una mujer se distinguía por la energía de sus vivas a la Revolución. El Presidente lo notó, la invitó a tomar la palabra, le preguntó cómo se llamaba, si tenía familia… Ella salió del público, joven, vestida con buen gusto, se identificó: “Nancy Williams, 29 años, tengo un solo hijo, estoy casada pero si usted quiere me divorcio…”.

En otra ocasión, en Vargas, en la inauguración de un hospital, una señora de edad pidió la palabra: “Me llamo Inocencia Pérez, dijo con emoción. Lo bendigo y lo encomiendo a San Miguel Arcángel. El día que le dieron el golpe (11 de abril de 2002) fui desde aquí a Caracas a pie para defenderlo. Tanto andé que los pies me echaban sangre…”.

Testimonios como éste los hay a millones. Porque millones de personas humildes lo veneran como a un santo. Chávez repite con calma: “Me consumiré al servicio de los pobres.” Una vez, la escritora Alba de Céspedes le preguntó a Fidel Castro cómo podía haber hecho tanto por su pueblo: educación, salud, reforma agraria, etc. Y Fidel simplemente le contestó: “Con gran amor”.

Chávez es igual : ha transformado y refundado Venezuela con dos herramientas principales: el socialismo democrático y su “gran amor”.

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