Durante las conversaciones exploratorias que se llevaron a cabo durante nueve meses, una de las condiciones pactadas para llevar adelante el proceso de paz fue que nada de lo que pasara en Colombia afectaría las conversaciones. Por eso se decidió hacerlas en el exterior después de la amarga experiencia de el Caguán.

Otra de las condiciones fue que las FARC dejarían en libertad a los secuestrados uniformados que tenían en su poder y abandonarían el secuestro extorsivo. Este punto se cumplió y abrió el camino para que se iniciaran los diálogos en Oslo y luego en La Habana.

De ahí que el secuestro de los dos policías (no se tenía noticia del soldado) provocó la indignación del gobierno y provocó la primera crisis del proceso de paz. La actitud firme del gobierno de no ceder al chantaje obligó a las Farc a liberarlos, indicativo que quienes están en La habana hablando en nombre del grupo guerrillero si tienen efectivo control sobre los bloques y frentes que existen en el país.

Como no se pactó el cese de hostilidades es obvio que durante los próximos meses seguirá la guerra con bajas de ambas partes, pero al menos por lo que se ve hasta ahora, las conversaciones siguen lo que indica que hay un genuino interés en avanzar.

El optimismo sigue siendo moderado y sólo se espera que aunque prosigan los enfrentamientos se respete el Derecho Internacional humanitario.