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Antiguo 30-01-2013 , 17:59:50   #6
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Predeterminado Respuesta: De viaje con la cuñada.

Ciertamente estaba empapaba, así que mi lengua rápidamente recogió sus flujos inundando mi boca de un sabor embriagador. Tal vez enriquecido por el sudor producido en un día tan caluroso, o por las gotitas de orina que seguramente se habían perdido por allí, su sexo arrojaba un aroma y un olor intenso, profundo y penetrante.

Me deleité succionando aquellos labios carnosos, recorriendo con mi lengua sus pliegues vaginales, presionando y estimulando con mi lengua su palpitante clítoris hasta que parecía que iba a correrse.

En cuanto notaba la tensión en sus músculos presagiendo el ansiado momento, aflojaba el ritmo y me retiraba a zonas menos sensibles como la cara interna de sus muslos y la zona alta de su monte de venus.

Ella, totalmente entregada, disfrutaba de aquel placer prohibido hasta que en un acercamiento a su clítoris no pudo contenerse más y un latigazo de placer le arqueó la espalda mientras mi juguetona lengua prolongaba la agonía de su orgasmo.

Sin casi dejarla recuperarse, volví a deslizar mi lengua por su rajita y continué avanzando en busca de su preciado agujerito trasero.

Con mis manos, le levanté las piernas para que elevase su trasero dejándomelo más accesible.

Entendiendo mis intenciones se las agarro por detrás de la rodilla y se levantó ligeramente como si fuese a dar una voltereta hacia atrás.

Tenía ante mi, totalmente abierto y expuesto, su íntimo rinconcito, su preciado tesoro, su fruncida y rosadita "puerta trasera".

Estaba perfectamente depilada, de modo que no había ni un solo pelito alrededor de su prieto anillo.

Separé ligeramente sus nalgas para abrírselo y dejé caer un chorrito de mi saliva en el , favoreciendo que se escurriese hacia su interior. Con la punta de la lengua, intentaba empujar la saliva hacia dentro al tiempo que se lo penetraba ligeramente. Lo besaba, lo acariciaba con los labios, deslizaba mi lengua por el medio de sus nalgas, desde su coño hasta su ojete, pringándolo todo con un almizcle de sus jugos y mi saliva.

A ella parecía gustarle esto del beso negro, pues mientras se estimulaba el clítoris con la mano, cuidadaba de no dejar caer el culo contra el suelo para resultarme más accesible y permitir así que mi lengua le hurgase las entrañas más cómodamente.

Viendo lo lubricado que lo tenía, quise meter un dedo en su estrecha gruta pero nada más introducir la mitad de mi dedo índice, su esfinter se cerró aprisionándomelo.

-"No, no..." por ahí no.. ¡Prefiero que en esta que será nuestra primera y última vez (como queriendo dejar las cosas claras) disfrutemos de algo más romántico". Quiero que me hagas el amor, apasionadamente, abrazándome, besándome...

-Vaya, que romanticona te me has puesto.

-¿Qué prefieres?.. ¿Eso o terminar de pelártela tu solito?, respondió burlonamente.

Le saqué el dedo del culo y dejé que se acomodara en el suelo, tumbada, con las piernas abiertas. Me hubiese gustado metérsela en la boca primeramente y deleitarme viendo como me la chupaba, pero lo cierto es que estaba a punto de correrme y eso provocaría un orgasmo inmediato.

-Así, ponte tu encima; me susurró.

Así, que con todo el romanticismo que era capaz de encontrar en mitad de aquel calentón, me acomodé sobre ella y enfile mi estaca hacia su sexo.

Deslicé mi capullo contra sus labios, a modo de presentación, pero dada la gran cantidad de flujos que embadurnaban nuestros sexos, aquello parecía querer deslizarse hacia un pozo sin fondo.

Nada más acomodar la punta de mi polla sobre su abertura, me dejé caer -sin fuerza pero con firmeza-, de modo que le entró toda ella abriéndose paso a través de aquel prieto y húmedo tunel.

-Ahhhhhh.....; exclamo agonizante ante mi embestida.

Tras dejarsela ahí quieta unos segundos, como en busca de acomodo, nuestros cuerpos comenzaron a moverse buscando la sincronía perfecta.

Mi cadera marcaba rítimicamente los tiempos mientras ella parecía derretirse en un abrazo conmigo, acariciándome la espalda y apretándome los gluteos con sus pequeñas manos.

En su forma de abrazarme, de besarme, por cómo me miraba con esa mezcla de pasion y ternura, sabía que aquello era mucho más que sexo visceral. No vamos a hablar de amor ni nada por el estilo, pero sería absurdo negar que aquello era la manifestación física de un cúmulo de sentimientos aletargados por la corrección de formas que deben darse entre cuñados. Quiero con locura a mi esposa -su hermana- pero ello no impide que sienta un cierto afecto especial por Eva, y aquel día en el cual se habían eliminado todas las barreras, ambos nos entregábamos el uno al otro intentando disfrutar de todo aquello que nos era vedado.

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