El saltarín alitorcido, oriundo de los bosques nubosos de Colombia y Ecuador, canta con sus alas. Los científicos estudian el extraño comportamiento del ave.
Un saltarín alitorcido alza sus alas,
y empieza el concierto.
Machaeropterus deliciosus.
agachada entre la densa vegetación de la Estación de Biodiversidad Tiputini, en Ecuador, la ornitóloga Kim Bostwick escucha, observa y aguarda la llegada de un saltarín rayado oriental.
En el Santuario de Aves Milpe, un saltarín alitorcido macho, con su característico penacho rojo, acaba de
atraer a una hembra gracias a su música y ahora espera cerrar el trato con ella.
Los saltarines que aparecen en ésta y las siguientes tres fotografías, fotografiados en un bosque
tropical ecuatoriano, carecen del talento musical de sus primos los alitorcidos. Kim Bostwick los está
estudiando con la esperanza de que puedan revelar los pasos evolutivos intermedios que dieron lugar a
ese virtuosismo. Arriba, el saltarín uirapuru –obsérvense sus plumas caudales puntiagudas– corteja a
una hembra.
Pipra filicauda.
El saltarín rayado oriental exhibe unas grandes plumas secundarias como las del alitorcido, pero con sus
alas solo consigue hacer un simple zumbido.
Machaeropterus regulus.
El saltarín coroniazul no produce ningún
sonido con las alas.
Lepidothrix coronata.
El saltarín cabecidorado agita sus alas como el saltarín alitorcido,
pero de manera silenciosa.
Pipra erythrocephala.