Denunciante Ultra
 |  Falcao, el divo humilde
Calificación: de
5,00
 |  Terminado el partido contra el Deportivo y confiscado el balón de los cinco goles en el antebrazo izquierdo, Radamel Falcao se dirigió al vestuario, primera puerta a la derecha escaleras abajo del túnel de acceso al césped del Calderón. Después de las palmadas en el lomo y los parabienes, lo primero que se encontró fue una réplica cariñosa de Filipe Luis. «Cómo sabía que me ibas a pasar el balón», le soltó irónico entre risas. El lateral brasileño acompañó la jugada del colombiano en el sexto gol (el quinto del delantero) y por tres veces le pidió el balón, antes de dos recortes y el disparo a la red. Falcao mostró entonces su otra cara, la del divo humilde. Depredador en el campo, reservado y modesto en su vida privada. No contestó a la chanza de Filipe, se limitó a asentir sonriente y calló. Así es Falcao, según el retrato robot que surge después de consultar a su círculo próximo, el que mejor conoce su día a día. Afable, respetuoso, sencillo y una máquina del trabajo. Un tipo que jamás mira el reloj cuando se trata de exprimir su profesión. Profundamente religioso, Falcao no conoce la noche madrileña por extraño que parezca en un futbolista en la cima de la Liga. No frecuenta los reservados de los espacios vip y apenas se deja ver fuera del fortín de la Finca, la suntuosa urbanización de millonarios cerrada al tráfico y los curiosos al oeste de la Casa de Campo. En todo caso, un restaurante colombiano en el Puente de Segovia, próximo al Calderón, con precios anticrisis: chuleta valluna a 11 euros, mondongo paisa, a 13. La radiografía de Falcao se comprende mejor si, como afirma algún empleado del Atlético, uno de sus mejores confidentes es Ricardo, el guardia de seguridad del Cerro del Espino que protege el parque automovilístico de los jugadores del Atlético y la zona de acceso al campo de entrenamiento. «Pide todas las cosas por favor y siempre da las gracias. A veces parece japonés por la educación tan exagerada que demuestra y a la que no siempre estamos acostumbrados», cuentan en el club. Falcao es el tigre por su actitud felina y ambiciosa en el campo. El apodo proviene de su época en el River Plate y de un futbolista argentino, Gonzalo Ludueña (ahora en el Manta Club de Ecuador). Un programa de televisión de Buenos Aires entregaba cada semana un trofeo, el Tigre de Esso (la petrolera). Falcao encadenó varios premios y Ludueña comenzó a llamarle tigre. «No encontrarás a nadie que hable mal de Falcao en el club», comentaba Adrián a ABC la pasada semana. Nadie recuerda en el Atlético un mal gesto suyo, una contestación inapropiada, un detalle fuera de tono. Situaciones que sí se dieron con el último ídolo local, el Kun Agüero, deslenguado en ocasiones, impertinente otras, casi analfabeto en materia escolar. Falcao inició estudios de periodismo en la Universidad de Palermo (Buenos Aires), se expresa a la perfección en inglés y sabe estar. Los veteranos de la entidad tienden a atribuir su corrección a su origen colombiano. «Perea y Maturana eran iguales que él».  El goleador es minucioso en su preparación y no escatima horas de trabajo, según dicen en el Atlético. Dedica muchísimo tiempo al calentamiento, los estiramientos, el masaje en la camilla, los ciclos del gimnasio. Todo lo que no se ve forma parte de su adiestramiento. «En vez de pensar con quién ha quedado o dónde va a comer hoy, Radamel prefiera cultivar su cuerpo». Suele preguntar a los especialistas cuál es la mejor dieta en función de sus necesidades, no protesta si tiene que esperar para un masaje y suele dormir diez horas. Nada le descentra de su objetivo: marcar, ganar, crecer... Su mejor amigo en la plantilla se fue el verano pasado. Era Perea, su compatriota. Se lleva bien con todos los segmentos del vestuario: los turcos, los brasileños, el trío Juanfran-Godín-Adrián. Es el tercer capitán del equipo, junto a Gabi y Tiago. Y ha asumido un cierto rango como motivador. Suele tomar la palabra en los corrillos de preparación previos a los partidos. «Nos ha costado mucho», «Somos un equipo», le gusta decir. «Es imposible no alegrarse por él porque es una persona humilde, que hace grupo», explica Juanfran. «Merece todo lo que le pasa», ratifica Diego Costa. La sintonía de Falcao con Simeone es total. Antes de que el argentino fichase por el Atlético, el colombiano ya anticipó a sus fieles que el equipo cambiaría la atonía por la intensidad. Coincidieron en River. Y solo un nubarrón se cierne sobre la felicidad atlética con Falcao. Su vínculo total con Jorge Mendes -el agente de Mourinho y Cristiano-. También lo recuerdan en el club. El año pasado no jugó en el Bernabéu por lesión. Antes del partido acompañó a los rojiblancos no convocados por Manzano, pero cuando empezó el choque hizo mutis por el foro y se fue con Mendes a un palco privado del estadio. ABC
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