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armando2007
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Predeterminado Respuesta: La nefasta parábola de Mauricio Santoyo

La guerra que cambió su vida

Pero antes de llegar a la Casa de Nariño, Santoyo no solo estuvo en el Gaula de Medellín, hasta diciembre de 1999, sino que fue comandante del Cuerpo Élite Antiterrorista de 2000 a 2002. Al coronel le tocó una guerra de la que poco se habla: la pos Pablo Escobar. En esa época se consolida su relación con los narcos de Medellín, en particular con Rogelio, un exdetective del CTI, elegido por alias don Berna como su heredero al mando de la Oficina de Envigado.

Tras la muerte de Escobar, don Berna tomó el poder en Medellín. Y le tocó librar una guerra contra la banda la Terraza que, si bien había sido aliada para acabar con Pablo Escobar, ahora quería quedarse con parte del negocio de la droga. Berna no estaba dispuesto a ceder y rearmó la Oficina de Envigado, con alias Rogelio, entre otros, y se desató una guerra que se sintió con las bombas en el Parque Lleras en Medellín y en el Centro Comercial El Tesoro, en 2001.

Uno de los primeros testimonios contra Santoyo, el del Tuso Sierra, en 2010, reveló desde Estados Unidos que el coronel había sido protagonista de esa guerra. "El jefe máximo en Itagüí era el hermano de Berna, Hugo o Semilla, que lo mataron cuando la guerra de la Terraza. Esa guerra es otro tema bien espinoso… de cómo se combatió la Terraza con la ayuda del Cuerpo Especial Antiterrorismo comandado por Mauricio Santoyo. Después, Santoyo se fue a manejar la seguridad del presidente y dejó a cargo a Francisco Rodríguez y a ese lo mataron en la misma guerra de la Terraza, junto al comando de la Policía del Poblado".

Otro jefe paramilitar, Macaco, también lo salpicó diciendo que tenía nexos con Rogelio y que ambos -Rogelio y Santoyo- se habían reunido con el exsecretario de la Gobernación de Antioquia, Pedro Juan Moreno.

Pero lo terrible para Santoyo es que los señalamientos no son solo de ahora. Ni de paramilitares que estén buscando beneficios. Cuando él estaba al frente del Comando Élite Antiterrorista se conocieron denuncias en su contra. En una carta fechada en 2001 y dirigida al fiscal Alfonso Gómez, un agente denunció que el Gaula bajo el mando de Santoyo había colaborado con la Terraza y con paramilitares: "Se escoltaba armamento hacia la zona rural y se interceptaban teléfonos de guerrilleros o de personas que le debieran algo a los paramilitares". Y en 2000, la propia banda la Terraza le envió una carta al presidente Pastrana en la que decían: "Santoyo (fue) el encargado de ejecutar el secuestro y desaparición de Jairo Bedoya, miembro de la organización indígena de Antioquia". Y agregaban que a Santoyo: "a principios del año, nuestro grupo le hizo entrega de un carro Volswagen Golf morado con material explosivo para que se anotara un positivo".

Santoyo podría argumentar que esas cartas y esos testimonios eran dardos de los delincuentes para golpear a quien estaba haciendo la tarea de combatirlos. Y de hecho, cuando le imputaron cargos en Estados Unidos (indicment) el 24 de mayo de este año, su primera decisión fue entregarse para enfrentar el juicio. Convencido de que podría demostrar su inocencia.

Con lo que no contaba era con que Rogelio, que se entregó desde 2008, se había llevado consigo grabaciones que comprometían a Santoyo. Como buen detective del CTI, se dedicó a grabar ciertas charlas que podían ser útiles para poder negociar una pena favorable en ese país. Y a las pruebas de Rogelio se sumaron también los testimonios de dos mayores retirados, Roque García y Bayron Ordóñez, también fichas claves de Santoyo en sus nexos con la Oficina de Envigado. "Roque aceptó que trabajaron por años con ellos. Aceptó que varias veces recibió dinero de la Oficina para él y para el general Santoyo", dijo a SEMANA alguien que conoció su testimonio.

Ya cuando todo estaba consumado Salvatore Mancuso decidió 'confesar' y contó cómo Santoyo los ayudaba con las chuzadas: "Hicimos un trabajo de interceptaciones como las de Ronald Ruíz (de las Farc) y las de alias Byron (del ELN), pero son solo dos ejemplos porque con Santoyo se trabajó en muchos casos más". Y Francisco Zuluaga, Gordolindo, contó que le pagaron a Santoyo 500 millones de pesos por advertirles de dos operativos de la DEA para capturarlo a él y a alias don Berna.

El general Mauricio Santoyo, que se había ido a Estados Unidos tan convencido de dar la pelea, rápidamente cambió de idea. Y el 20 de agosto confesó y llegó a un acuerdo con la Fiscalía.

¿Dónde está la plata?

La Fiscalía de Colombia, hace dos semanas, incautó nueve propiedades, la mayoría de ellas pequeñas fincas en San José de Pare, y cinco vehículos que pertenecían a Santoyo y a su familia. Sin embargo, va a ser difícil demostrar que eso lo consiguieron con dineros mal habidos. Los Santoyo son conocidos en ese pueblo hace casi 200 años, cuando llegó Rufino Santoyo, y con el tiempo llegó a ser dueño de gran parte del municipio. Uno de los investigadores explica que las tierras pueden valer entre 2.000 y 3.000 millones de pesos y, anota, lo podría justificar Santoyo con los predios heredados y con el producto de su salario.

Las casas de las fincas La Estrella (de Mauricio Santoyo) y La Estrellita (de su mamá) no son suntuosas. De hecho, según los lugareños, los Santoyo se caracterizan por dos cosas: su sencillez y su unidad. "Cuando vayan a averiguar qué es lo que tiene Mauricio van a ver que es producto de su trabajo", dice una de sus hermanas.

El caso del general Santoyo es una terrible parábola de un uniformado que comenzó haciendo alianzas con el diablo para combatir a los criminales, y terminó convertido en un delincuente más. El viernes de esta semana un juez de Alexandria determinará si le impone diez o 15 años de prisión.

El gran interrogante que queda en el aire es si Santoyo prendió su propio ventilador. Un especialista en el sistema judicial de Estados Unidos y conocedor del caso le dijo a SEMANA que por la velocidad con la que finiquitaron el acuerdo y la audiencia de lectura de sentencia, es posible que Santoyo no haya dicho nada. Además, el delito de apoyo a grupos terroristas, según las leyes de Estados Unidos da una pena de diez a 15 años. Es decir, no le están descontando pena.

No obstante, lo que no está muy claro es por qué mientras en el indicment del 24 de mayo lo acusaban de tráfico de drogas, que da una pena mucho más alta, ahora se lo cambiaron por un delito menos grave. ¿Cuánta información pueden obtener de una persona que como Santoyo fue testigo de primera mano de tantos episodios importantes y de tantos temas de seguridad nacional en Colombia?

Fuente Semana

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