Más allá de la investigación disciplinaria y la consiguiente sanción hay que ver el por qué de estos hechos, de esta cultura de la muerte que no sólo expresan estos soldados, sino los colombianos en general que al tiempo que rechazan el hecho piden igual tratamiento para los militares implicados, resucitando la Ley del Talión que hace cuatro milenios se instauró en Babilonia y que, supuestamente, ya hemos superado.

Imponer la cultura de la vida en un país donde la violencia se instauró hace mucho para resolver los problemas y se quedó enquistada sin alternativa posible es tarea que se mira casi como un imposible. Si me matan yo mato, si me hieren yo hiero; lo malo del cuento, como lo dijo lúcidamente Gandhi, es que el ojo por ojo deja al final a todo el mundo tuerto.