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Antiguo 15-11-2012 , 16:21:48   #26
! Master !
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Predeterminado Respuesta: El Coronel no tiene quien le escriba (Léelo acá no lo descargues)

—Es un martirio andar con esto por todas partes —dijo—. Es como cargar la muerte en el bolsillo.
El coronel se acercó al escritorio. Examinó la pastilla en la palma de la mano hasta cuando don Sabas lo invitó a saborearla.
—Es para endulzar el café —le explicó—. Es azúcar, pero sin azúcar.
—Por supuesto —dijo el coronel, la saliva impregnada de una dulzura triste—. Es algo así como repicar pero sin campanas.
Don Sabas se acodó al escritorio con el rostro entre las manos después de que su mujer le aplicó la inyección. El coronel no supo qué hacer con su cuerpo. La mujer desconectó el ventilador eléctrico, lo puso sobre la caja blindada y luego se dirigió al armario.
—El paraguas tiene algo que ver con la muerte —dijo.
El coronel no le puso atención. Había salido de su casa a las cuatro con el propósito de esperar el correo, pero la lluvia lo obligó a refugiarse en la oficina de don Sabas. Aún llovía cuando pitaron las lanchas.
“Todo el mundo dice que la muerte es una mujer”, siguió diciendo la mujer. Era corpulenta, más alta que su marido, y con una verruga pilosa en el labio superior. Su manera de hablar recordaba el zumbido del ventilador eléctrico. “Pero a mí no me parece que sea una mujer”, dijo. Cerró el armario y se volvió a consultar la mirada del coronel:
—Yo creo que es un animal con pezuñas.
—Es posible —admitió el coronel—. A veces suceden cosas muy extrañas.
Pensó en el administrador de correos saltando a la lancha con un impermeable de hule. Había transcurrido un mes desde cuando cambió de abogado. Tenía derecho a esperar una respuesta. La mujer de don Sabas siguió hablando de la muerte hasta cuando advirtió la expresión absorta del coronel.
—Compadre —dijo—. Usted debe tener una preocupación.
El coronel recuperó su cuerpo.
—Así es comadre —mintió—. Estoy pensando que ya son las cinco y no se le ha puesto la inyección al gallo.
Ella quedó perpleja.
—Una inyección para un gallo como si fuera un ser humano —gritó—. Eso es un sacrilegio.

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