Respuesta: El Coronel no tiene quien le escriba (Léelo acá no lo descargues) Germán lo miró perplejo.
“Ya yo estoy muy viejo para eso”, siguió diciendo el coronel. Imprimió a su voz una severidad convincente. “Es demasiada responsabilidad para mí. Desde hace días tengo la impresión de que ese animal sé está muriendo”.
—No se preocupe, coronel —dijo Alfonso—. Lo que pasa es que en esta época el gallo está emplumando. Tiene fiebre en los cañones.
—El mes entrante estará bien —confirmó Germán.
—De todos modos no lo quiero —dijo el coronel.
Germán lo penetró con sus pupilas.
—Dese cuenta de las cosas, coronel —insistió—. Lo importante es que sea usted quien ponga en la gallera el gallo de Agustín.
El coronel lo pensó. “Me doy cuenta”, dijo. “Por eso lo he tenido hasta ahora”. Apretó los dientes y se sintió con fuerzas para avanzar:
—Lo malo es que todavía faltan tres meses.
Germán fue quien comprendió.
—Si no es nada más que por eso no hay problema —dijo.
Y propuso su fórmula. Los otros aceptaron. Al anochecer, cuando entró a la casa con el envoltorio bajo el brazo, su mujer sufrió una desilusión.
—Nada —preguntó.
—Nada —respondió el coronel—. Pero ahora no importa. Los muchachos se encargarán de alimentar al gallo. |