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Antiguo 15-11-2012 , 16:19:30   #23
! Master !
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Predeterminado Respuesta: El Coronel no tiene quien le escriba (Léelo acá no lo descargues)

Le dieron la hoja clandestina. El coronel la guardó en el bolsillo del pantalón. Luego permaneció en silencio tamborileando sobre el envoltorio hasta cuando se dio cuenta de que alguien lo había advertido. Quedó en suspenso.
—¿Qué lleva ahí, coronel?
El coronel eludió los penetrantes ojos verdes de Germán.
—Nada —mintió—. Que le llevo el reloj al alemán para que me lo componga.
“No sea bobo, coronel”, dijo Germán, tratando de apoderarse del envoltorio. “Espérese y lo examino”.
Él resistió. No dijo nada pero sus párpados se volvieron cárdenos. Los otros insistieron.
—Déjelo, coronel. Él sabe de mecánica.
—Es que no quiero molestarle.
—Qué molestarle ni qué molestarle —discutió Germán. Cogió el reloj—. El alemán le arranca diez pesos y se lo deja lo mismo.
Entró a la sastrería con el reloj. Alvaro cosía a máquina. En el fondo, bajo una guitarra colgada de un clavo, una muchacha pegaba botones. Había un letrero clavado sobre la guitarra: “Prohibido hablar de política”. El coronel sintió que le sobraba el cuerpo. Apoyó los pies en el travesaño del taburete.
—Mierda, coronel.
Se sobresaltó. “Sin malas palabras”, dijo.
Alfonso se ajustó los anteojos a la nariz para examinar mejor los botines del coronel.
—Es por los zapatos —dijo—. Está usted estrenando unos zapatos del carajo.
—Pero se puede decir sin malas palabras —dijo el coronel, y mostró las suelas de sus botines de charol—. Estos monstruos tienen cuarenta años y es la primera vez que oyen una mala palabra.
“Ya está”, gritó Germán adentro al tiempo con la campana del reloj. En la casa vecina una mujer golpeó la pared divisoria; gritó:
—Dejen esa guitarra que todavía Agustín no tiene un año.
Estalló una carcajada.
—Es un reloj.
Germán salió con el envoltorio.
—No era nada —dijo—. Si quiere lo acompaño a la casa para ponerlo a nivel.
El coronel rehusó el ofrecimiento.
—¿Cuánto te debo?
—No se preocupe, coronel —respondió Germán ocupando su sitio en el grupo—. En enero paga el gallo.
El coronel encontró entonces una ocasión perseguida.
—Te propongo una cosa —dijo.
—¿Qué?
—Te regalo el gallo —examinó los rostros en contorno—. Les regalo el gallo a todos ustedes.

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