El olor de tu cuerpo aproximándose
Se confundió con el hedor de los sudores
Tus largos cabellos negros ondulaban sobre tu cuello
Camuflándose entre el oscuro y las tibias luces
Tus primeras palabras cortas y lentas en mi oído
Los labios enrojecidos por la previa exitación
Las curvas exageradas que rodeaban tu vestido
Todo se confabulaba sin objeión por aquel motivo.
Mi mente ya andaba resuelta
Mucho antes de haberte conocido
De que la mujer pelinegra y de ojos negros
Sería mia en ese preciso momento
La culpa se anunciaba silenciosa
El camino al cuarto parecía estrecharse
La sobriedad angustiaba aún mas el pensamiento
Pero ya las ropas estaban por el suelo
Lo que maravillosamente el vestido intuía
Se presento doradamente más magnifico
Cuando su piel relució entre las sombras
Y sus caderas me anunciaron que la visita se demoraría
Sus delicados lienzos negros
Se posaron en el remolino de sus nervios
Mientras mis ojos se maravillaban con el tacto
De unas carnes que me estaban delirando
La lluvia inundo esas sabanas usadas
Las ropas volvieron a encontrar su destino
El ancho de la monotonía tocaba fondo
Los cuerpos se despedían en una descepcionante indiferencia
Solo fue una visita de su piel dorada
Tan sólo una boleta de entrada
Apenas una pequeña prueba
De la mujer de grandes puertas