No es lo mismo volverse cansón con un tema que al fin y al cabo refleja el momento histórico que estamos pasando, que realizar productos audiovisuales para cumplirle los caprichos al mesías de turno. Los cineastas, como cualquier artista, muestran en sus producciones su visión particular del mundo, buena o mala dependiendo de su talento y de ahí que contribuyan a enriquecer la cultura propia.

Pero cuando se vuelve esquemático y se limita a glorificar a un líder, el relato se vuelve acartonado, aburridor, predecible, como la famosa moda en tiempos de Mao Zedong, vestimenta gris, todos uniformados en cuerpo y alma.

El cine y la TV venden valores, la fidelidad, el amor, el patriotismo, la solidaridad, la ternura, el glamour, la disciplina, en fin, y rechaza la traición, la codicia, la infidelidad... muchas historias a través de las cuales se muestra lo mejor y peor de una sociedad, no necesariamente con finales felices.

La cultura estadounidense, muy rica por la confluencia de etnias y culturas, se ha vuelto predominante en nuestros países. El capitalismo vende su mejor imagen y la aceptamos, la adoptamos y de paso nos uniformamos. Hay productos estupendos y muchos estereotipos, como en todo. Por eso son bienvenidas las muestras propias que reflejen nuestra cultura.

Hay un proyecto de la Berlinale (Festival de cine de Berlín) y el gobierno Alemán, el "World Cinema Fund" que apoya productos cinematográficos del Tercer mundo con la única condición de que sean una muestra de la propia cultura. Al año participan 3.000 guiones de todo el mundo en desarrollo y al final escogen diez para apoyarlos. En Colombia, por ejemplo, se premió con este apoyo a "Los viajes del viento" de Ciro Guerra, que participó en Cannes en la categoría "Una cierta mirada".

Eso es arte y muestra los logros y fracasos de una sociedad a través de historias, pero lo que jamás se puede hacer es fabricar arte por decreto. Cuba, por ejemplo, es una muestra de cómo puede realizarse un excelente cine desde la perspectiva socialista, sin caer en el discurso panfletario. No sorprende que en San Antonio de los baños se encuentra una de las más prestigiosas escuelas de cine y televisión del hemisferio.

Pero lo de Chávez, eavemaría, es el regreso al pasado del panfleto y la mediocridad.