-“Bueno, yo ya terminé con el trabajo por hoy”
Yo me levanté y me acerque a la puerta, ella dio un paso al interior de mi oficina, la verdad es que no sé si dije algo para que ella se quedara allí, recuerdo que me quedé mirándola fija e intensamente y me dijo: “Qué?”
No sé cómo ni si era lo mejor que podía haber dicho, el caso es que le dije:
- No, nada, hace tiempo que me fijo y me preguntaba si tu miras siempre así a todo el mundo, o a mi lo haces de esa manera por algo en particular.
Ella como cortada contestó:
- No a todo el mundo igual…
Quizás vio una mínima respuesta en mi actitud de que con esa respuesta yo retrocedía por haber podido malinterpretar sus gestos y miradas en algo que no era, así que prácticamente seguido dijo
“…bueno, tal vez si que mirto de una manera diferente…”
No acabó de decirlo cuando la estaba besando, ella me correspondió, no estaba sorprendida, lo buscaba como lo buscaba yo, todo el deseo y las ganas que tenía salieron de mi, la agarre de la cintura y la acerque a mi cuerpo, ella se dio cuenta de mi excitación y de cómo me tenia, yo le comía la boca con pasión, mis manos soltaron su cadera una vez que la tenia apoyada en la pared. Cerré la puerta, y un mano se fue a su espalda mientras la otra se iba a su cuello. Al acariciarle y rodearle el cuello, levantó la cara, su excitación aumentaba, estaba cada vez más caliente, le besaba el cuello y con la mano la agarraba por la nuca, le gustaba sentirse controlada, dominada.
Mi otra mano ya estaba en uno de sus pechos, notaba su pezón duro, lo notaba debajo de la ropa, le fui desabrochando la blusa y le aparté el sostén, sus pechos eran como dos misiles, con unos pezones duros como piedras, conforme se los lamia ella gemía y me pedía que siguiera, que le encantaba.
-“Ummmm, no pares, cómo me gusta!!!!, sigue, sigue”
Aquello no tenía vuelta atrás y ella se iba a llevar el premio a mi espera, la blusa desapareció, y la falda ya estaba desabrochada bajaba hacia sus zapatos.
En eso ella se agachó, desabrochó con ansia mis pantalones y los abrió, dejando ver mi ropa interior donde se adivinaba mi erección con fuerza. Primero sobre mis calzoncillos, mordisqueando mi polla y después, bajándolos y sobre mi tranca dura como una estaca, empezó a hacerme ver las estrellas. Dios mio era la mejor mamada que me habían hecho en mi vida y no había hecho sino empezar!!! Usaba la lengua y los labios como nunca antes había visto y sentido, me lamia el capullo, rodeándolo en círculos, se lo metía en la boca y era como si tratara de descorchar una botella a rosca, estaba enloqueciendo, mi polla cada vez estaba más dura y eso que ya era complicado conseguirlo, me lamia el tronco de mi verga, de arriba abajo y de abajo a arriba, lamia mis pelotas, era una locura de placer incesante. y ahí decidí volver a tomar las riendas y crear expectativas de deseo en repetir.
Sabía que no debía de hacerlo mal y que del esmero que pusiese dependería gran parte del éxito de otros momentos. Así que la levanté, la lleve a mi mesa y la senté en ella. Volví a comerle la boca por unos segundos, de ahí fui bajando por su pecho. le comí las tetas de nuevo y mientras mis manos habían empezado a acariciar la parte interior de sus muslos, a pasar suavemente por encima de su ropa interior. Seguí bajando… su ombligo, su vientre, sus bragas, empecé a besarla por los bordes de sus bragas y por encima de ellas, notaba como la humedad de su coñito las habían traspasado, y lo lamí por encima de ellas, Sofía gemía y respiraba con fuerza, se recostó hacia atrás, y en eso aparté sus bragas y su rajita húmeda apareció ante mi, toda depilada, suave y en esos momentos completamente mojada.
Pasé dos de mis dedos por encima y el “Ummmmmm” de Sofía me encantó. Mi boca se acercó besando con suavidad, besos alrededor, de su rajita, aun no directo, ella me puso una mano en la cabeza y me dijo: “cómemelo, cómemelo entero, me tienes loca, hazlo ya”
Ese fue el pistoletazo de salida, ella lo deseaba casi tanto como yo, pero ahora lo pedía. Mis labios empezaron a lamer su rajita, pronto mi lengua empezó a recorrerla y a abrir sus pliegues, el jugo de su chochito era deliciosos, caliente y mojado como nunca antes había probado, su coño estaba ardiendo y ella me gemía y susurraba: