Se separó de ella y le quitó su vestido, apareciendo sus redondo y enorme trasero, con los zapatos de tacón que traía, se le paraban más aún sus hermosas nalgas. Le dio vuelta y se vio su conejito adornado por un triangulo de hermosos pelitos.

La acostó en la cama, se desnudo de prisa. Mi esposa mientras tanto se contoneaba en la cama mirando con cara sonriente a la cámara.

-Acércate guey –Le dijo Javier a Esteban-. Y pásale la cámara bien cerca, recorre todo su cuerpo, esta bien buenota la guey, esta si es vieja no chingaderas y esta bien cachonda, toma bien la cara de puta que pone, jaja.

Estaba acostada con los brazos estirados sobre su cabeza, su rostro se veía mas hermoso que nunca, sus voluminosos pechos se veían enormes, redondos, aun estando recostada, su vientre en esa posición se veía divinamente plano, su ombligo perfecto, se antojaba chuparlo, los pliegues de su conejito, mostraban una rajita pequeña y cerrada, y unos muslos poderosos que te invitaban a devorarlos. Javier no aguantó más y separándole las piernas metió su rostro entre ellas y lamió como desesperado. Alicia lo tomo de los cabellos y lo apretaba más contra su entrepierna, jadeando y gritando que le venia un orgasmo. Javier fue besando cada parte de su cuerpo, fue subiendo, chupo los pelitos de su monte de Venus, les pasaba la lengua y fue ascendiendo, le dedico un minuto a meter la lengua en su ombligo hasta que llego a su busto, ahí se paso un buen tiempo, besaba todo el contorno de cada uno de sus pechos, hasta que llegaba al pezón y lo chupaba con fuerza, lo mordisqueaba, lo volvía a chupar y volvía a besar el contorno de esa bella masa de carne. Fue besando hasta llegar a su hermoso rostro, le acariciaba las mejillas, con sus dedos recorría sus cejas, el contorno de sus labios, la besaba tiernamente, le acariciaba el pelo, y la volvía a besar. La sentó nuevamente en la cama y él se puso de pie. Le acercó su enorme verga a los labios de mi esposa. Alicia abrió su boquita y se la fue tragando hasta donde pudo. Era una verga gruesa, grande, se curvaba un poco hacia arriba. Alicia empezó a besarle desde la base hasta la punta, luego se la introducía en su boca, después, sacaba su lengua y volvía a recorrer con ella todo el trayecto, desde la base, dando vuelta al contorno del pene, hasta la cabeza. Cuando besaba la base, los bellos púbicos de Javier se le introducían en su nariz y en su boca, porque a veces se sacaba el pene para quitarse algunos pelos de la lengua.

-Que rica mamada me estas dando, chiquita, no sabía que la mamaras tan rico. –Y dirigiéndose a Esteban, le dijo-. Acerca la cámara guey, para que todos vean como me mama la verga. A ver Alicia, así, deja mi verga en tu boquita y mira la cámara, así mamacita, te ves bien putita con toda mi riata en tu boca.

Alicia, trataba de sonreír a la cámara con el trozo de verga en su boca, pero estaba demasiado grande para engullirla por completo. Cuando la abofeteaba con su mástil, el tamaño se notaba imponente, pues le cubría todo el rostro a mi esposa, su verga abarcaba desde la barbilla hasta la frente. Una verga rugosa color café oscuro, llena de gruesas venas, y de cabeza gorda y muy colorada.

-Acerca y aleja la cámara, para que se vea bien. Prepárate Esteban, porque le voy a aventar todos lo mocos en la cara… Ahí van… Dirigiéndose a mi esposa, le dijo- Alicia, abre la boca mamacita, para que te tomes mi lechita.

Javier le agarro de la nuca y empezó a meter y sacar frenéticamente su enorme verga de la boca de mi esposa, hasta que lanzo en el interior de su boquita cinco a seis trallazos de leche. Algunos fallaron y chocaron en su nariz y otros en su mejilla derecha. Mantenía la boca abierta, escurriendo la leche por la comisura de sus labios.

-No te muevas mamacita. Esteban tómala con mis mecos en su rostro. Abre la boquita y enseña a la cámara que tienes lechita para tomar. Así corazón, ahora tómatela.

Mi esposa, hacia todo lo que le decía, recogió más semen con sus dedos y se los llevó a la boca, tomo la verga de Javier y la siguió chupando.

Esteban extrajo del pantalón su pene y sujetando Alicia de los cabellos hizo que se la mamara también. Javier, le aventó.

-Espérate cabrón, dije que ustedes van a seguir hasta que yo acabé.

-¡No mames! Ya acabaste.

-Tas pendejo si crees que solo mamadas le voy a dar. A esta putita hay que cogerla como Dios manda.

La acostó en la cama boca arriba, le levanto las piernas, las separó lo más que pudo, puso sus brazos en la parte posterior de las rodillas de mi mujer. Le acomodó el pene en su rajita, y se la metió de un jalón. No entró toda. Algo se interponía, la besó en el cuello, en la boca. Javier movió sus nalgas hacía arriba y empujo de nuevo con fuerza, clavándosela ahora sí hasta el fondo. Mi esposa, soltó un leve quejido, y agarrando de las nalgas a Javier, le acompañaba en el movimiento.

-Esteban, acerca la cámara lo más que puedas. Ya desvirgue a esta putita. Lo tiene bien cerradito la cabrona, nomás porque esta chorreando, si no, batallaba para metérselo.

Javier empezó a moverse salvajemente. Se escuchaban extraños sonidos, chack, chack, Los pechos de mi esposa, se movían eróticamente con cada embestida, le sujetó de las nalgas fuertemente, levantándola de los muslos se arqueo tratando de introducir más su verga. Javier se derrumbó en los voluminosos pechos de mi esposa.

-Acércate. –Le dijo a Esteban-. Que se vea como le va saliendo poco a poco mi verga de su panochita.

Y si, en un excelente acercamiento, se veía como iba saliendo la verga de Javier, al salir por completo, la raja de mi esposa, se cerró inmediatamente. La cámara seguía enfocando la vagina de mi mujer, de pronto, lentamente, empiezan a resbalar un liquido que salía de su rajita, era el semen de Javier.

Luego, aparece mi esposa boca abajo, quedando su redondeo y parado trasero en primera toma. Javier hundió su rostro en medio de las nalgas de mi esposa y empezó a lamber desesperadamente. Alicia tenía rato que no hablaba, solo gemía y se quejaba. Javier estuvo cerca de diez minutos chupando el culo de mi mujer, le metía un dedo, se lo sacaba y volvía a chupar. Después se sentó abajito de las nalgas de Alicia, y le abrió los cachetes, Esteban acercó la cámara y mostró el culito cerradito de mi esposa, y luego como poco a poco se iba introduciendo el dedo de Javier, hasta que lo tenia todo enterrado. Después aparecía el rostro de mi esposa, mordiendo las sabanas y con una mueca, sino de dolor si de incomodidad. Javier colocó su monstruosa verga en el culito de mi mujer y empujó. Su orificio era muy pequeño, para el grosor de su pene y no lo podía meter, a cada empujón, Alicia gritaba.

-¡Ay! me duele, no me la metas por allí, por favor, ¡Aaayyyy!