Para todos aquellos que se quedaron picados con los relatos de Alicia y quieren saber más de ella y solicitaron el realto: Abusan de Nosotros...

les dejo este pequeño extracto, ya que el relato completo parece telenovela. jeje.

Abusan de Nosotros... La boda:


La Boda en la Iglesia fue muy bonita, espiritual, en donde refrendamos ante Dios y nuestra familia, nuestro amor; y ante toda la concurrencia y con el micrófono cerca de nuestros labios, para que nadie se quedara sin escuchar, reafirmamos nuestros votos de fidelidad.

Alicia se veía muy hermosa, el maquillaje realzaba sus grandes ojos, y su mirada dulce y angelical; su linda carita resplandecía belleza a raudales. El hermoso vestido blanco, ensalzaba sus rotundas curvas, escote pronunciado, en el cual el par de globos de su busto amenazaba con salir de su encierro, la espalda era descubierta, mostrando una piel suave, blanca, y perfecta. El largo del vestido le llegaba arriba de sus rodillas, mostrando unos chamorros torneados, enfundados en unas bonitas medias blancas, las cuales estaban sujetadas por unos sexy portaligas que adornan sus maravillosos muslos; por detrás, cubriendo su redondo y parado trasero, una cola de dos metros de largo.

Al salir de la Iglesia todo era felicidad, nos tomamos fotos con mis suegros, cuñados, con mis padres, mis hermanas, todos gritaban por nuestra felicidad. Mis amigos también se tomaron la foto del recuerdo con nosotros y temí que hicieran de las suyas, pero al parecer se comportaron muy bien.

En la fiesta, todo iba de maravillas; hasta que Javier, invitó a bailar a mi ahora flamante esposa. Espere lo peor, que trataría de abusar de ella delante de todos los invitados; ya que desde que llegó a la recepción, andaba muy sospechoso; platicaba con dos personas mayores y señalaba continuamente a Alicia, luego platicaba con José Luís y volvía a señalar a mi esposa, luego reían con morbo… Pero no fue así, bailó normal, como baila una persona con la novia de su amigo. Alicia bailó con todo mundo, entre familiares y conocidos y por supuesto con la mayoría de mis amigos y todos se comportaron decentemente. Deje de preocuparme y empecé a disfrutar de la fiesta. Se partió el pastel, se bailó la víbora de la mar, y al llegar el brindis, noté que mi reciente esposa estaba muy chapeada (Mejillas coloradas), no paraba de reír, se le estaba subiendo la bebida a la cabeza, y solo le había dado tres o cuatro bebidas, poco alcohol y mucho refresco. Yo también estaba alegre, me había tomado como ocho bebidas bien cargaditas de licor, estaba algo mareado, pero muy poco, me sentía muy bien.

Cuando se despidieron mis padres, noté que ya no había ninguno de nuestros familiares cercanos, los que quedaban eran familiares lejanos o amigos de estos familiares, yo casi no conocía a nadie, excepto a mis amigos. Se acercó José Luís a nuestra mesa y me dijo:

-Ramón, podrías darme las llaves del coche… Disculpa, pero mi tío dice que va a ocupar su auto mañana en la mañana.

-El me dijo que se lo entregase hasta mañana.

-Si, pero le salio este compromiso de pronto, dijo que lo disculparas.

-Pero ahora ¿quién nos va a llevar al departamento de tu hermana? Además hay que llevarnos los regalos. –Interrumpió Alicia-.

-No se preocupen, yo les consigo Raid. Solo esperen un momento.

Le entregue las llaves y se fue a la mesa donde se encontraba su tío. Estaba muy preocupado, no sabía como nos íbamos a ir, El tiempo se me hizo eterno y cuando ya estaban tocando la canción “La barca de oro” que es cuando finaliza el baile, llegó José Luís.

- Ya esta arreglado lo de su raid. Se van a ir con los tíos de Esteban, que son los que van por el rumbo donde esta el departamento.

-Muchas Gracias, José Luís –Le dije, respirando aliviado-.

-De nada hombre, para que son los amigos. A poco si te pidiera un favor, ¿no me lo harías?

-Pues, si.

-Ya ves, es lo bueno de tener amigos que siempre quieren lo mejor para uno.

Les habló a varios amigos y se llevaron los regalos hacia el automóvil. Cuando terminaron, llegó Gerardo y Raúl, diciéndonos que nos estaban esperando en el auto.

El auto, era un vagoneta vieja pero muy amplia, en el capacete tenía una parrilla, en la cual acomodaron todos los regalos. Iban dos personas al frente, eran los tíos de Esteban; el que manejaba, se llamaba Carlos, viudo, tenia 56 años, pelo canoso, delgado, peludo, brazos fuertes, venas exaltadas; el otro se llamaba Pedro, Panzón, bigotón, de 52 años. Ambos de piel curtida por el sol, se notaban algo ebrios. En el asiento trasero se encontraban: Esteban, José Luís, Javier y Pablo. Gerardo se subió en las piernas de Esteban, y Raúl en las piernas de José Luís.

-Ya va bien lleno –Dijo Alicia-.

-Aquí caben- -Dijo Javier-. No sabemos dónde queda el departamento en el que se van a quedar. Además, en un taxi no van a caber todos los regalos. Vamos, suban.

Alicia me miro, como preguntando “¿Me subo? O ¿Qué hacemos?”. Todos empezaron a decirnos que nos subiéramos, las prisas no me dejaban pensar con claridad, así que solo le dije a mi esposa: “Esta bien, vamos”.

Al querer subir al auto, Javier me dijo: “Pero que caballerosidad” –Deteniéndome-. ¡Primero las damas!. Al subir Alicia, tuvo que inclinarse hacia delante proporcionándoles una excelente vista de su busto a los tíos de Esteban que no perdían detalle de mi esposa, pues en cada oportunidad la recorrían de arriba abajo. Al sentarse en las piernas de Javier, este la rodeo con sus brazos de la cintura y se la acomodó para que se sentará más atrás y me imagino que para restregarle el pene. Con el movimiento Alicia, entreabrió las piernas, haciendo que babearan los tíos de Esteban al ofrecerles una preciosa vista de su ropa interior. Finalmente yo me subí en las piernas de Pablo.

Pedro (Tio de Esteban) de plano se volteo hacia nosotros platicando de cualquier cosa para no quitarle el ojo de la entrepierna de Alicia, la cual abría y cerraba las piernas al ir forcejeando con Javier. Raúl le decía cosas al oído que hacían reír a mi reciente esposa, varias veces trató de pararse y Javier la sujetaba fuertemente y la volvía a sentar, luego se movía y decía “No Raúl, me haces cosquillas” y volvía a reír. Así pasaron los veinticinco minutos que duró el trayecto.

El departamento era pequeño, de una planta, constaba de una recamara con su baño, sala comedor y cocina. En la sala comedor, se encontraba una pequeña cantina, con algunas botellas de licor. Al Terminar de bajar los regalos, mis amigos, abrieron dos botellas, una los tíos de Esteban y otra mis amigos, empezaron a beber, de nada sirvió que les dijera que no eran mías esas botellas de vino. José Luís se fue a la recamara y encendió el televisor y se quedó allí, no dándole oportunidad a mi esposa de poder cambiarse de ropa. Esteban sacó la cámara de video y nos empezó a grabar a todos.

Alicia apartó a Javier, cuando este trató de abrazarla para forzarla a bailar. No sé si porque estaba tomada pero tuvo el valor de volver a apartarlo y gritarle que no quería bailar con él. Yo quería estar ya a solas con mi esposa, y mis amigos nada que se iban, les decía que se fueran porque tenía sueño, y ellos contestaban: “No hay pedo, vete a dormir; un rato más y nos vamos”.


Gerardo y Raúl divertían a mi esposa platicándole al oído, cosas chuscas. Carlos y Pedro, los tíos de Esteban no le quitaban el ojo de encima, la seguían con una mirada libidinosa a donde quiera que se moviera Alicia. Siempre tratando de ver algo más de lo que enseñaba en su escote o en su entrepierna.

Javier desde la cocina les habló a Gerardo, Raúl y José Luís. Gerardo y Raúl, le llevaron una bebida a mi esposa. En principio se negaba a tomarla, pero a insistencia de este par de niñatos, se la tomó.

Pensé que habían echo alguna de sus cochinadas a los que estaban acostumbrados, porque no le quitaban el ojo hasta que se tomó la bebida.

José Luís, se acercó con un cigarro y me lo ofreció.

-Fuma, te lo doy. –Me dijo-.

-No. Gracias.

-¡Que te lo fumes!... No me puedes hacer ese favor, recuerda lo que platicamos en el salón de baile, sobre los favores y los amigos. Te pido de favor que me acompañes con un cigarro, y te niegas. Además te va ayudar en esta noche de bodas, vas a ver… Vamos, fuma ya.

-Esta bien.

Al encenderlo, el departamento se llenó de un olor a hierba quemada José Luís me explicaba que el chiste de fumar esos cigarrillos era que uno no debe dejar escapar el humo. Después de terminar el cigarro, me sentí extraordinariamente bien, mis preocupaciones desaparecieron y empecé a reír como tonto por cualquier cosa. Le dije a José Luís que eran milagrosos sus cigarrillos, que me hacían sentir muy bien, me sirvió varias bebidas y me regaló dos nuevos cigarros.

Todos me rodeaban y platicaban conmigo, trataban a toda costa que no me levantase ni mirara en dirección a la recamara. Dejaron de cuidarme al notar que solo reía como idiota. Al mirar hacia la recamara alcancé a ver un par de torneadas piernas, levantadas verticalmente, completamente abiertas, las piernas estaban cubiertas con unas medias blancas transparentes, se alcanzaban a ver los portaligas y parte de su blanca y suave piel, y el culo de alguien, que se movía frenéticamente entre ellas. Era un movimiento salvaje, esas nalgas peludas, se movían de arriba abajo a una velocidad vertiginosa, produciendo un pequeño pero constante rechinido en el colchón de la cama, unos suaves y delicados quejidos me llegaban a mis oídos, así como, varias palabras vulgares y groseras.

Tardé un poco en comprender que era a mi esposa a la que se estaban cogiendo, Quería gritar que la dejaran, que se fueran, que nos dejaran solos, pero no decía nada y solo reía a carcajadas como idiota.