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Antiguo 25-10-2012 , 17:29:18   #2
PEDROELGRANDE
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PixelSHERLOCK Finished Respuesta: Chile: el triunfo de la “antipolítica” y sus legados

La larga batalla de los mapuche es otro alentador ejemplo de que, como decía Galileo en relación a la Tierra, la vida política chilena “sin embargo se mueve”. Sus heroicas luchas por la recuperación de sus tierras y derechos ancestrales es reprimida de una manera sanguinaria: si la represión a los estudiantes exhibe el ensañamiento propio del odio clasista, en el caso de los mapuche esto se potencia al combinarse con un escandaloso racismo, todo amparado por la implacable aplicación de la legislación antiterrorista instituida por Pinochet en 1984. Un ejemplo clarísimo de la baja calidad de la “democracia” en Chile –erigida por el saber convencional de las ciencias sociales como el modelo político a imitar- lo ofrece el hecho de que los gobiernos que le sucedieron no sólo no derogaron el engendro represivo del tirano sino que lo perfeccionaron. Juicios amañados, condenas absurdas e injustas, huelgas de hambre a las que el gobierno responde con criminal indiferencia, ataques a mujeres, ancianos y niños indefensos y asesinato de militantes configuran un cuadro –silenciado por los oligopolios mediáticos, por supuesto- que hacen que Chile al sur del río Bíobío se parezca más a Colombia que al resto del país. Tal como lo declara uno de los líderes mapuche, Pedro Cayuqueo, las fuerzas especiales de los carabineros actúan en la Araucanía con la ferocidad de un pitbull fuera de control. El gobierno de Piñera, al igual que lo hiciera la dictadura genocida argentina, sostiene que las fuerzas del orden se “exceden” en su celo represivo. No obstante, es el gobierno quien tiene la obligación de impedir que el pitbull verde prosiga sembrando destrucción y muerte en tierras mapuche, pero no lo hace.

Las movilizaciones estudiantiles y mapuche contrastan vivamente con la esclerosis que afecta a las formaciones partidarias y, en buena medida, al debilitado sindicalismo chileno. Si bien son vigorosas y merecedoras de todo apoyo su focalización temática y su intermitencia, sobre todo en el caso de los estudiantes, conspiran contra su eficacia práctica. Un ejemplo de esto lo ofrece la nula resistencia popular ante la reciente instalación de una base militar de Estados Unidos en Fuerte Aguayo, en Concón, pocos kilómetros al norte de Valparaíso. Dicha base, dependiente del Comando Sur, se especializará en el entrenamiento militar requerido por un programa del Pentágono denominado MOUT (Military Operations on Urban Terrain), es decir, “operaciones militares en terreno urbano” o, dicho sin eufemismos, entrenamiento de fuerzas especializadas en la represión de la protesta social. Washington y Santiago negociaron este acuerdo en el más absoluto de los secretos -¡otro rasgo de una “democracia”- y cuando se filtró la noticia, a propósito de la visita a Chile del Secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, en abril de este año, la base, construida en tiempo record, ya se había establecido. Pero ni antes ni después hubo marchas o manifestaciones repudiando la maniobra o exigiendo el desmantelamiento de la base.

Esta pasividad es uno de los peores legados de la “antipolítica”, de la larga noche pinochetista y de la espesa penumbra que proyectan sus sucesores. Una pasividad estimulada por el descrédito de todo lo que sea público, colectivo, político. A contracorriente, los jóvenes chilenos y los mapuche están haciendo una obra extraordinariamente importante para su país: son el ejemplar revulsivo de una sociedad desmovilizada y resignada, atontada por la publicidad consumista y sometida a un brutal proceso de re-educación política que el año próximo cumplirá cuarenta años. Una sociedad, también, abrumada por un nivel de endeudamiento que generaliza la angustia de las familias más pobres a la vez que engrosa las arcas de los bancos. Según el Ministerio de Desarrollo Social de Chile los sectores más pobres destinaban, a comienzos de este año, un 60 por ciento de sus ingresos al pago de sus deudas, debiendo sobrevivir con el 40 por ciento restante. En situaciones tan desesperantes como esa es difícil poder pensar y actuar políticamente, a menos que se tenga una clara conciencia política. Con sus luchas los jóvenes estudiantes y los mapuche demuestran que no todo está perdido, que hay futuro y que, tal vez, el año próximo, cuando se cumplan cuarenta años del martirio de Salvador Allende, su recuerdo encienda los corazones de sus compatriotas y los impulse a concluir una obra que el criminal golpe militar del 11 de septiembre del 1973 hizo que quedara inconclusa. Podría, de ese modo, iniciarse el crepúsculo de la “antipolítica”, a derrumbarse el ya aludido “analfabetismo político” metódicamente alentado como una estrategia de dominación por el pinochetismo y sus sucesores. A propósito de esto Brecht recordaba que “el peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.” Ojalá que estas sabias palabras del comunista alemán puedan ser difundidas masivamente por los movimientos que luchan por otro Chile. Sería una manera muy apropiada de combatir uno de los más ominosos legados del pinochetismo.

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