DeNunCianDo - Ver Mensaje Individual

PEDROELGRANDE · 21-10-2012 , 12:48:19

Por Soltérica

Los indígenas yámanas de Tierra del Fuego en Argentina tienen una palabra que es casi imposible de traducir: Mamihlapinatapei. Creo que tiene el Guinness Record de la palabra más específica del mundo, y significa "una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra comience una acción que ambos desean pero que ninguno se anima a iniciar".
Esa es una de mis palabras preferidas, en parte porque me parece muy sonora, y en parte porque no puedo dejar de pensar en momentos concretos de mi vida cada vez que la oigo. Es una palabra muy romántica, en el sentido de que asume que la otra persona está sintiendo lo mismo que uno en el mismo momento. Si uno supiera eso se evitaría muchos momentos incómodos, y el afán por evitar los momentos incómodos nos evitaría a todos mucho estrés.
Ejemplo concreto: Conozco un tipo en una fiesta, nos ponemos a hablar, la cosa fluye, me pide mi teléfono, nos damos besos apasionados a la luz de la parada del bus nocturno de Madrid. A la mañana siguiente me llama y me dice que vayamos a almorzar.
Yo me paseo en toalla por toda la casa midiéndome ropa y reviso 15 veces el pronóstico del clima. Me maquillo y me desmaquillo para verme "casual". Me peino y me despeino para verme "natural". Lo malo de esas citas de día es que uno quiere verse bonito, pero no tan bonito que se note el esfuerzo. Es de conocimiento universal que el que muestra el hambre no come. En cambio un viernes por la noche puede uno darse el lujo de sacar el vestido de leopardo y los zapatos de tacón y está perfectamente justificado. Sí, lo de las citas de día es todo un tema. Pero es otro tema.
El caso es que 15 minutos antes de que llegue el tipo por mí me empieza el dolor de estómago de sólo pensar en cómo lo voy a saludar. Si ya quemé un par de neuronas tratando de hacer una voz "relajada" por el teléfono cuando me llamó, lo de la saludada tiene pinta de grandes ligas en términos de desgaste neuronal. Vamos a ver, ya la cortina se desveló, ya nos dimos besos y ya todos vimos los hilos del titiritero. ¿En serio vamos a jugar a que no nos conocemos lo suficiente para saludarnos de beso en la boca? Anoche parecíamos de toda la vida, a quién tratamos de engañar. Pero si el tipo viene con toda la actitud y yo lo saludo de beso en la mejilla, ¿no pensará que le estoy mandando un mensaje subliminal de que vaya más despacio?
"¡Los hombres no entienden de mensajes subliminales!" grita mi compañera de apartamento desde lo más profundo de su clóset, en donde está buscando unas botas para que yo me mida con el vestido que nos tardamos dos horas en escoger. Dice que para salir de dudas lo mejor es el siempre fiel "beso andeniado", pero a mi esas cosas tan tibias no me gustan, y menos cuando son premeditadas. Yo opino que mejor no me arriesgo, porque si me lanzo va a parecer que quiero marcar territorio y definitivamente no estoy en ese plan. Pero si el tipo me manda la cara, qué hago, ¿se la quito? Tampoco se trata de ser antipática.
Sigo inmovilizada en el sofá barajando posibilidades y pensando en el efecto mariposa. En cómo una cosa tan aparentemente insignificante como un beso de saludada puede determinar el futuro de mi relación con este nuevo pretendiente. En cómo esa relación puede afectar mi futuro inmediato, mi futuro cercano, mi futuro lejano, el destino del país, y justo cuando mi mente va en imágenes de la Tierra desde un satélite, suena el citófono que me despierta de mi aventura cósmica egocéntrica.
El tipo está parado en la puerta, lo veo mientras bajo las escaleras y maldigo mentalmente porque me están sudando las manos. Me concentro en no enredarme en el tapete del hall de entrada con las botas de mi amiga, que calza un número más que yo. El tipo me sonríe y yo hago una mueca mostrando los dientes. Es lo más parecido que logré a una sonrisa, qué le vamos a hacer. Es que de verdad yo soy de noche, todo se me da más fácil cuando está oscuro: trabajar, estudiar, escribir, coquetear, ligar. De día no valgo nada, soy como el Gremlin bueno, el bobo.
Estoy a 3 pasos de la puerta, afuera hace sol, instintivamente meto la mano a la cartera, ¿qué estoy buscando? Las gafas de sol, siempre he tenido la estúpida convicción de que me hacen ser un poquito invisible. En el mismo movimiento abro la puerta y me pongo las gafas, tratando de verme despreocupada. Mamihlapinatapei, mamihlapinatapei, me repito mentalmente como un mantra. Es probable que el tipo esté pensando exactamente lo mismo que yo mientras me espera. Digo "hola", giro la cara 45 grados, una posición que me sirve para un beso en la boca o en la mejilla, cierro los ojos... y que sea lo que Dios quiera.