Palabra tras palabra, renglón tras renglón trato de borrarte de las páginas de mi vida y me pregunto ¿Con qué tinta están escritas las desdichas que me dejaste? Porque por más que me esfuerce no logro desaparecerlas. ¿Será tu tinta, tinta indeleble? ¿Será infinito el daño que me causas? O algún día conseguiré exorcizarme de tus demonios...
¿Será justo que tenga que cargar con ellos y contaminar otros cuerpos, otras almas otras personas que inocentemente se acercan en busca de afecto como algún día me acerqué a tu regazo?
¿Por qué cuando decidiste marcharte no te llevaste también tus demonios?, ¿Para qué los dejaste? Se que tu malhechor orgullo se alegra atormentándome y tu narciso se masturba con el placer que le produzco cuando multiplico en otras personas los suplicios que me causaste…. Pero ya suéltame, si no me quisiste para ti en todos los momentos que ilusionado me entregué, ¿Para qué me retienes? ¿Por que te resistes a entender que yo vivo, respiro, sueño, amo, duermo y deseo sin estar bajo tu sombra?
Hoy comprendo que la mujer que creí amar, en realidad no la amé, solo la padecí porque el amor es una ilusión compartida en dos corazones, y aquí faltó uno, el tuyo; solo eso faltó para que el amor se quedara con nosotros pero como el ave, alzó vuelo porque no encontró un nido en donde abrigarse y reproducirse.
No te condeno, no te odio, no te maldigo pero tampoco te comprendo, una y otra vez me he roto la cabeza intentándolo sin conseguir nada favorable. Lo único que me queda es alzar la vista al cielo y rogar una plegaria por lo bueno que aún queda en ti, para que no lo vayas a cambiar por unos cuantos ceros, o por un carro nuevo.