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Predeterminado Falcao, el perfume del miedo Calificación: de 5,00

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No hay nada más gratificante que leer un buen escrito, donde el talento se une al conocimiento y nos brinda una pincelada de la vida. Perarnau, no sólo periodista y escritor, sino también atleta olímpico, tiene la virtud de enlazar el pasado con el presente, para valorar mejor el momento presente.

Esta vez toma como pretexto a Falcao para llevarnos de la mano a un maravilloso pasado donde también hubo estupendos goleadores que marcaron una época. Esta vez habla de Gerd Müller, el fantástico jugador alemán al que pusieron el mote de "Bombardero de la nación", uno de los integrantes de la Selección alemana de comienzos de los setenta que deslumbró al mundo ganando la Eurocopa de 1972 y el Campeonato Mundial dos años después.

Un paralelo con Falcao, con la destreza del que maneja el idioma con fluidez, los recuerdos con la placidez de la sabiduría y el presente con el entusiasmo del que goza con el mejor espectáculo del mundo, sin fanatismos ni rencores. Una delicia leerlo siempre.


Cita:
Falcao, el perfume del miedo

martes, 9 octubre 2012, 19:40

1.- Les extrañará la comparación, pero Falcao me recuerda al Torpedo Müller aunque físicamente no se parezcan apenas. Si lo vemos desde este punto de vista, Müller fue más bien precursor del Kun Agüero, ambos tallos cortos y robustos, pero Falcao usa el mismo perfume que Müller: el peligro.

2.- El Torpedo Müller era como uno de esos bancos de madera del área de descanso en una autovía de la Selva Negra alemana. Madera de abeto cortada a golpes de hacha, sin pulir ni tallar, basta y poderosa. Un banco de esos en los que te sientas y percibes toda la rudeza del monte y hasta los nudos de la madera. Asentado en apenas dos patas como dos torres. Sin confort, pero útil para lo que necesitas: reposar un rato y respirar aire puro.

3.- Gerd Müller era así. Un futbolista de aire puro contundente. Le recuerdo bajito pese a que las fichas técnicas no lo certifiquen (1,76m). De apariencia lento, pesado y con dificultades para girarse, más que de un goleador, su cintura parecía predestinada a envejecer como la del luchador de sumo y poseía un cuello gigantesco de estibador de muelle hanseático. (Por cierto, contra pronóstico, Müller ha envejecido de maravilla).

4.- Son recuerdos infantiles, así que seguro andan algo desvirtuados. Nuestra infancia futbolística siempre mitifica algunas imágenes hasta convertirlas en certezas y es posible que con el Torpedo me haya ocurrido algo así. Pero sí estoy seguro de que era un delantero que daba miedo, con lo que mejor ir con su equipo. Te garantizaba pertenecer al bando de los vencedores.

5.- Sus carencias físicas (ni era rápido como Keegan, ni ágil como Cruyff, ni volaba como Santillana, ni poseía la técnica de Rexach) desaparecían dentro del área. En esa zona de fuego, el banco de madera se convertía en daga voladora. Poseía un último gesto que más tarde le vimos a Romario: la capacidad para desequilibrar con la punta de un dedo.

6.- A Müller se le asocia con la figura del tanque alemán, que es lo que nos dejaron aquellos tiempos de dominio del Bayern y la Mannschaft, tiempos en que jugasen como jugasen siempre ganaban los alemanes, tras aplastarte. En gran parte por el Torpedo, capaz de marcar con cualquier parte del cuerpo incluso si el partido no exigía tal proeza.



7.- La acción más peligrosa de Müller siempre ocurrió tras recibir de espaldas dentro del área. En esos casos, su cintura pesada adquiría la ligereza de una amazona grácil y con un giro veloz hipnotizaba a sus marcadores para ejecutar el golpe de la daga. Lo incomprensible no era el gol que había marcado, sino la transformación física que se había producido dentro del área: de abeto tosco a bailarina letal.

8.- Y peligro. Müller se perfumaba con peligro. Podíamos olerlo a través del televisor. No participaba en el juego, pero a la que el cuero se acercaba al área la madera adquiría vida y la guadaña salía a pasear. No le llamaron Torpedo porque sí.

9.- A eso mismo huele Falcao, sin parecerse en lo físico al Torpedo: el Tigre es ágil, veloz, ligero, a veces incluso parece liviano siendo poderoso como es; participa en el juego y su presencia pesa en el ambiente; físicamente está muy lejos de su homólogo alemán pero su gran virtud es la misma: el olor a peligro.

y 10.- Falcao es el pavor. La gélida sensación que padecen los defensas rivales; el espasmo que recorre el espinazo del aficionado; la certeza de que en este fútbol incierto el colombiano clavará la daga, ocurra lo que ocurra a su alrededor. Falcao es el perfume del miedo, del pavor, de Müller.
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