Cerca de la frontera con Kazajstán, una prisión conocida como el Delfín Negro aloja a los criminales más brutales de Rusia.

El Delfín Negro cuenta con unos 700 asesinos de los más peligrosos de Rusia. Entre todos ellos han matado a más de 3.500 personas, lo que hace una media de 5 asesinatos por recluso. Según palabras de uno de estos reclusos: “Siempre te están grabando en tu celda, te vigilan las 24 horas del día, también hay detectores de luz y de sonido, cada 15 minutos un guardia inspecciona las celdas…”

Parece que, únicamente, en el Delfín Negro, los reclusos andan en una postura forzada diseñada para inutilizarlos doblados por la cintura, con la cabeza agachada y esposados. Cuando se mueven entre edificios les vendan los ojos para que no tengan referencia ninguna de cómo son los edificios exteriores. Otro recluso comenta que “escapar es imposible, con estas rejas, con las alarmas permanentes, siempre vigilado es simplemente imposible…”

La temperatura ronda los 45º bajo cero, los perros guardianes son de los más fieros del mundo, pesan hasta 90 kilos de peso, miden casi 2 metros de alto y se dice que tienen una potencia de parada de un arma del calibre 45, son de una raza especialmente agresiva que se llama pastor del Cáucaso. Antes los empleaba el ejército ruso y ahora sirven para someter a los reclusos.

La vida de los presos es mucho más terrible que dejarse intimidar con la máxima seguridad que posee la cárcel, ya que no pueden ver ni por un segundo la luz del sol, ya que se encuentran encerrados en una habitación las 24 horas del día y solamente una vez al mes son sacados de su habitación para hacer la supervisión del cuarto en caso de que porten algún objeto no permitido. La comida es siempre la misma: sopa y pan. La única forma de salir es muriendo.

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