Lo que nos faltaba: resulta que el semen no solamente carga los espermatozoides que fecundan los óvulos, sino que es capaz de producir cambios en la estructura íntima de las células de las mujeres, que acaban influyendo en la forma como pensamos, actuamos y vemos. ¡Qué tal!
No lo digo yo, sino Tracey Chapman, investigadora de la Facultad de Ciencias Biológicas de la East Anglia University, del Reino Unido, que recientemente publicó semejantes hallazgos en el muy encumbrado Proceedings of the Royal Society B.
Les confieso que no salgo del asombro, y no solo porque el dichoso líquido parece tener propiedades similares a las que les atribuyen a los multivitamínicos, sino porque hay gente seria de verdad dedicada a indagar en sus vericuetos... Que los tiene.
En fin, la curiosa doctora Chapman dice que el responsable de los cambios no es el semen propiamente dicho, sino uno de sus componentes, para más señas una proteína conocida como "péptido sexual".
Este tiene la propiedad de pasar a nuestra sangre y, con la disculpa de alimentar nuestras células, de incrustarse impúdicamente en los cromosomas, con todo lo que eso conlleva. ¡Palabras mayores!
Ahora, vaya uno a saber si la tal proteína invasora esa es específica de cada señor (quiero decir, si tiene nombre y apellido) o si es una cosa genérica (mejor dicho, que es igual en todos los hombres).
Y no hagan esa cara, que tengo derecho a preguntar. Ahora que lo pienso, si la teoría de la investigadora resulta cierta, eso podría sustentar el cuento aquel de que hay unos hombres que tienen mejor mano que otros para las mujeres.
Es decir que mientras las parejas de unos empiezan a resplandecer a su lado, otras simplemente caen en un declive inexplicable.
Comprobarlo, claro, requiere más estudios; aun así los hallazgos son de verdad prometedores. ¿Qué tal si fuera posible reconstruir en el laboratorio el famoso péptido, producirlo a granel, empacarlo y venderlo en forma de cremas, grageas y espray? ¿Se imaginan si uno pudiera resolver ciertas carencias sacando de la cartera un simple device?
Insisto: ante ciertas carencias, pues para serles franca lo divertido no es la partícula y sus efectos, sino lo que hay que hacer para acceder a ella; eso sí, de manera natural. Hasta luego.
ESTHER BALAC