Ver Mensaje Individual
Antiguo 05-10-2012 , 14:18:05   #3
! Master !
SUPER MODERADOR
Cazadores De Webcamers
Super Moderador
Denunciante Leyenda
 
Avatar de ! Master !
Me Gusta ! Master ! apoya: Denunciando
! Master ! apoya: Zona Hot
! Master ! apoya: Sexual Turismo
Estadisticas
Mensajes: 178.613
Me Gusta Recibidos: 81371
Me Gustas Dados: 91689
Ingreso: 08 dic 2009

Temas Nominados a TDM
Temas Nominados Temas Nominados 391
Nominated  Temas Ganadores: 8
Reputacion Poder de Credibilidad: 2716
Puntos: 5225063
! Master ! tiene reputación más allá de la reputación! Master ! tiene reputación más allá de la reputación! Master ! tiene reputación más allá de la reputación! Master ! tiene reputación más allá de la reputación! Master ! tiene reputación más allá de la reputación! Master ! tiene reputación más allá de la reputación! Master ! tiene reputación más allá de la reputación! Master ! tiene reputación más allá de la reputación! Master ! tiene reputación más allá de la reputación! Master ! tiene reputación más allá de la reputación! Master ! tiene reputación más allá de la reputación
Premios Recibidos
Mejor Moderador Mejor Moderador Hall De La Fama Medalla A La Colaboracion Mejor Moderador Concurso General 
Total De Premios: 26

  
Predeterminado Respuesta: Regalo para mi amante

Se acomodó agarrando con firmeza mis caderas y me empezó a penetrar por el culo. Me resistí ante el dolor, pero su fortaleza pudo más y junto con un ardor tremendo sentí chocar sus huevos en mis nalgas. Grité pidiéndole que me lo sacara y sin misericordia se movió cada vez más rápido. El dolor era tanto que pensé que me desmayaba. Afortunadamente se vino rápido, sentí el calos des fuertes chorros de semen y se quedó descansando sobre de mí. Aproveché para separarme y lo tiré hacia un lado de la cama. Se oyó un estallido hueco cuando el pene se salió y mis piernas se llenaron de esperma, heces y sangre. Me dolía más que el culo, no podía mover las piernas y cojeando fui al baño. me senté en el retrete escuchando como goteaba mi trasero; hice mis necesidades fisiológicas, me limpié y se calmó poco a poco el dolor. Al regresar a la cama, mi esposo dormía profundamente. Nunca le permití que volviera a cogerme por allí.

Poco a poco tuvimos que ser más reservados en nuestras caricias, las cuales se restringían a nuestra alcoba: ya no le mamaba la verga en el auto cuando salíamos con los niños; él sólo me mamaba las chiches cuando estaba sumamente caliente y me cogía, sentada de frente o cabalgándolo; nunca volvió a intentar chuparme la panocha, y me pedía que no gritara en mis orgasmos porque “los niños pueden oír”. A pesar de todo, seguimos amándonos. Quizá con estas pequeñas frustraciones, él se emborrachaba con más frecuencia. Sin embargo, borracho le daban muchas ganas de cogerme y, aunque no me gustaba que tomara, era cuando más veces me cogía. Sábado y domingo eran días de cama si llegaba borracho, yo sólo me levantaba para atender a los críos y volvía al lecho para atender sus reclamos conyugales.

Así fueron mis primeros once años a su lado, de los cuales diez fueron de matrimonio, hasta que tuvimos que separarnos eventualmente por cuestiones de su trabajo y mis necesidades sexuales me obligaron a tener un amante, mi jefe en el trabajo, del cual les platiqué en mi primer relato (Sí, caí). Los años que pasé con amante complementaron la visión del amor. Mi fantasía de que me hicieran el sexo oral se cumplió, además de que me sentí tratada con mayor ternura, hasta el grado de sentir también amor por él.

Sin embargo, no me gustaba que mi jefe me dijera puta o putita, aunque lo hiciera cuando más calientes estábamos. Las primeras veces le pedí que no me dijera así.

—No me digas puta, yo sólo cojo con mi marido... y contigo —concluí después de una pausa, dudando de mi palabra.

El tiempo pasaba y no me lo decía, pero mi jefe, en uno de sus momentos de calentura, volvió a llamarme así.

—¡Qué rica puta tiene tu esposo en casa, te ha de gozar tanto como yo! —me dijo cuando se acababa de venir abundantemente y aún me escurría su esperma por las piernas.

Yo estaba en el Cielo y lo dejé pasar. Sin embargo, reflexioné y pensé en que no era puta de mi esposo, tampoco de mi jefe pues no le cobraba. Así, después de que hacía una hora habíamos cogido, me puse a jugar a ser puta. Me senté en sus piernas, le acaricié el pelo y lo besé. Al concluir el beso, sin dejar de acariciarlo, le dije "¿Esto va a ser así, sin nada a cambio?" “No sé, qué quieres”, me contestó. "Pues no debe ser gratis", insistí dándole un beso en la mejilla. “¿Cuánto cobras?, ¿te parece bien $200?” me respondió sacando un billete de su cartera, la cual tomé y saqué un billete más diciendo "Así está bien", dije antes de darle otro beso en la mejilla y me levantó para seguir con mi trabajo. ¡Nunca le devolví el dinero, pero nunca le pedí otra vez, no me gustó el juego.

Otro día, al llegar, me saludo con la inevitable pregunta cuando mi esposo estaba en la ciudad:

__________________

Última edición por ! Master !; 18-01-2022 a las 01:45:06
! Master ! no está en línea   Responder Citando
 
Page generated in 0,04708 seconds with 11 queries