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Predeterminado Respuesta: Millonarios, un grande al que Di Stéfano unió históricamente al Real Madrid

Una interesante historia de migración futbolística, de enfrentamientos con la Fifa, de estrellas internacionales y del vínculo que se creó entre Millonarios y el Real Madrid.

Cita:
26 Sep 2012 - 6:56 am

El Millonarios que cambió al Real Madrid

Por: Alfredo Relaño / El País, Madrid

Cuando llegó Di Stéfano, el equipo merengue sólo había ganado dos Ligas.


Di Stéfano, con la copa que le ofreció Millonarios como homenaje. / EFE

En el verano de 1949 Alfredo di Stéfano se fue por las bravas de River Plate, el club en el que se había criado, para enrolarse en Millonarios. En Colombia, la liga de clubes había decidido ponerse el mundo por montera y, con el nombre de División Mayor (Dimayor), acogió sin traspasos a todos los jugadores que aceptaron ponerse al margen de la FIFA. Y fueron muchos porque se pagaba bien. Para hacernos una idea, después de muchas broncas, discusiones y una huelga, Di Stéfano, entonces joven figura emergente, ganaba 3.500 dólares al año en River. Millonarios le dio 12.000 de ficha, 1.200 más al mes y la casa.

De modo que fueron muchos los que se pusieron fuera de la ley, hasta 200. Los argentinos se marcharon en su mayoría a Bogotá, los brasileños a Barranquilla, los uruguayos a Cúcuta, los peruanos a Cali y los ingleses, que también hubo muchos, a Santa Fe. Todo un problema para la FIFA, que reaccionó prohibiendo contratar a estos equipos para partidos amistosos fuera de Colombia.

La paz llegó en 1951, en el llamado Pacto de Lima, cuya alma máter fue el italiano Ottorino Barassi, el hombre que tuvo oculta la copa Jules Rimet bajo la cama durante toda la Segunda Guerra Mundial. El pacto establecía que los jugadores fugados seguirían perteneciendo a sus nuevos clubes hasta el 15 de octubre de 1954, día en el que su propiedad regresaría al club de origen. Los clubes colombianos no podían traspasar a esos jugadores, puesto que su propiedad había de retornar a su anterior dueño; éste tampoco podría disponer de ellos hasta finales de 1954. Con eso, la Dimayor se reintegraba a la legalidad y sus clubes podían ser contratados para amistosos fuera de Colombia.

En marzo de 1952, el Madrid celebró sus Bodas de Oro y organizó un torneo triangular con el Nörrkoping, sueco, y el Millonarios de Bogotá, el “Ballet Azul” como lo llamaban, cuyo eco había llegado hasta aquí. Lo ganó Millonarios, 2-2 con el Nörrkoping y 4-2 al Madrid. Di Stéfano marcó tres de los seis goles y estuvo en los otros tres. Bernabéu quedó fascinado. Samitier, que había viajado desde Barcelona, también. Ese verano, el Madrid jugaría cuatro partidos más contra Millos, dos amistosos en Bogotá y otros dos correspondientes a la Serie Mundial de Caracas, la conocida como Pequeña Copa del Mundo. Salieron a palos casi en cada partido. En Caracas, Pahiño y Di Stéfano se enzarzaron como gallos de pelea, el árbitro los expulsó a los dos, ambos se negaron a abandonar el campo y el colegiado tragó.

El Madrid ganó aquel torneo. Alfonso Senior, presidente del Millonarios, y Bernabéu se hicieron muy amigos. Pero Senior no se lo podía traspasar porque su propiedad habría de volver a River en octubre de 1954.

Al final de 1952, Di Stéfano se hartó de su aventura en Colombia. Mucho vuelo inseguro por aquellas cordilleras, mucho amistoso de aquí para allá, con largos viajes de avión que cada vez llevaba peor. Tenía 26 años, dos niñas nacidas en Bogotá, su padre había comprado una estancia y estaba harto de avión. Cobró 4.000 dólares adelantados del contrato siguiente y, aprovechando una excursión del equipo a Chile, se marchó a Buenos Aires.

Entonces, Kubala enfermó de tuberculosis y el Barça, buscando una figura que compensase tal ausencia e instado por Samitier, fue por Di Stéfano, por el que pagó a River 80.000 dólares, de los que adelantó la mitad al contado. Di Stéfano llegó en mayo de 1953 a Barcelona, donde se instaló, pero el club recibió la comunicación de la FIFA de que no podría jugar ni en amistosos, puesto que, legalmente, pertenecía a Millonarios. Mientras tanto, Kubala se había curado. En el verano, el Barça fue a jugar la Pequeña Copa del Mundo a Caracas, sin Di Stéfano, y el presidente, Enrique Martí Carreto, anunció antes de salir que aprovecharía para arreglarlo todo con Millonarios. Pero no se entendió con Senior, al que no quiso pagar la cantidad que le pedía: 27.000 dólares.

Quien sí se entendió con Senior fue el Madrid, que le pagó esa cantidad. Así que Di Stéfano estaba bloqueado. Ni era del Barça, ni del Madrid, ni de Millonarios ni de River. Y la FIFA no lo dejaba jugar ni amistosos. Para más inri, el 24 de agosto se cerraba el plazo para contratar extranjeros, que hubo que prolongar mientras se sustanciaba el caso. La federación española elevó consulta sobre el caso y la FIFA, a recomendación de Muñoz Calero (miembro español del organismo), decidió aquello de que Di Stéfano jugara las temporadas 1953-1954 y 1955-1956 en el Madrid y las de 1954-1955 y 1956-1957 en el Barça. Y así empezó en el Madrid la 1953-1954.

En la séptima jornada se enfrentaban los dos clubes. El Barça, que en el curso del pleito había intentado sin éxito devolver sus derechos a River o pasarlos a la Juve y que se sintió presionado para aceptar un pacto que no le gustaba, decidió que la situación era indigna y vendió su parte al Madrid, recibiendo los dos millones que dio a River con un pequeño interés. Dos días después, el Madrid ganaba por 5-0 al Barça con exhibición del crack.

Para cuando llegó Di Stéfano, el Madrid sólo había ganado dos ligas, ambas en la República, dicho sea de paso. Menos que el Barça (seis), el Athletic (cinco), el Atlético (cuatro) y el Valencia (tres). Desde que llegó, ha ganado más de la mitad de las que se han disputado. Y ganó de tacada las cinco primeras ediciones de la Copa de Europa, creada justamente entonces, con lo que se convirtió en leyenda.
Realmente, aquel viaje de Millonarios, que ahora rememoramos con motivo de su visita hoy al Trofeo Bernabéu, cambió el fútbol español. Y abrió paso a un pleito del que aún se habla.
Fuente: El Espectador


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