“La mayor parte de los beneficios derivados de la ciencia están
desigualmente distribuidos a causa de las asimetrías estructurales
existentes entre los países, las regiones y los grupos sociales, así
como entre los sexos. Conforme el saber científico se ha
transformado en un factor decisivo de la producción de riquezas, su
distribución se ha vuelto más desigual. Lo que distingue a los
pobres (sean personas o países) de los ricos no es sólo que
poseen menos bienes, sino que la gran mayoría de ellos está
excluida de la creación y de los beneficios del saber científico”
(UNESCO, 1999).