Hay que mirar con ojos desapasionados lo que dice el negociador de las Farc. Sobre los secuestrados habla de prisioneros de guerra y niegan que tengan alguno, es decir, que no tienen uniformados y ahora sabemos que el haber dejado en libertad al último grupo fue una condición impuesta por el Gobierno para los acercamientos de La Habana y no una simple muestra de generosidad de la subversión.

Lo que sí debe aclararse y esto se ha hecho en los procesos de paz que ha habido en el mundo, es que lo que pasó con los secuestrados que no aparecen, si en verdad ellos lo hicieron (habrá casos en que lo hizo la delincuencia común) y si es posible devolver sus restos mortales. La verdad es uno de los cimientos sobre los que descansa un proceso de paz.

De todas formas hay ya unos puntos claros. El proceso se desarrollará en medio del conflicto, las fuerzas armadas seguirán persiguiéndolos, no se admitirán exigencias imposibles de cumplir como la de la comparecencia de Simón Trinidad y la agenda se limitará a los puntos aprobados para evitar que se vuelva interminable.

La buena noticia es que el Gobierno ya lleva mucho terreno abonado con las leyes de víctimas y de restitución de tierras que es el primer punto de la agenda y el que podrían haberse convertido en un escollo para que avanzara. la deuda social con las víctimas del conflicto ya comenzó a pagarse.

De todas formas, dejando de lado su retórica y su grandilocuencia, de las palabras de sus negociadores se desprende que es cierto que no se levantarán de la mesa hasta no firmar la paz y manifiestan su deseo de intervenir en política con sus propios candidatos, a sabiendas de que podrán hacerlo únicamente después de que se desmovilicen y hagan entrega de sus armas.