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Antiguo 25-08-2012 , 03:24:59   #50
PEDROELGRANDE
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Kaffeetrinker 2 Respuesta: Micomandante es un inepto

10. Que el socialismo del siglo XXI nos ha ido aislando internacionalmente.
Mientras celebramos hoy la incorporación a Mercosur, nuestros vecinos han ido mucho más lejos y más rápido en materia de integración económica internacional. Países como Colombia, Perú, Chile y México entre otros, han firmado acuerdos de integración entre ellos mismos, con los Estados Unidos, con la Unión Europea, con Corea del Sur. Adicionalmente, nuestras políticas de integración son contradictorias. Mientras estatizamos empresas y hacemos la economía menos eficiente y competitiva, nos integramos a un mercado plenamente capitalista, en el cual la competencia no perdonará a los que no sean altamente productivos. Sin duda, las empresas privadas venezolanas estarán en total y creciente desventaja.

Leer Mas: http://www.denunciando.com/politica-...#ixzz24Xln9qpl


Si esto fuese cierto entonces ¿qué hacen los chinos disputándole el primer puesto a las potencias occidentales en el liderazgo social, eonómico y militar del planeta? Ah?



Venezuela en el Mercosur: Una nueva alianza estratégica



El ingreso de Venezuela al Mercosur ha tenido lecturas centradas en los aspectos económicos y comerciales, pero en lo esencial es una cuestión geopolítica y geoenergética. La región se convierte en potencia alimentaria e hidrocarburífera que apunta al Caribe.
El 31 de julio, cuando se decidió en Brasilia el ingreso de Venezuela al Mercosur, las presidentas Dilma Rousseff y Cristina Fernández enfatizaron en la importancia del nuevo Mercosur en el marco de la crisis mundial que se resume en el nacimiento de una “nuevo polo de poder”.
Durante la reunión en Brasilia, Chávez y Fernández firmaron una declaración conjunta que se orienta a incorporar a la estatizada YPF a la Faja Petrolífera del Orinoco y a la incorporación de PDVSA a los proyectos de explotación de petróleo y gas de esquisto en el sur de Argentina. El acuerdo prevé la elaboración de una cartera conjunta de proyectos en el área petroquímica que incluyan la transferencia de tecnología.
Pero la trascendencia de la primera ampliación del bloque va mucho más allá, sobre todo para Brasil quien fue su verdadero promotor. En opinión del el embajador Antonio Jose Ferreira Simões el ingreso venezolano “altera de manera significativa el peso internacional del Mercosur”[1].
Por un lado, porque a uno de los principales productores de alimentos del mundo se suma ahora un enorme potencial energético que se resume en que Venezuela posee las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, que Brasil cuenta con los mayores descubrimientos en su plataforma marítima y que Argentina cuenta con importantes yacimientos recién confirmados. A todo eso debe sumarse el inmenso potencial hídrico de la Amazonia y del Acuífero Guaraní.
“El Mercosur deja de ser un proyecto centrado en el Cono Sur y amplía su capacidad de irradiación hacia el Caribe y América Central”, enfatiza Ferreira Simões. Pero también refuerza su dimensión amazónica y abre una “perspectiva de desarrollo de la región norte de Brasil”[2].
Todo lo anterior implica un viraje geopolítico de enormes dimensiones. Un bloque que ya no sólo mira hacia el Atlántico Sur sino que se enfoca en el Caribe y América Central, está metiendo las narices en la más vieja, exclusiva e importante zona de influencia de los Estados Unidos, aquella que fue trampolín de su hegemonía global.
No es un paso cualquiera ni una decisión improvisada. Es, en lo esencial, una respuesta geoestratégica al reposicionamiento de Washington en la región.
Responder al imperio
Un largo artículo de Samuel Pinheiro Guimarães, el más influyente embajador de Itamaraty, titulado “Estados Unidos, Venezuela y Paraguay”[3], expone el núcleo de la visión brasileña del mundo actual. Señala que el objetivo estratégico central de Estados Unidos consiste en “incorporar todos los países de la región a su economía”, lo que supone “un alineamiento político de los países más débiles con los Estados Unidos en las negociaciones y en las crisis internacionales”.
En este momento estaría buscando la incorporación de Brasil y Argentina a su zona de influencia ya que se trata de “las dos principales economías industriales de América del Sur”. En relación a Venezuela, Pinheiro Guimarães sostiene que la elección de Chávez en 1998 supuso reorientar el país hacia América del Sur, diversificar su economía y exportaciones incluyendo a China y la construcción de infraestructura lo llevaron a romper su tradicional dependencia de Washington.
Esta decisión de Venezuela “afectó frontalmente el objetivo estratégico de la política exterior norteamericana de garantizar el acceso a fuentes de energía próximas y seguras”. Por eso Chávez comenzó a ser demonizado por la Casa Blanca y los medios afines.
Lo más interesante, empero, son las cuatro consecuencias que Pinheiro Guimarães atribuye al ingreso de Venezuela al Mercosur:
“Dificultar la “remoción” del presidente Chávez a través de un golpe de Estado; impedir la eventual reincorporación de Venezuela y de su enorme potencial económico y energético a la economía norteamericana; fortalecer el Mercosur y tornarlo aún más atractivo para la adhesión de los demás países de América del Sur; dificultar el proyecto permanente de Estados Unidos de creación de un área de libre comercio en América Latina, ahora por la eventual “fusión” de los acuerdos bilaterales de libre comercio, de la cual el acuerdo de la Alianza del Pacífico es un ejemplo”.
Sólo agregar que el párrafo anterior fue escrito por uno de los más influyentes personalidades de Brasil, funcionario de carrera de la cancillería, ex ministro de Asuntos Estratégicos durante el gobierno Lula, miembro del Centro de Estudios Estratégicos de la Escuela Superior de Guerra, redactor del proyecto Brasil 2022 e inspirador, entre otros, de la Estrategia Nacional de Defensa.
Incógnitas a despejar
Este giro no debería ser interpretado como algo definitivo sino, apenas, como una jugada más en el tablero de ajedrez regional. Los medios conservadores cuestionaron de forma rotunda el ingreso de Venezuela con argumentos tanto políticos como económicos.
“El creciente proteccionismo de las economías líderes del bloque y su postura política lo han reducido a una sombra de sí mismo”, se queja un informe de la agencia Reuters, que sostiene que el Mercosur “se ha convertido en un club político de líderes de izquierda que ambicionan la unidad latinoamericana”[4].
Cada parte está moviendo sus fichas. Cinco congresistas de Estados Unidos llegaron a Asunción el lunes 6 de agosto para dirigirse a Ciudad del Este, en la Triple Frontera, con el objetivo de “comprender mejor los desafíos del crimen transnacional que enfrenta el hemisferio occidental”, según un comunicado de la embajada estadounidense[5].

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