En una jugada dudosa, RCN reintegró a la casa estudio a Óscar Naranjo, uno de los participantes que más había despertado polémica por su supuesta homosexualidad, sus ocurrencias, sus gritos y su constante llanto.
El joven cordobés, de 18 años, fue el primer eliminado del programa y con su salida despertó controversia por los tintes de homofobia con que fue tratado. Sin embargo, dos semanas después regresó para reemplazar a una de las participantes que estaba en estado de embarazo.
Desde entonces, se convirtió en la piedra en el zapato de los demás concursantes y en el protagonista más conocido, para bien o para mal, entre los colombianos. Todos querían ver sus locuras y en las redes sociales no se hablaba de otra cosa. La estrategia fue un éxito.
El crítico de televisión Ómar Rincón cree que Óscar es "un personaje manipulado, libreteado para que genere conflicto, drama y, por ende, rating”. Y es que el casting de este tipo de programas está pensado para que los concursantes choquen.
Luego esos altercados se editan para crear personajes típicos de un melodrama, con héroes y villanos, donde lo último que importa es el talento de los concursantes. En estos personajes "Óscar asume el papel de Bufón, el bobo del pueblo, el hazmerreír de todos", agrega Rincón.