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Antiguo 24-07-2012 , 11:05:52   #12
RatonDark
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Predeterminado Respuesta: cristina y el viejo parte (2) 1


El taxista miro para todos lados, como buscando una cámara escondida, estoy segura que no podía creer que le estuviera pasando algo así.


Estaba asustada, en las dudas de aquel tipo vi la posibilidad de que nos bajara del taxi. Idealmente podría decir que no y llevarme a casa, pero si Don Tito insistía nos bajaría a ambos, exponiéndome ante Pablo. En mi desesperación decidí seguir con el morboso juego de mi supuesto suegro. Total, después de aquel día que mas daba que aquel morocho me admirara un rato, además el perjudicado iba a ser él con la calentura insatisfecha que se iba a llevar. Así que me acomode en el asiento, pare la cola, la falda se subió un poco más; arquee la espalda y saque mi brazo para dejar al descubierto mi generoso escote. El taxista se llevo la mano a su bigote, como para peinarlo y tomo su decisión.


—Está bien, vaya tranquilo.


—Ok, vuelvo en un rato— dijo agradecido Don Tito. Abrió la puerta, pero dudo antes de salir, debí saber que me tendría una sorpresa preparada— De todas formas sería mejor si se sienta acá atrás, para calmarla en caso que se asuste.


—Esta bien— dijo ansioso el taxista. Sentí que abría la puerta y se bajaba, Don Tito hizo lo propio para darle paso al morocho. Pude ver mejor a aquel oportunista, era más bajo de lo que pensé, inclusive más que el viejo, vestía un desgastado jeans que poco combinaba con la camisa barata que traía a medio abrochar, se veía nervioso o ansioso.—A que tipejo me obliga a exponerme este viejo—pensé— pero juro que será la última vez—me dije. El tipo entro y apenas acomodo sus piernas bajo mi cabeza puso su mano sobre mi hombro.


—Trátela como si fuera una niña, tranquilícela, ella se siente segura en el auto, mientras se sienta así no tendrá ningún problema— Le aconsejo mi supuesto suegro. Luego se fue.


El taxista se quedo tranquilo un minuto, seguramente hasta que Don Tito se perdió de vista. De reojo pude verlo como me miraba con descaro, lo mire hacia arriba y me encontré con su rostro sobrecargado de ansiedad, me dedico una sonrisa.


?Tranquila pequeña, Cholito te cuidara mientras vuelve tu papi.


?Gracias Señor? le respondí, no se me ocurrió otra cosa, lo único que quería era salir de ahí lo antes posible, antes que me viera Pablo, y si ese negrucho quería ser amable, para mí mejor.


Pero no tardo en aprovecharse de la situación. La mano que acariciaba mi hombro descendió lentamente hasta mi pecho. Aunque estaba apoyada en sus piernas podía sentir como le bombeaba el corazón. Otro desconocido manoseaba mi cuerpo. ?Esto debe parar? pensé y retire su mano hasta mi hombro, no quise mirarlo y cuando trato de volver a tocarme me protegí con mis brazos. Por unos momentos me sentí a salvo, parecía que se había resignado a acariciar la suave piel de mi hombro y contemplarme con descaro, pero la lujuria en tipos como él es más fuerte que el mínimo respeto que pudiesen sentir con el prójimo, no le importo que estuviera casada, no le importo que me resistiera, su mano volvió a buscar mis pechos. Trate de protegerme, de apretar mis brazos contra mi pecho, pero insistía; me arme de valor y lo mire con reproche. Esta vez no sonreía.


?No te portes mal con el Cholo dulzura, ¿o quieres que Don Cholo te saque del auto?.


Sus palabras fueron como si hubiera puesto una navaja en mi cuello, las posibilidades se arremolinaron en mi cabeza. Si me sacaba del auto, Pablo o algún compañero de trabajo podrían verme; nunca aceptaría llevarme a casa si seguía creyendo que estaba mal de la cabeza; si le decía la verdad se enfadaría o se aprovecharía de lo mismo para abusar de mí. De pronto, a lo lejos, sentí un timbre, muy similar al de los recreos de la escuela, supe que era la una de la tarde, la hora de almuerzo. La brava expresión de mi rostro cambio por una de miedo y suplica, mis brazos cedieron sin fuerzas y aquel bastardo atrapo mis pechos indefensos. Volvió a sonreír.


Sus magreos y la maldita situación que había provocado Don Tito me horrorizaban tanto como me empezaban a excitar. Sentí vergüenza de mi misma, como podía ser tan débil, y como mi cuerpo podía traicionarme así. Las toscas manos que me tocaban y los degenerados ojos que me desnudaban no eran los de mi marido, eran de un pobre diablo que nunca había ni podría estar con una mujer como yo; joven, bella y delicada. Y aún así sentí la temperatura entre mis piernas, expandiéndose, abriéndose, como el florecimiento de una rosa en primavera.


?Dios, que buenas tetas que tiene la princesita? balbuceaba para sí el muy perro. Sus magreos se intensificaron y una lagrima de impotencia rodo por mi mejilla.


Su mano izquierda se escabullo bajo mi camiseta, donde sus ásperos dedos torturaron mis pezones. Su mano derecha bajo recorriendo mi cintura hasta que llego a mi cola, ahí la magreo y sus dedos lucharon con la tela de mi faldita hasta que descubrió mi prieto trasero apenas cubierto por aquel diminuto coraless. Su tosca mano jugó con mi cola hasta que se molesto con ella y empezó a golpearla. Las palmadas resonaron.


?No, por favor? le rogué.


De pronto me soltó, por un momento pensé que se había apiadado de mí, me levanto bruscamente y se desabrocho el pantalón. Al instante apareció una tranca negra, venosa y con una cabeza hinchada y brillante. Esperaba que me obligara a chupársela, a todos los hombres les gusta y a las mujeres en mi estado les fascina, pero no lo hizo. Me volvió a tirar sobre su regazo, siguió dándome de palmadas, aún más fuerte que antes, mientras a tres centímetros de mi rostro se tiraba la verga.


?No, por favor?solicite, mas para disimular un gemido que para que se detuviera.


?Silencio niña, el Cholo se está divirtiendo?mas fuerte me pego?la princesa tiene el culito más bonito y definitivamente más maduro que la pendeja sobrina del Cholo?balbuceaba, estaba tan caliente que apenas y se preocupaba de la baba que le caía por la barbilla? y las tetas más grandes que el Cholo a apretado en la vida.


Cuando se cansaba de pegarme en la cola, volvía a apretar mis pechos con una violencia enfermiza, sin dejar de pajearse frente a mí. Yo lo miraba suplicante, mis cachetitos me ardían y mis pechos me dolían. Mi calentura se retenía y se avivaba por el dolor, me sentía una víctima, como nunca me había sentido con Don Tito.


?¡Me duele! ¡por favor! Por favor Don Cholo no me pegue mas, haré lo que sea por el Cholo pero no me pegue que me duele?pedí entre lagrimas. Estaba a punto de salir del auto y escapar pero la sola idea de encontrarme con Pablo casi desnuda y toda marcada por los infames magreos de ese pervertido me retenían, aún así el miedo a lo que me podría pasar hacia que la idea surgiera en mi cabeza una y otra vez.


?Mi sobrinita entiende que puede calmar al Cholo dándole cariño? dijo entre jadeos mientras me pegaba aún mas fuerte?apenas tiene quince años pero es muy inteligente.


Comprendí con que clase de tipo me había topado. El muy desgraciado no solo admiraba a su sobrina, sino que ya había abusado de ella?pobre chiquilla?pensé?y maldito de ti, negro de mierda.?Supe lo que quería. Y no sé si fue el deseo por que dejara de lastimarme o el deseo de satisfacer a un pervertido violador de jovencitas, pero tome su miembro y continúe con la paja que se estaba haciendo. Los golpes cesaron y sus magreos se convirtieron en caricias.


?Eso es buena niña, trata bien al Cholo y él tratara bien a la sucia princesita?era increíble con que clase de loco me había dejado el viejo pervertido de mi vecino. Le apreté la verga, la tenia dura como piedra. Su mano empezó a hurgar bajo el coraless y se encontró con mi húmeda entrepierna.


?Guauu, a la sobrinita del Cholo no se le moja hasta que el Cholo está adentro, la princesita sorprende al Cholo.


Su loca forma de hablar y la idea de que aquel hombre abusaba de su sobrina lo convirtió en un completo monstruo para mí, más maldito que Don Tito, mas maldito que todos aquellos miserables que me manosearon y puntearon en el bus. Y yo estaba a su merced, la mujer de Pablo, el hombre honesto, el marido fiel, y sentía como sus dedos entraban en mi cuerpo y como sus dedos buscaron mi agujerito posterior y lo presionaron para abrirse paso. Cerré los ojos para sentirlo mejor, sus dedos eran gruesos e impertinentes, uno presiono con fuerza y se abrió paso, pare la cola instintivamente y me lo enterré por completo.


?La princesita es juguetona, eso le gusta al Cholo, más que princesita parece putita? dijo el taxista. Y esa maldita palabra me revolvió por dentro. ¡Si!, eso era, una putita entregada a un maldito pervertido y no lo podía negar, lo estaba disfrutando. Y no pude resistirme, sabía que le gustaría escucharme y también sabía que me volvía loca cuando no les importaba.


?Don Cholo, no me pegue por favor, seré una niña buena?dije con la respiración entrecortada, mientras contemplaba la verga que tenia atrapada en mi mano, la estrujaba y cada vez la sentía mas gruesa y palpitante. Su cabeza estaba brillante y no pude evitarlo, presione desde la base hasta arriba de tal forma que de la punta de su capullo afloro una gran gota de fluido?Seré la princesa de mi marido y la putita de Don Cholo?dije antes de poder contenerme y con mi lengua recogí el brillante producto de la punta de su negra tranca. Su sabor era salado, más fuerte que el de Don Tito, mucho más salvaje que el de mi marido, era delicioso.


Al muy perro se le fue el aire como si le hubieran clavado un cuchillo en el pecho. Con mi lengua limpie todo su capullo y lo seguí ordeñando ansiosa por jugo de verga negra. No aguante más y lo case con mis labios y lo introduje en mi boca. Mi lengua lo abrazaba con hambre y mi boca lo succionaba como una bebita que lucha contra un biberón que apenas suelta unas gotas de leche.


?Que buena putita, la sobrina de Don Cholo nunca lo a chupado con hambre, siempre obligada?dijo el muy bastardo mientras me culeaba con sus dedos.


?Don Cholo, dele su semilla a la princesa, por favor, escupa su semilla en ella?suplique apenas liberando su miembro y parando mi cola para clavarme aún más profundo sus dedos. De solo pensar que esa verga en mi boca había violado a la sobrina de aquel bastardo me volvía loca, mas puta me sentía al disfrutarlo.


?¿Esta tranca negra a estado dentro de su sobrina Don Cholo?? pregunte extasiada.



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(para que compartamos alli tambien)
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