Frente a las latas retorcidas de seis vehículos particulares, para Óscar Mario Correa era difícil asimilar que, en cuestión de segundos, un camión sin control había acabado con la vida de su cuñado y de tres personas más, entre los viajeros que minutos antes de las diez de la mañana se encontraban en el Parador San José, a la entrada del corregimiento San José del Nus, del municipio de San Roque.

Entre la escena inexplicable, marcada por la muerte, vidrios rotos, latas y algunas huellas de sangre, los seis automotores reducidos a chatarra fueron los que llevaron la peor parte del accidente, cuando un camión cisterna, adscrito a Colanta, descendía sin frenos, según testigos, y embistió los automóviles estacionados frente al paradero.

La tragedia pudo ser mayor. Cerca pasó un desfile con motivo del 20 de Julio en el que participaban decenas de niños.

Ruta fatal
En dos carros que partieron de Medellín a las cinco de la mañana viajaban Óscar Mario, sus padres, su novia, su hermana y su cuñado, Javier Carrillo. En palabras de Óscar el viaje familiar hacia Barrancabermeja, donde él y su novia arreglarían detalles de su boda, había estado marcado por la alegría del compañero de su hermana, que antes de partir posaba para una foto, ataviado con un sombrero de mujer y una mueca; imagen que desde ahora será un recuerdo para sus seres queridos.

No acababan de acomodarse en el restaurante, cuando Javier se acercó al carro para buscar su celular, momento en el que coincidió con el camión dando vueltas y llevándose lo que encontraba a su paso.

“Sacamos al cuñado debajo de las latas. Varias personas nos ayudaron a montarlo a una mototaxi, lo llevamos al hospital, pero llegó muerto”, dijo Óscar.

Javier tenía 39 años, era arquitecto, dejó dos niños de su primer matrimonio, de 3 y 6 años.

“Me duele porque era una persona exageradamente caballerosa. Él se ofreció a ir por su celular para hacer una llamada. A mi hermana casi la coge el camión, porque estaba a un metro”, concluyó Óscar Mario.

Más drama
En el pequeño cementerio de San José del Nus, solitario por lo general, bajo la sombra de un guayabo, John Jairo Franco esperaba que le entregaran el cuerpo de su madre, otra de las víctimas del accidente. Él, su mamá Blanca Elena Builes, su hermana y una sobrina de cinco años iban a pasar el fin de semana de fiestas en Caracolí, donde tenían otros familiares.

John iba en moto, mientras que el resto del grupo había salido más temprano en el carro; el primero que recibió el impacto del camión lechero. En la carretera recibió una llamada que le advirtió del accidente. A pesar de que no se lo confirmaron, tenía la certeza de que su mamá no había sobrevivido.

“Era una madre ejemplar. Había tenido que superar muchos complejos desde hace 13 años cuando perdió una pierna en otro accidente de tránsito”, recordó, John Jairo, uno de los cuatro hijos de Blanca Elena.

En esa oportunidad la señora estuvo a punto de morir, pero respondió a la reanimación que le practicaron y sobrevivió, pero tuvieron que practicarle la amputación. Esta vez no tuvo la misma suerte y sus cuatro hijos lamentan su partida, aunque agradecen cada momento junto a ella.

“Ellos iban a salir por la noche, pero me dijeron que mejor lo dejaban para salir temprano. Yo, que no he sido muy expresivo, le di un beso y le eché la bendición y así nos despedimos”, recordó.