De todo pasó en este partido, desde los nervios de ambos jugadores por lo que se jugaban hasta las jugadas de fantasía de parte y parte en momentos cruciales, pasando por errores monumentales, dobles faltas inoportunas, desperdicios de quiebres, saques tímidos, aces culminantes y un público animando a Murray a romper el maleficio, pero aplaudiendo a quien también es local en la catedral del Tenis, el más grande, Roger Federer.

Emocionantes las palabras de Murray al finalizar el encuentro. Su llanto emocionó a todos los asistentes y a los que veíamos por TV a un gran tenista al que le pudo la experiencia de Federer y la presión tan grande de ser el primer británico desde 1934 en buscar la victoria en casa. Igual su gallardía al reconocer la grandeza de su rival e incluso un instante simpático al hacer alusión al "viejo" que se vio muy bien en el partido y a reconocer que pese a las molestias de espalda del suizo, pudo más su clase para conseguir la mítica séptima corona.

Aplausos para ambos, para el más grande entre los grandes y también para el escocés que sabe que ya tiene el sabor de la victoria en el futuro. Murray va a ganar Wimbledon, pero hoy debió inclinarse ante la leyenda.