Denunciante Ultra
 |  Raúl Castro aprende del comunismo a la china
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 | El presidente de Cuba visita Pekín y firma varios acuerdos de financiación con su homólogo, Hu Jintao, para revitalizar la arruinada economía de la isla  De un aliado como China, que ha dado con gran éxito el salto al capitalismo sin cambiarse siquiera de nombre, siempre se puede aprender algo. El presidente cubano, Raúl Castro, se ha entrevistado este jueves en Pekín con su homólogo chino, Hu Jintao, con quien ha firmado ocho acuerdos comerciales para revitalizar la calamitosa economía de la isla. Todavía bajo la tutela espiritual de su hermano Fidel, Raúl Castro se ha embarcado en una serie de tímidas reformas que pretenden adaptar elementos del libre mercado para acabar con la escasez que sufre Cuba. Pero necesita la ayuda financiera que le puede proporcionar el régimen chino a través de nuevas líneas de crédito y préstamos sin interés para llevar a cabo esta apertura, modernizar su arcaica tecnología y mejorar su servicio sanitario. La cuantía de tales acuerdos no ha sido, de momento, desvelada. Para Hu Jintao, supone devolverle el favor a un viejo amigo, ya que el régimen cubano fue, allá por 1960, uno de los primeros en establecer relaciones diplomáticas con la humilde China que pilotaba con puño de hierro el «Gran Timonel» Mao Zedong. A cambio, Pekín puede aleccionar a los tecnócratas de La Habana a la hora de transformar una economía planificada en otra que se rija por la oferta y la demanda. En su haber cuenta con la rica experiencia acumulada durante las tres últimas décadas gracias al proceso de apertura y reforma alumbrado por Deng Xiaoping poco después de la muerte de Mao en 1976. Desde entonces, China ha dejado atrás las tesis del marxismo-leninismo para practicar un capitalismo de Estado que ha sacado al país de la miseria hasta convertirlo en una superpotencia y generado una vasta clase media urbana que ya es el mercado más pujante del mundo, pero también disparado las diferencias sociales entre pobres y ricos. En este sentido, a Cuba le interesa especialmente aprender los mecanismos para controlar la estabilidad del mercado, permitiendo la entrada de comercios privados sin que se dispare la inflación, y la privatización de sus viejas y deficitarias industrias estatales, como ocurrió en China en los años 80 y 90. «Estamos encantados de que, en los últimos años, la relación entre China y Cuba haya seguido profundizándose», se congratuló Raúl Castro. Después de Venezuela, el gigante asiático es el primer socio comercial de La Habana y su principal fuente de financiación, con unos intercambios que llegan a los 1.800 millones de dólares anuales. Tras la descomposición a principios de los años 90 de la Unión Soviética, que era su único apoyo en el mundo, el régimen de los Castro intensificó su acercamiento a Pekín, pero el colapso de su economía ha continuado imparable. Como hizo China en su momento aprovechando su abundante e irrisoria mano de obra, Cuba debe aprender ahora a captar inversiones extranjeras para potenciar sus exportaciones, pero aún sigue padeciendo los efectos del embargo impuesto por Estados Unidos y no parece que el bloqueo vaya a levantarse a menos que haya un cambio de rumbo político. Tras su encuentro con Hu Jintao, Castro se entrevistará el viernes con Xi Jinping y Li Keqiang, que ya se perfilan, respectivamente, como el próximo presidente y primer ministro de China tras el relevo en la cúpula del Partido Comunista que tendrá lugar en otoño. Acompañado del vicepresidente del consejo de ministros, Ricardo Cabrisas, y del titular de Exteriores, Bruno Rodríguez, Raúl Castro visitará después Vietnam, otro país comunista que también se adoptado con notable fortuna al capitalismo y es uno de sus principales proveedores de arroz. En Asia, Castro aprende del comunismo a la china para sobrevivir. DIARIO ABC, 5 DE JULIO
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