Italia no jugó mal porque eso sería demeritarlos. España no los dejó jugar su fútbol exquisito que es diferente. España ganó porque es el mejor y lo demostró con suficiencia.

Desde el Mundial de Sudáfrica me deslumbró Alemania con esta nueva generación que encabezada por Özil transformó el equipo alemán, con elementos multiculturales que le agregaron a la velocidad y la fortaleza, el buen trato al balón, el juego a ras de piso, la picardía, el juego de cintura, acciones valiosas que la colocan entre las favoritas a ganarse el próximo mundial.

Pero España, esta España de hoy, Alemania no le hubiera podido ganar. Son, de lejos, el mejor seleccionado de Europa y siguen demostrando su casta de campeones para seguir siendo el mejor del mundo. Confío en que Alemania se fortalezca y pueda disputarles dentro de dos años el cetro orbital. Pero todavía les falta para llegar a la excelencia que demuestran los pupilos de Del Bosque.