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Antiguo 31-05-2012 , 12:18:12   #2
RatonDark
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Predeterminado Respuesta: :::en horas extras:::

follara así.

-Detente un momento putica. Quítame el pantalón.

Lo hice de inmediato. Quedó desnudo. Me levantó y sacó mi blusa bajó mis interiores y la falda la arremangó sobre mi cintura, me dejó con las botas. Me tomó del cabello, jalándolo, y me puso de rodillas nuevamente para que siguiera chupándolo.

-Sigue con tu trabajo oral puta...

Continué mamándole la verga por un rato más. Me sentía muy bien así. Me encantaba su pene. Llevábamos más de media hora así, cuando él mismo sacó de mi boca su ******o. Me hizo levantar y me llevó hasta la sala de espera frente a su oficina.

-Ven que te voy a follar como se lo merece una puta como tú.

Me acostó boca arriba sobre el sofá de la sala de espera abrió mis piernas que tomó con sus manos y puso su vergota en mi entrada. Yo la tomé y la fui metiendo de a poco. Me quejaba y a él eso le gustaba. De improviso avanzó y la metió toda. Hasta el fondo. Grité. Se acomodó y empezó a meter y sacar su pene dentro de mí. Lo hacía a una velocidad enorme y con una fuerza gigante.

-Te gusta así ¿no puta? ¿Te gusta?... perra...

Yo no paraba de gemir y de agarrarme de sus brazos fuertes. Sus embates eran tremendos. Unió mis piernas para apretar así su verga en mí. Y con una sola mano las tomaba y con la otra se apoyaba del espaldar del sofá. Me la metía y sacaba como una maquina sexual. Luego la sacó repleta de líquidos míos, pues ya había tenido un orgasmo durante la faena.

-Ponte en cuatro perra que me gusta penetrarlas así, a las putas como tú... Lo hice. Él me dio una palmada en las nalgas. Metió uno de sus dedos en mi coñito, lo sacó e intentó meterlo en mi trasero. Yo se lo impedí y él me abofeteó en la cara.


-¡Quédate quieta perra, que voy a hacer lo que yo quiera!Me quedé helada y quieta. Insistió metiendo uno de sus dedos en mi trasero. Nunca lo había hecho por ahí. Su dedo me molestaba sobremanera y cuando ya lo tenía dentro comenzó a meter otro en mi coñito el movimiento de ambos me fue excitando cada vez más. Fui moviendo mis caderas al ritmo de sus dedos. Entonces los sacó de su interior y se acomodó para penetrarme. Primero de forma normal por mi coño. La metió toda de una y comenzó a penetrarme fuerte. Yo tenía la cabeza enterrada en el espaldar del sofá. Sus embates me apretaban contra él.

Me tomaba de la cintura y me atraía hacía su verga que salía y entraba como un taladro. Sus huevos golpeaban mis nalgas y estaba a punto de un nuevo orgasmo. Se detuvo.

-Ahora vas a saber lo que es coquetear conmigo perra.

Puso su pene en mi entrada posterior y empezó a avanzar. Me dolía muchísimo. Él se veía experto en estos menesteres y esperó a que me relajara. Cuando el glande estaba dentro, comenzó nuevamente a empujar hasta tenerlo todo dentro. Allí mismo me tomó del cabello y me alzó la cara, al tiempo que me penetraba sin compasión. Se apoyaba de mi cadera y de mi cabello como si cabalgara a una yegua. Yo estaba en otro mundo sintiendo de todo: dolor, placer, lujuria, éxtasis, etc.
Me metía su pene con todo poder. Sentí que estaba por acabar pues se apoyó sobre mi cadera y su ritmo se aceleró. Dio varios embates más y sentí cómo inundaba mi traserito. Fue enorme la cantidad de esperma que salía de él. Sacó su miembro y lo limpió con mis nalgas y con mi falda enrollada a la cintura. Se sentó a mi lado y me besó.

-¿Te gustó, perrita? -Sí, sí me gustó jefe...

Él me sonrió y me invitó a que le limpiara la verga. Lo miré y me fui encima de su hermoso pene a lamerlo hasta dejarlo limpio. Mientras lo hacía sentí a alguien detrás de mí. Giré y se trataba del jefe de seguridad que miraba la escena con una cara de vicio increíble.

-¿Qué tal la vista José? Preguntó Daniel -Excelente...

Respondió el hombre mientras me miraba. Yo estaba congelada sentada desnuda a un lado de Daniel que me sobaba el cuello y se sonreía con José.

-Bien rica esta puta ¿cierto? -Pues yo la vi muy bien puesta don Daniel... -Ya sabe que de noche esta empresa es suya con todo lo que tiene dentro...

Al decir esto miré a Daniel y éste me sonrió. José se acercó hasta mí al tiempo que se bajaba el pantalón, sacando un pene gruesísimo y empalmado a más no poder, pues había visto todo desde el inicio. Lo tomó en sus manos y me lo ofreció para que lo chupase. Daniel me presionó del cuello y no hice más que abrir la boca e intentar tragarme el paquete del vigilante.
Su verga era más pequeña que la del jefe pero mucho más gruesa. Comencé a lamerlo y darle pequeñas mordidas.

-Eso sí, mamita, así. Mírame a los ojos mientras lo chupas... me gusta ver la cara de putas cuando lo maman...

Me decía el tipo mientras tocaba mis senos y se iba quitando la ropa. Daniel se sentó frente a nosotros a disfrutar de la escena.
El vigilante era un hombre de unos 45, bajito, pero acuerpado, blanco y calvo. Me detenía en la mamada para quitarse su ropa, hasta quedar completamente desnudo. Seguí mamándolo hasta que él me detuvo, se sentó en el sofá y me invito a sentarme sobre su verga gruesa. Así lo hice, sentí esa verga abriéndome un poco mi conchita pues el tamaño del grosor era inédito en mi cueva de sexo.
Cuando pude ensartarlo todo, él mismo me daba el ritmo para que subiera y bajara. Mientras me chupaba y tocaba los senos. La fricción con esa nueva verga hizo que me excitara mucho y que intentara llegar a un nuevo orgasmo. Aceleré el bajar y subir. Sentía cada vez más esa verga dentro. Abracé al vigilante y comencé a hablar: -Sí, sí, qué verga hermosa, me gusta sentirla dentro, dentro... sí, sí...- y me corrí de una forma inusual. Gritando fuertísimo. Arañando al vigilante de tal forma que violentamente me ...

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