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Denunciante Bronce
| Socotora: la isla misteriosa
Calificación: de
5,00 | A 350 kilómetros del Yemen continental se yergue, solitaria, la isla de Socotora, que alberga una curiosa colección de animales y plantas adaptados a esta tierra abrasadora, inclemente y ventosa. Icono de Socotora, el drago sangre de dragón usa las ramas erguidas para captar la humedad de la nieblade la montaña. Los conservacionistas temen que su escasa reproducción amenace el futuro de la especie. La luna llena se eleva sobre la meseta de Diksam, donde los dragos sangre de dragón crecen en bosquecillos dispersos. La piedra caliza de las llanuras interiores de Socotora se formó en una época en que el mar cubría la isla. Los antiquísimos picos graníticos de las montañas de Haggeher arañan los 1.500 metros de altitud. Las nubes nocturnas proporcionan humedad a una flora que se cuenta entre las más diversas de Asia. Chamaeleo monachus se encuentra únicamente en Socotora, como el 90 % de los otros reptiles de la isla. Los socotoríes creen que el camaleón es mágico: dicen que si una persona oye sus siseos, se queda muda. Caracoles terrestres trepan por los árboles en la árida llanura de Zhar para escapar del calor, y de los escarabajos carnívoros; pero a cambio quedan a merced de las aves hambrientas. En los bosques de dragos apenas hay arbolitos jóvenes. Algunos lo achacan a la falta de agua causada por la merma de la cubierta nubosa estacional, y dicen que en un siglo podrían desaparecer muchas arboledas. Un uadi, o arroyo estacional, serpentea entre los riscos de las montañas de Haggeher en dirección al mar. Aunque la mayor parte del granito de estas montañas es de color rojizo, los líquenes que lo cubren hacen que parezca blanco. Llamada mishhahir en socotorí, esta suculenta ha servido a los isleños de alimento de emergencia en épocas de hambruna. Sus flores ponen un toque de color en la caliza gris de la zona de Firmihin. La rosa del desierto debe su nombre a sus flores, aunque la planta no está relacionada con las rosas cultivadas. Los pastores atan tiras de la corteza venenosa de este árbol alrededor del cuello de los cabritos para protegerlos de los felinos silvestres. A lo largo de la costa sur de Socotora se extienden kilómetros de deslumbrantes dunas de arena blanca, como las de la playa de Aomak. Los fuertes vientos de la estación del monzón las transforman sin cesar.
__________________ "Aún hay vagos destellos de civilidad en este matadero salvaje que alguna vez fue la humanidad". |
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