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Antiguo 21-05-2012 , 22:06:16   #5
libardoa
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libardoa Mas alla que cualquier Dioslibardoa Mas alla que cualquier Dioslibardoa Mas alla que cualquier Dioslibardoa Mas alla que cualquier Dioslibardoa Mas alla que cualquier Dioslibardoa Mas alla que cualquier Dioslibardoa Mas alla que cualquier Dioslibardoa Mas alla que cualquier Dioslibardoa Mas alla que cualquier Dioslibardoa Mas alla que cualquier Dioslibardoa Mas alla que cualquier Dios
  
Kaffeetrinker 2 Respuesta: ... La Cueva De Hercules ... Para los que le gusta leer ...

Sin embargo Santa Olalla sí acompañó a Himmler a Toledo. Es cierto que también le acompañó a El Escorial, pero porque el Comisario falangista de la Arqueología fué asignado en Madrid a acompañar al séquito de Himmler en su viaje a Toledo. El Escorial era simplemente una escala de camino, en el viaje de la Ahnenerbe a Toledo, puesto que de El Escorial Himmler salió directamente hacia Toledo.

Pero es que además, esto mismo también se cumple con el ministro Ramón Serrano Suñer. El ministro Serrano Suñer no apareció para nada en San Sebastián, ni en Burgos, ni en Barcelona. Pero Serrano Suñer estuvo como un clavo allí en Toledo, puntualmente. Santa Olalla y Serrano, los dos representantes importantes, tenían que estar con Himmler en Toledo, porque Toledo era la clave importante y central de la visita de la Ahnenerbe a España.

¿Y qué era lo que había en Toledo? Pues no es ningún secreto, sobre todo para las órdenes ocultistas y herméticas, que desde hace muchos siglos hay muchas referencias, leyendas y crónicas, que narran que en Toledo se halla la Cueva de Hércules y dentro de ella, La Mesa de Salomón.

23 de octubre de 1940. En Barcelona, Himmler aparece acompañado en todo momento del General Luis Orgaz, que podemos ver en esta fotografía, en primera fila. Ya no hay rastro del Comisario falangista para la Arqueología, Julio Martínez Santa Olalla, ni del ministro de asuntos exteriores, Ramón Serrano Suñer. Ya habían cumplido la misión importante, que era acompañar a Himmler en su visita a Toledo.

La Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas tenía también un proyecto de excavación conjunta con la Ahnenerbe en el yacimiento arqueológico visigodo de Castiltierra, en la provincia de Segovia, en el que la Falange y las SS trabajarían juntas. Himmler aceptó el programa de excavación conjunta en Segovia, pero lo pospuso para después de las operaciones militares en el Este. Mientras tanto, Ernst Schäfer, el capitán de las SS que dirigió la expedición al Tibet y que buscó el legendario Reino intraterreno de Agharta, se presentó en Segovia en 1941, enviado por Himmler, para reconocer el terreno del yacimiento segoviano.


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Emblema de la 250 Spanische Freiwilligen Blauen Division, la División Azul. A la derecha, divisionarios españoles en Berlín en marzo de 1942.


De igual manera, desde 1939, la Ahnenerbe tenía planes para realizar investigaciones y excavaciones en las Islas Canarias, ya que los investigadores expertos de las SS como Herman Wirth consideraban que esas islas eran restos del continente perdido de la Atlántida, o que en todo caso, llegaron allí supervivientes ario-atlantes. Incluso ya estaba programado que fuera Otto Huth, otro investigador de la Ahnenerbe, quien dirigiera las excavaciones en Canarias. Pero esta operación de la Ahnenerbe en Canarias tuvo que posponerse indefinidamente, mientras durase la guerra.

Para los nazis, la búsqueda de la Mesa de Salomón en Toledo no se había cerrado, ni mucho menos. Durante los meses y años siguientes a la visita de Himmler a España, la unidad arqueológica de las SS, Ahnenerbe, y su homónima Ahnenerbe española, la "Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas" de España, creada a imagen y semejanza de la primera, dirigida por mandos y altos cargos de la Falange, siguieron manteniendo estrecho contacto, colaboración y seguimiento en una serie de temas y asuntos arqueológicos.

De hecho, el Comisario Jefe de la CGEA española, Julio Martínez Santa Olalla, realizó visitas secretas a Berlín, siendo recibido habitualmente en el aeropuerto de Tempelhof por su buen amigo, Wolfram Sievers, director de la unidad de operaciones especiales de la Ahnenerbe.

El comisario de Falange para la Arqueología en España, llevaba objetos interesantes e información reservada, de mucho interés para los investigadores arqueólogos de las SS, y siendo muy bien acogido por la cúpula de la Ahnenerbe alemana. Santa Olalla proporcionó mucho material a la Ahnenerbe. De vuelta a Madrid, el comisario arqueológico español, Santa Olalla, traía abundante material fotográfico y de revelado de alta tecnología, entre otros instrumentos científicos de investigación.

De igual manera, otro representante militar español, de máxima categoría, y con poder y mando sobre todo el asunto arqueológico en España, también iba a viajar con frecuencia a Alemania para mantener reuniones secretas del más alto nivel, con Adolf Hitler, Heinrich Himmler, y otros mandos nazis: el General José Moscardó e Ituarte, el mismo jefe militar que ejerció de anfitrión a Himmler en Toledo y le enseñó personalmente las ruinas de El Alcázar, en presencia también, como no, del Comisario Arqueológico Santa Olalla.


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El General José Moscardó, antiguo jefe militar de Toledo, y jefe máximo de Falange, con competencias en asuntos de Arqueología, conversa con Adolf Hitler durante una visita a Alemania el 12 de diciembre de 1941, un año después de la visita de Himmler a Toledo.

En 1939, el General Moscardó había sido nombrado Jefe de la Casa Militar de Franco, y en 1941 fué nombrado Jefe de la Falange Española y representante del Ejército español para visitar las tropas de la División Azul en Alemania y en el frente del Este. También era Jefe de varias Regiones militares de España. Moscardó, un auténtico brazo derecho de Franco, era el máximo Jefe de la Falange, organización que controlaba la actividad arqueológica en España, y a cuyo cargo y órdenes estaba la "Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas", creada en 1939.

En estas reuniones secretas de Moscardó con Hitler, y con Himmler, aparte de los temas habituales de conversación sobre el conflicto bélico europeo, trataron también asuntos de interés esotérico y arqueológico, pues tanto el Fuhrer como el Reichfurer, así como los altos mandos de Alemania, antes que nada, eran redomados ocultistas salidos de la Sociedad ocultista Thule.

Ninguna decisión bélica o de cualquier tipo se tomaba en el Alto Mando alemán sin antes consultar con los servicios especializados de mediums contactistas al servicio de las SS y del Fuhrer. Y Moscardó, el antiguo Jefe Militar de Toledo y Héroe de El Alcázar, traía de España la mejor información de la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas en relación a Toledo y la Mesa de Salomón, entre otras informaciones.


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El jefe de las SS, Heinrich Himmler, examinando piezas de interés en un laboratorio científico de la Ahnenerbe.

En septiembre de 1943 el general Karl Wolff fué enviado por Himmler a Italia como Comandante General de las SS y plenipotenciario militar de las zonas ocupadas, o lo que es lo mismo, embajador nazi ante la Santa Sede. En Roma Wolff podía tener todos los contactos necesarios, entrevistas y negociaciones con el Vaticano.

Tanto Hitler como Himmler conocían perfectamente la leyenda antigua que decía "El que posea la Mesa de Salomón será el dueño del mundo". La Mesa del sabio Salomón era un potente ordenador sobrenatural, capaz de materializar físicamente cualquier energía, concepto o plano teórico, y además podía mostrar imágenes de tiempos pasados y futuros, lo que le convertía en un objeto sagrado con un poder inigualable.

Himmler había estado en Toledo buscando la cueva de Hércules y la Mesa de Salomón, y aún estando él mismo en contacto directo con los espíritus, en sesiones rituales espiritistas, no pudo hallarla, pues para Himmler nada hubiera sido un impedimento, y de haberlo sabido cuando estuvo en Toledo, habría arrasado con todo, y habría allanado Toledo de haber sabido cómo apoderarse de la Mesa de Salomón. Los caballeros negros y druidas de Externsteine no pudieron llevar la Mesa de Salomón a su Castillo iniciático, tal y como hubiera sido su mayor deseo y aspiración esotérica.

Pero La Mesa de Salomón es un objeto diseñado por el Rey hebreo Salomón, ascendiente de Jesucristo, y no se construyó para que cayera en manos tenebrosas, de exterminadores ni genocidas, ni para ser objeto de deleite para sectas ocultistas que conspiran contra Dios. Por eso está protegida sobrenaturalmente de manera que nadie en La Tierra pueda hacerse con ella, excepto aquellas personas que Dios mismo disponga. Es un caso similar al Arca de la Alianza.

Por el contrario, el Reichfuhrer de la Alemania nazi terminó mal sus últimos días. En mayo de 1945, ante el avance del Ejército Rojo, a Himmler le fué encomendada la defensa del frente del Este pero la operación resultó un desastre.

Viendo que todo estaba perdido, Himmler trató de pactar un armisticio con los aliados del Oeste, pero Hitler lo descubrió, le retiró su confianza y ordenó su detención. Himmler escapó refugiándose de incógnito en Baviera, utilizando la identidad de un campesino muerto llamado Heinrich Hitzinger, pero fué arrestado por una patrulla inglesa cerca de Bremen y trasladado a un campo de detención en donde le reconoció el capitán Silverter. Antes de su interrogatorio, Himmler tragó una cápsula de cianuro que ocultaba en su dentadura.


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El final de la carrera ocultista le llegó a Heinrich Himmler el 23 de mayo de 1945. El final de muchos sueños, que para el mundo eran pesadillas.

Seguramente, si Himmler no hubiera hecho aquella estratagema y hubiera gozado de la confianza de Hitler, se habría salvado y habría acompañado al Fuhrer al submarino que le llevó a tierras argentinas, protegido y ayudado, al igual que todos los demás jerarcas nazis que escapaban, como Mengele, Borman, y tantos otros, por el Vaticano de Roma, el cual al final fué el que salió ganando de la Contienda y del Holocausto, como siempre, y se embolsó a cambio todo el oro judío, que nunca devolvió a nadie.

En el bunker del Fuhrer, quedaba muerto de un disparo en la frente, tendido sobre el suelo, uno de los dobles de Hitler, demasiado joven y delgado para ser el sesentón, ya con aspecto mayor, que era Adolf Hitler. Nadie que se vaya a suicidar se dispara en plena frente, sino en la sien.

Pero a los gobiernos aliados le convino más la versión del suicidio, para cerrar psicológicamente el episodio de la contienda bélica, y que se pudiera abrir una nueva etapa histórica en el mundo.

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