Chávez no es santo de mi devoción, no por sus intenciones, sino por la manera como quiso llevarlas a cabo, pero ahora manifiesto mi solidaridad con su grave enfermedad que al parecer es terminal.

Es usual que ante la cercanía de la muerte y la impotencia de la medicina se busque mantener la esperanza más allá de lo humanamente posible y es cuando los seres humanos buscan los dioses que cada civilización crea a su imagen y semejanza.

Curiosamente, y de esto dan fe los médicos y los psicólogos, quienes tienen algún tipo de creencia religiosa pueden sobrellevar mejor sus miedos y, en algunos casos, puede incluso producir reacciones favorables a sus enfermedades, no por milagros sino por el mismo organismo que encuentra nuevas fuerzas para sobrevivir.