Cada vez que me llamaba, yo me quedaba muy asustada porque temía que hubiera hecho algo mal sin querer.
Me acerqué a él por el lado derecho de su cama. El, que estaba asistiendo a mi masturbación acostado, se sentó en el borde de la cama con los pies en el suelo. Sin decir palabra, me pongo de pie delante de él, siempre con la cabeza gacha, las manos detrás de mi cuerpo y las piernas abiertas.
En silencio, levantó su mano derecha y la metió entre mis muslos. Yo sabía que mi deber era abrir las piernas aún más para que mi coño estuviera a su completa disposición.
Sus dedos comenzaron a frotar los labios de mi coño y luego comentó:
- ¡¡¡Tu estás hace un buen trato masturbándote y estás completamente seca.!!!
- Lo siento señor, es que nunca lo hice delante de nadie y estoy muy avergonzada, No me puedo relajar.
Esas palabras parecen que encendieron sus ganas, porque pude observar que su miembro estaba muy duro en el interior del pijama que llevaba.
- Sólo dejaré que se vaya, cuando me presente ese coño bien mojado, ¿entiendes?
- Sí, mí señor, lo entiendo.
- Muy bien, de vuelta a la esquina y continuar con tu tarea. Paras apenas cuanto esté mojada.
Muy humilde, volví a la esquina y seguí masajeando mi clítoris. Yo tenía que irme. Ya era demasiado tarde. Traté de calmar y distraer mis pensamientos para que pudiera imaginar una situación que me pusiera excitada.
Me llevó mucho tiempo hasta lograr poco a poco ir disminuyendo la tensión. Pensé en una escena romántica con mi novio y yo y así fui relajando hasta sentirme muy excitada y mojada. Cuando me di cuenta que mi vagina expulsaba líquido, me aventuré a decir:
- ¿Puedo acercarme para que me examine, Señor?
- Vení perra.
Rápidamente salí de la esquina y me acerqué al borde de su cama. Abrí mis piernas y moví mis caderas hacia delante para exponerme y mostrar sumisión.
Sus dedos se deslizaron de nuevo por los labios de mi vagina. Yo estaba muy aprensiva y muerta de miedo no estar a su satisfacción. El miedo me hizo más sumisa, entonces sin decir nada, tomé la iniciativa de poner mi pie derecho en la cama mientras que la izquierda estaba en el suelo. Por lo tanto yo estaba más abierta al monstruo de mierda.
Él permaneció en silencio sin mostrar o no su aprobación mi gesto. Sus dedos ahora se metían dentro en mí, deslizándose a través del canal vaginal. Él utilizaba su dedo medio y el dedo índice a girar dentro de mí.
Sus dedos entraban y salían varias veces mientras yo me equilibraba en mi posición. Finalmente rompió el silencio y preguntó:
- ¿Tu novio te coge con un condón?
- Sí, mi Señor.
Agitando la cabeza negativamente, él mostró que no admitía el uso de condones, y luego concluyó:
- Trata de empezar a tomar la píldora, pues te voy a coger con mi polla desnuda y me gusta eyacular todo adentro. Si te quedas embarazada mando tus fotos y películas para que todos la vean, ¿entiendes?
Llorando asustada, me limité a asentir con la cabeza positiva. Él quitó los dedos de adentro de mí, bajó el pijama hasta la rodilla y de nuevo expuso su enorme miembro.
- Siéntate frente a mí y mete mi verga toda dentro de tu coño. Vamos... Quiero bautizarte con mi leche.
Obediente, me senté frente a él, y yo fui encajando su miembro poco a poco en mí, para no hacerme daño. Él, en un gesto de impaciencia agarró mis hombros y me empujó hacia abajo. Su miembro de pleno se deslizó dentro de mí y me hizo gemíir de dolor.
- Me das muchas ganas, zorra en celo. Ahora muévete las caderas, anda...
Obediente y con dolor, yo fui me moviendo en su miembro duro en ir y venir dentro de mí. Él fue quedando cada vez más sin aliento, chupando y mordiendo mi cuello y mis pezones con cierta violencia.
- ¿Cómo estás perra sabrosa? No te detengas... Revuélvete más.... Más.... Vamos... Sea más rápido. ¡Eso es buenísimo...!
Yo nunca había tenido relaciones sexuales de manera tan salvaje. Mi única experiencia fue con mi novio, donde me quedaba abajo y él arriba.
El miembro de “mí dueño” era grande y yo tenía la sensación de que me estaba desvirgando. También empecé a sentir dolor y placer, porque el rosaba mi clítoris mientras su miembro entraba y salía de mi interior.
Empecé a gemir mucho y eso aumentó aún más los deseos de él. Sus manos fuertes, me agarró fuertemente por la cintura y me obligaba a acelerar el ritmo.
Me mordía de manera dolorosa mi pezón izquierdo y yo solté un grito de dolor. Entonces él no lo soporto más, comenzó a decir:
- Ya voy, ya voy... QUE PUTA MÁS SABROSA... AAAIIIIAYYYYYYYY.
Su “leche” se derramó todo dentro de mí. Yo seguía con movimientos desesperadamente hacia atrás y hacia delante hasta que él ordenó detenerme.
Dándose a sí por satisfecho, me empujó y me cae en el culo en el piso.
Asustada, improvisé una auto-humillación. Me puse a 4 patas y besando sus pies le dije:
- Gracias mí Señor por guardar su leche en mi interior.
Él sonrió y me mandó que limpiarra todo su pene con la boca antes de permitir irme. Yo tenía mucha prisa. Rápidamente limpié todo su miembro con la lengua hasta quedar satisfecho. Por supuesto que estuve a punto de vomitar de asco, pero con mucho esfuerzo logré contenerme.
- Fuiste razonable hoy. Espero que mejores la próxima vez.
- Sí, mí Señor.