esclavizada por el chantaje
Parte 4
Me quedé demasiado tiempo en esa posición y comencé a estar muy preocupada por el tiempo, pues me di cuenta de que estaba empezando oscurecer afuera, pero traté de mantenerme en silencio y completamente inmóvil mostrando mi sumisión.
Yo tenía que ir porque mis padres me darían un regaño y harían un montón de preguntas, pero no me atreví a pedir para irme.
Oí el reloj de la sala sonar 19h y hacía más de una hora que yo estaba desnuda e inmóvil al lado del televisor.
El frío era insoportable, me empecé a temblar mucho hasta que él rompió el silencio y dijo:
- Puta, siento frío en los pies, recojé en el según cajón de la cómoda unos calcetines y ven calentarme.
Yo sentía un odio mortal de él en ese momento, pero yo no tenía nada que hacer sino obedecer. Recogí los calcetines, me acerqué a él y comencé a poner en su pie derecho. En un gesto repentino, me dio un empujón muy fuerte con el pie, y cae al suelo llorando sin saber lo que hicieron mal.
Con la voz ríspida dijo:
- Perra tonta, sé más amable, busca agradarme, humíllate para mí, hacé algo que me guste antes de poner los calcetines.
De cabeza hacia abajo me limité a decir:
- Perdóneme Señor, yo soy muy estúpida, pero estoy aprendiendo.
Volví a la cama, hice cariños en sus pies con mis manos, le toqué con mis labios dando besos prolongados y lo chupé los dedos de los pies. Cuando se quedó satisfecho chasqueó los dedos y me ordenó que pusiera los calcetines en sus pies.
- Se está haciendo tarde y te voy a liberar, pero quiero ver qué haces algo que siempre quise ver a una putita como tu hacer.
- ¿Cómo que, Señor? Le pregunté con mucho miedo.
- En primer lugar quiero que encienda un cigarrillo para mí, está en el lado de la mesa de la sala.
Temblando de frío, le pedí permiso para salir de la habitación y fue a buscar un cigarrillo, lo encendí y volví con un cenicero también. Me acerqué a la cama que estaba sentado y me arrodillé, tomé sus manos y le di un beso húmedo con mis labios. Luego le entregué el cigarrillo quedé esperando que él continuara.
- ¿Sabes lo que quiero puta?
- No, mi Señor.
- Quiero que te quedes allá, en la esquina de la habitación frente a mí y me muestres cómo te masturbas.
Al instante sentí que mi cara de color rojo. Esto fue demasiado para mí. La masturbación es algo muy íntimo... se está haciendo demasiado humillante para él ver cómo me masturbo.
Me quedé trabada en mi lugar a punto de se me olvidar el frío. Se dio cuenta de lo mucho que me inquietó por la vergüenza inmensa que me traicionó, por lo que insistió:
- Hazlo bien cachondo, pues te quiero ver bien expuesta a tu dueño.
Me puse a llorar, pensé en mendigarle, pero sería estúpido. Tuve que ser fuerte porque ya había tenido que soportar tantas cosas ese día y faltaba poco para que me dejara ir.
Respiré hondo, me paré y caminé hasta la esquina de la habitación que él había designado. Era imposible no llorar, pero no le importaba eso, desde que yo fuera muy obediente.
Mientras él se enderezaba mejor en la cama, me paré frente a él, me abrió las piernas, bajé la cabeza (fue un gran alivio a bajar la cabeza porque no podía soportar verme mirándome mientras me masturbaba.)
Con el dedo índice y el medio de mi mano derecha, me acerqué a mi clítoris y comencé a masajear lentamente.
Él se echó a reír sin parar y eso me hizo sentir aún más humillada.
- Esto es extraordinario... ¡Qué espectáculo más bello.... que cachondo! No interrumpas... Vamos... No te detengas, yo ya vuelvo.
Se levantó de la cama, salió de la habitación y regresó en menos de 20 segundos. Traía en sus manos la maldita cámara de video.
- Esto merece un hermoso registro, ¿verdad?
Me seguí callada, pero me masturbando.
- Te hable, perra estúpida... ¿merece o no merece un registro?
- Sí mí señor, sí merece.
Se rió mucho, y luego ajustó la cámara para filmar.
- Trata de estar más expuesta. Abra las piernas un poco más y juega las caderas hacia delante y revuelva bien estos dedos en su pequeño y sabroso coño.
Por algún tiempo él filmaba quieto, hasta que decidió mejorar mi postura.
- Ahora, flexiona las rodillas sobre sus caderas y trata de mantenerse así en la punta de los dedos del pie... ...muy bien... Ahora cierra los ojos y siente lo que estás haciendo a mí... ja ja ja ja...
En ese momento yo era una mezcla de sentimientos diferentes, pero una cosa estaba segura, era vergüenza mucho mayor que el frío que sentía.
- Usa tú otra mano para acariciar tus pechos... aprieta los piquitos... ...Quiero ver... muéstrame cómo una chica putita, calentona , y guarra lo hace... ja ja ja ja.
De todos los momentos que había sufrido sin ninguna duda de que esa superaba en tamaño de todas, la humillación. A pesar de tener los ojos cerrados, podía imaginar él mirándome y grabándome desnuda en una situación tan vejatoria y en aquella posición me masturbo para ese monstruo.
Mientras me masturbaba, yo estaba pensando todo el tiempo en mis amigos y mi familia, pues yo no podría soportar si alguna vez viera las fotos y las películas que este hijo de puta estaba produciendo de mí. Claro que yo preferiría morir antes que soportar ese material en manos de personas desconocidas o no. Eso me daba cada vez más una certeza: "Yo estaba completamente EN EL LAS MANOS DEL BASTARDO Y ACEPTABA MI ESCLAVITUD COMO LA ÚNICA FORMA DE NO QUEDAR EXPUESTA A TODOS MI SERES QUERIDOS".
Frente a esta conclusión obvia, seguí masturbándome y escuchando sus mierdas de mi acto humillante. Él parecía leer mis pensamientos, porque en ese momento hizo la siguiente observación:
- Si las fotos y las películas que tengo de ti fuera enviadas a tus amigos y papas, estoy seguro de que serías expulsada de tu casa , o de lo contrario morirías de pena, junto con tu papa, por supuesto... ja ja ja ja.no vas a querer llevar este sentimiento de culpa por el resto de su vida, ¿no?
- Mí Señor lo sabe que no! - Yo le respondí secamente.
- Entonces aprende a servir a tu dueño cada vez mejor y te enseñaré mucho.
- Sí, mí Señor.
Seguí frotando mis dedos sobre mi clítoris, cabeza gacha y los ojos cerrados. Después de unos 10 o 15 minutos, él dijo:
- Toma un momento y ven acá.