Respuesta: Historia del Día de los Trabajadores Indíquenlos como personalmente responsables de cualquier dificultad que ocurra. Hagan un escarmiento realmente ejemplar con ellos si en verdad se producen dificultades". El desfile estaba comenzando, miles de trabajadores lo iban engrosando. Cada uno de ellos experimentaba la emoción de ver concretada su aspiración de solidaridad y fraternidad en la lucha común, y todos marchaban regocijados. Los niños se desprendían de vez en cuando de la mano de sus padres y corrían adelante haciendo cabriolas. La gente reía presa de raro júbilo, y miraba continuamente hacia atrás a la vasta concurrencia que la seguía y que parecía un símbolo visible del poder del trabajo al unificarse. Entre el número aparentemente sin fin había Caballeros del Trabajo y afiliados a la Federación Norteamericana del Trabajo, bohemios, alemanes, polacos, rusos, italianos, irlandeses, negros, blancos y antiguos vaqueros que ahora trabajaban en los corrales de los mataderos de Chicago. Había católicos, protestantes y judíos; anarquistas, socialistas, republicanos, comunistas y demócratas; pagadores de impuesto único y, en fin, gente corriente que formaba una sola e irresistible columna de voluntades para reclamar la implantación de la jornada de las ocho horas de trabajo en todas partes. Parsons marchaba cerca de la cabeza del desfile, del brazo de Lucy; Lulú, su hija de siete años, iba tomada de su mano y Albert, el varoncito de ocho años, tomaba la mano de su madre. El desfile se encaminó hacía el lago Front, punto de reunión para escuchar los discursos de los oradores. Hablaron en inglés, bohemio, alemán y polaco. Parsons fue el penúltimo en hacer uso de la palabra. Se refirió especialmente al poder invencible de la unidad obrera. Spies cerró el acto. Era joven, 31 años, muy bien parecido, con perfil clásico, ojos azules y piel muy blanca. Editaba el periódico de los trabajadores alemanes, "Arbeiter-Zeitung", y era extraordinariamente elocuente, tanto en su idioma nativo como en inglés. Su dinamismo y fogosidad lo hacían el favorito de las muchedumbres. El cerrado aplauso con que la multitud acogió el fin de su discurso culminó el acto. El 1° de mayo de 1886 había terminado. Pero esta gran manifestación y la movilización masiva realizada en todo el país por la jornada de ocho horas, no pasó desapercibida para los trabajadores del mundo. En La historia de un luchador norteamericano, H. M. Morais y W. Cahn escriben: "En 1888 la Federación Norteamericana del Trabajo [...] votó la continuación del movimiento por la conquista de la jornada de ocho horas, fijando el 1° de mayo de 1890 como el día para una acción decisiva. Al año siguiente, dirigentes del Movimiento Obrero organizado de muchos países se reunieron en París. Después de haber escuchado lo que había sucedido en los Estados Unidos, votaron unánimemente en apoyo de la lucha para la conquista de la jornada de ocho horas, y designaron también el 1° de mayo de 1890 para una acción internacional para lograr aquella conquista. Y en la fecha fijada los trabajadores de toda Europa demostraron su solidaridad con sus hermanos de los EE.UU. realizando numerosos desfiles, reuniones y manifestaciones masivas exigiendo en todas partes la reducción de las jornadas de trabajo". |