El Bernabéu sentencia definitivamente a Kaká

Ricardo Izecson dos Santos Leite, Kaká, pudo haber disputado anoche uno de sus últimos tres partidos en el Santiago Bernabéu. El brasileño suplió a Di María mediado en segundo tiempo y fue el primer cambio de Mourinho. El mensaje era claro: Kaká, es tu hora.

El que fuera Balón de Oro en 2007, primer fichaje de la segunda era de Florentino, defraudó no sólo a Mourinho sino también a todo el madridismo. A pesar de que la grada fue paciente con el mediapunta, la sensación de impotencia que trasmitía Kaká cada vez que cogía un balón e intentaba driblar a los rivales del Bayern en una de esas jugadas en las que hace años imponía su zancada acabó por desesperar al público. La pitada fue audible, aunque mucho más leve de lo que se merecía Kaká. Le salvó la importancia del partido y la dificultad de la situación, si no se habría llevado una pitada histórica.

Adiós Kaká

Kaká culminó su nefasto partido fallando un lanzamiento desde el punto de penalti, la suerte que tan bien maneja -era el encargado de tirar las penas máximas en la temporada de Pellegrini-, por algo era el primer tirador tanto en el Milan como en la selección brasileña. No fue la noche del brasileño, más bien todo lo contrario.

A la vista de su estado físico, se comprende perfectamente que José Mourinho no lo utilizara ni un solo minuto en los tres últimos partidos (Sporting, Múnich y Barcelona), ya que el brasileño demostró una lentitud desesperante, además de una sucesión de malas elecciones en los metros finales.

A Kaká sólo le queda disputar los cuatro partidos que restan de Liga con el Real Madrid y esperar que llegue el verano. Será entonces el momento en el que el brasileño deshoje la margarita de su futuro, que estará a buen seguro muy lejos del Bernabéu. Puede ser en Londres... o en París.