Fuera capuchas de la U. de A. La foto que circula en las redes sociales del instante en que cae un agente de Policía, con su pierna mutilada, no sólo impacta dolorosamente sino que muestra a las claras la salvajada vivida el miércoles en la Universidad de Antioquia.
Las acciones registradas recibieron tal rechazo en las redes sociales, por parte de los estudiantes, de la Universidad y de la sociedad en general, que el tema #capuchos y #udea marcaron tendencia en Twitter.
También los rectores de las instituciones públicas de educación superior de Medellín y Antioquia expidieron una declaración conjunta en la cual rodean de manera solidaria al Alma Máter.
A ellos se han sumado numerosas voces de repudio por los hechos vandálicos protagonizados por unos 70 encapuchados, que protestaban por una cumbre presidencial que ya pasó, y que, en resumidas cuentas, nada cambió.
Desde el mismo momento en que se registraban los disturbios, el Gobernador Sergio Fajardo reclamó de nuevo por un debate pacífico y sin capuchas.
Lo que más asombra de todo esto es que la vida y el futuro de 34 mil estudiantes universitarios y el mismo destino de la U. de A., como el mayor centro formador del Departamento, esté en manos de unos cuantos irracionales. "Capuchos" cobardes que no tienen claro ni por qué protestan y que ni siquiera tienen conciencia de que sus actos lo único que logran es el repudio de la sociedad y deslegitimar el movimiento estudiantil.
De lo vacío de sus argumentos hablan sus actos. De ahí que se promueva un movimiento en las redes sociales para rechazar a los encapuchados. Y desde el seno del Alma Máter se levanta un sonoro No Más para blindar la Universidad y frenar el salvajismo y la insensatez.
Los actos del miércoles, entre ellos la lamentable lesión ocasionada a un uniformado, de 26 años, no pueden quedar en la impunidad.
Con las papas bomba con metralla y extintores convertidos en cargas explosivas no solo atacaron a la Policía, sino que la misma comunidad universitaria quedó de nuevo en medio del enfrentamiento.
Con las primeras explosiones, estudiantes, profesores, empleados y visitantes de la U. de A., querían evacuar el claustro, pero los encapuchados bloquearon las porterías.
Está visto que la vigilancia privada resulta impotente frente al salvajismo, y quienes pretenden que la Fuerza Pública se ausente de la Universidad lo hacen con el objetivo de que sean los terroristas los que impongan su ley, que favorece el negocio del narcotráfico y otras actividades ilegales dentro del claustro universitario.
Por eso respaldamos la decisión del Gobernador de ordenar el ingreso de la Fuerza Pública cuantas veces sea necesario para imponer el orden, acorde con su propósito de convertir la educación -no la ilegalidad ni la permisividad- en el eje de su gestión.
La autonomía universitaria se preserva en la medida en que el libre pensamiento, la investigación, el debate académico, la ciencia y las humanidades conservan su vigencia, como esencia misional del Alma Máter.
Pero tal autonomía no puede ser una excusa para que la violencia se enseñoree del campus universitario e impida estudiar a quienes sí quieren hacerlo, con libertad y seguridad.