Primer escándalo en el fútbol colombiano
Por: Ricardo Ávila Palacios
En los Juegos Nacionales de 1928 un penalti contra el Cali, decretado por el gerente de la Tropical Oil Company llenó de ira a los aficionados, quienes atacaron a los jugadores bogotanos. Con su luto a cuestas, Santa Marta se coronó campeón.
El preámbulo de la Navidad colombiana de 1928 quedó manchado de sangre. El miércoles 5 de diciembre Ciénaga (Magdalena) fue escenario de una auténtica cacería de obreros. Ese día, los asesinos auspiciados por el gobierno Conservador de Miguel Abadía Méndez, y dirigidos por el general Cortés Vargas, pusieron fin a la huelga de los trabajadores de la United Fruit Company, poderoso monopolio del banano en América Latina que operaba en una basta región del Magdalena.
Según noticias de la época, los muertos ascendieron al centenar. Algunos historiadores calculan que la masacre rondó las mil víctimas que, en Cien Años de Soledad, la novela de Gabriel García Márquez, ascienden a tres mil cadáveres “que tenían la misma temperatura del yeso de otoño, y su misma consistencia de espuma petrificada”.
Como consecuencia inmediata, la denominada masacre de las bananeras precipitó la caída de la hegemonía conservadora que ostentó el poder durante 30 años ininterrumpidos, período que fue denominado como la república conservadora.
El escándalo
Mientras los dolientes aún lloraban la ignominia sobre las tumbas de sus muertos, menos de un mes después, a más de 800 kilómetros del escenario de la matanza, y en medio de su doloroso luto, un puñado de samarios tuvo fortaleza para participar en la alborada del deporte colombiano que tuvo a Cali como sede de los Primeros Juegos Nacionales.
Acalladas las bayonetas asesinas, 25 mil espectadores presenciaron, en la calurosa tarde del martes primero de enero de 1929, en el estadio de Versalles, lo que sería el primer escándalo del fútbol colombiano en momentos en que aún estaba lejano el nacimiento del profesionalismo de ese deporte en Colombia.
Previo al partido, Antonio Cesar Gaitán, enviado especial de El Tiempo, había alertado en una de sus notas —el 30 de diciembre de 1928— sobre los temores que existían de que se presentaran alteraciones en el orden público: “La partida entre Técnico Bogotá y Cali será, sin duda, el acontecimiento más sensacional de esta olimpiada. El regionalismo se ha despertado en todas sus fases. Témense para ese día serios disturbios ( ...). El Comité Olímpico pide al Gobernador, vigilancia para el campo”.
El controvertido duelo corresponde a la segunda vuelta de ganadores, en un torneo que no permitía los empates, por lo que era obligatorio jugar un segundo encuentro cuando ello sucedía.
La piedra del escándalo se originó cuando el árbitro del cotejo, mr. R. Stapleton, quien según publicaciones de la época era el gerente de la Tropical Oil Co., señaló el punto de la pena máxima al minuto 88, en una decisión que favorecía al Técnico de Bogotá que ya ganaba 1-0 a los caleños.
Eran las 5:20 minutos cuando Rafael Vernaza (del Técnico) chocó su humanidad contra Goeta (arquero del Cali). A partir de ahí todo fue caos y confusión. La prensa bogotana informó que Vernaza fue pisoteado y pateado por los jugadores caleños, razón que obligó al árbitro a castigar al Cali con un penalti. El público protesta ruidosamente y dirige frases rudas contra Stapleton. Al sonar el pito, Goeta, en señal de protesta, se retira de la portería y le facilita a Estéban convertir el segundo gol visitante.
Invasión de la cancha
Enseguida algunos aficionados enfurecidos, en tiempos en que no existían las barras bravas, invadieron la cancha y atacaron a los bogotanos. Esta vez las bayonetas del ejército al parecer fueron usadas con eficiencia, evitando lo que pudo ser una tragedia.
La derrota del equipo local produjo desconsuelo en la prensa caleña y la polémica se trasladó a los principales medios escritos que registraron los hechos, cada uno defendiendo su versión.
Correo del Cauca pidió anular el partido y calificó de sucio el juego de los bogotanos, acusando al árbitro de parcial. El Diario del Pacífico, también partidario de la nulidad, porque el penalti nunca existió, culpó de lo sucedido a Rafael Vernaza, del onceno visitante, “por jugar en la actuales olimpiadas como capitán de un equipo bogotano después de haber formado parte del once del Valle”. A esto, el enviado especial de El Espectador, Ezequiel Perdomo, respondió: “No queremos hacer una defensa del señor Vernaza, pero creemos que una inculpación de esta naturaleza es injusta (…)”, y responsabilizó del escándalo al público, “que quizá no esté bien preparado para estos certámenes deportivos”. El periodista concluyó que fue legal la pena máxima.
El Técnico se retira
En protesta por el maltrato de los aficionados los jugadores del Técnico Bogotá se retiraron del campeonato, y el delegado del equipo, en carta dirigida al diario El Relator, de Cali, aceptó las manifestaciones de desagravio y destacó la imposibilidad de revocar la decisión de no continuar.
Sin embargo, el 7 de enero de 1929, ante la insistencia de algunos periodistas y dirigentes deportivos, aceptaron retornar a las competencias, pero el onceno de Barranquilla se opuso y echó a tierra las aspiraciones que por el título tenían los capitalinos.
Ante la falta de unanimidad, se acordó efectuar un juego fraternal de exhibición entre los dos equipos. El Relator ofreció la Copa Amistad para el ganador, que al final fue cedida por los jugadores caleños a sus colegas bogotanos, en un partido en el que se limaron asperezas y que terminó empatado sin goles.
Al final, mientras en Ciénaga y el departamento del Magdalena sus habitantes aún no calmaban su dolor por la masacre de las bananeras, el equipo samario lograba coronarse campeón de los Primeros Juegos Nacionales.
Después de casi 84 años nadie recuerda el anecdótico duelo. En cambio, de la masacre de las bananeras el país se apresta a conmemorar 85 años de historia de una ignominia que, muy a pesar de los descendientes de las víctimas de la masacre de las bananeras, recientemente fue reeditada por la misma United Fruit Company, hoy llamada Chiquita Brands, al aceptar que entre 1997 y 2004 pagó a los paramilitares $1,7 billones para que protegieran a sus empleados.
Pero, al igual que ocurrió con la masacre de las bananeras, el delito de Chiquita Brands también quedó impune: el pasado 28 de marzo un fiscal precluyó la investigación sobre esta alianza terrorista, según informó el portal lasillavacia.com.
Santa Marta, campeón
En los primeros Juegos Olímpicos Nacionales se practicaron seis disciplinas: fútbol, baloncesto, tenis, atletismo, ajedrez e hípica. En fútbol intervinieron 15 equipos. El primer juego, disputado el 21 de diciembre de 1928, correspondió al Barranquilla-Buenaventura, en el cual salieron vencedores los primeros por 4 goles a 0, con anotaciones de Víctor Mejía. El campeón, Santa Marta, ganó los primeros elogios al derrotar al equipo caleño 3-1, tras haber empatado el duelo de ida 0-0. En otros juegos, el Santa Marta derrotó 1-0 al Cúcuta, 2-0 al Barranquilla y empató 1-1 con el Medellín, cuyo resultado de vuelta no fue publicado. La goleada del torneo estuvo a cargo del Medicina de Bogotá, que apabulló 6-0 al Neiva. Le siguió la que el Cali le propinó al Bucaramanga, por 5-0.
La nómina del equipo campeón fue la siguiente: Welman; Sales, Barlisa; López, Granados, Martínez; Pimienta, Guerrero, Mier, Ponce y Martínez.
Fuente El espectador