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Antiguo 25-03-2012 , 15:00:27   #6
carlitosuy1
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carlitosuy1 el Usuariox esta entre el bien y el mal
  
Predeterminado Respuesta: Mi novia, mi suegra y yo..

- ¿Eh? ¿Por qué dices eso? -pregunté aturdido aún.
- Es que no paras de mirármela -dijo inocentemente la chica.
- Sí, me gusta mucho -acerté a decir, sin poder apartar la mirada de sus braguitas que permitían adivinar un pubis apenas sin vello, totalmente virgen.
- A mí también -admitió- Ha sido idea de la tía. No le gustaba mi camisón y me ha dicho que de momento podía ponerme esto, pero que mañana me iba a comprar otro más bonito.
- Así que te lo ha puesto tu tía... -empecé a decir pero en ese momento escuché a Maria que venía por el pasillo.
- ¿Marcos? te gustaría una taza de café -anunció desde la puerta.
Al verla no me sorprendió, tenia puesta el mismo camisón transparente, mi preferido- Creía que te ibas a sorprender -dijo Maria sonriendo- Por cierto, ¿has visto el camisón que lleva Marita? Vamos, levántate y enséñaselo a Marcos.
Marita estaba de lo más avergonzada. Se levantó, pero se quedó quieta y con la mirada fija en sus pies.
- Marita es un poco tímida -se disculpó Maria- Pero, como yo le he dicho, estamos en familia. ¿Verdad, Marcos?
- Claro -afirmé- Por supuesto.
- Bueno - Si piensas que a tu madre no le va a gustar el camisón que mañana te voy a regalar, no te preocupes. No tienes por qué enseñárselo, ese será nuestro secreto. Un secreto entre tía y sobrina. ¿Qué te parece?
- Un secreto... -repitió Marita en voz baja- De acuerdo.
- ¡Así me gusta! - -
Bueno, y ahora enséñale a Marcos cómo té queda el camisón, que todavía está esperando.
Un poco más convencida, comenzó a darse vuelta poco a poco. Sin que la chica se diera cuenta, Maria deslizó una mano por debajo de las sabanas y comenzó a masturbarme lentamente. Su cara reflejaba una excitación infernal que trataba de disimular por la presencia de su sobrina. Ella seguía dándose vuelta y por fin quedó de espaldas a nosotros.
- Ves le poco que le favorecía el otro camisón. ¿Te has fijado en el culito tan bonito que tiene mi sobrina? -dijo Maria y aceleró el vaivén de su mano.
Levantándose un poco la camiseta, Marita me brindó una perfecta panorámica de su culo, el cual seguía elogiando su amada tía. Sus diminutas braguitas estaban un poco metidas entre sus nalgas y Maria se dio cuenta.
- Cariño, sácate las braguitas del culito -le pidió.
Al ver cómo lo hacia estuve a punto de acabar. La paja que Maria me estaba propinando continuaba sin reducir la velocidad ni un solo instante, oculta por las sabanas. Se veía que le encantaba hacerlo, con una mezcla de lujuria y ternura conmovedora en su rostro y en los movimientos de su mano. Aunque la inocencia angelical de Mara calentaba mi pija tanto o más que la paja de su tía. Tenía el semen a punto de desbordar. Me di cuenta de que Maria se había llevado la otra mano a la entrepierna y la movía descontroladamente de un lado a otro.

- ¿Quieres que me quite la camiseta, tía? -preguntó tímidamente la chica.
- Claro, ¿por qué no? -asintió Maria- Al fin y al cabo estamos en familia.
Marita se sacó la camiseta por la cabeza sin dejar de girar lentamente, mostrándome todos los rincones de su joven e inexperto cuerpo.
- Mira Marcos, ya me están saliendo las tetas. ¿Te gustan? -me preguntó, dejándome completamente desarmado.
- Claro que le gustan -contestó Maria por mí- Anda, ven aquí y siéntate para que te las pueda ver mejor. ¿Sabes que Maritaa me las enseñó anoche? Le dije que aunque ahora son bonitas, cuando sea mayor van a ser aún mejores. Venga, deja que Marcos te las toqué como yo te dejo tocar las mías.
La chica se giró hacia mí, mostrándome aquel par de pequeños aunque sugerentes pechos. Acerqué lentamente mis manos a ellos y los acaricié lentamente, como si tuviera miedo de hacerles daño o de que se rompieran. Acariciar aquellas dos tetitas fue un lujo que le agradeceré a Maria toda la vida.
- ¿Sabes qué, Marcos? -prosiguió Maria- Anoche durmió conmigo y ¿a qué no sabes qué me pidió? Me dijo que le gustaría que le diera de mamar como cuando era un bebé. Le dije que yo ya no tengo leche, pero a ella no le importó y me las chupó igual...
- ¡Tía! -exclamó la niña poniéndose colorada por momentos- Me da vergüenza.
- No seas tonta, cariño -la tranquilizó Maria- Con Marcos no tienes que tener vergüenza, es como de la familia. A él le puedes decir qué es lo que te gusta, igual que a mí. ¿Y sabes por qué? Por que yo te quiero mucho.
- Yo también te quiero, Marcos -dijo la niña abrazándome y clavándome sus dos duritos pezones en el pecho.
- Ya... ya lo sé, cariño -logré decir mientras Maria se reía de mi rubor.
- Y Marita también quiere mucho a su tía Maria. ¿Sabes por qué, Marcos? -me preguntó sin darme tiempo a contestar- Porque sabe que cuando viene a esta casa puede pedirle a su tía todo lo que jamás le pediría a su madre. ¿No es así, pequeña?
- Sí, tía... -contestó y se quedó un momento dudando- De hecho, quiero pedirte algo... Si a Marcos le parece bien.
- A Marcos seguro que le parece bien -se me adelantó Maria y yo afirmé con la cabeza- ¿Ves? Ahora dime qué quieres, cariño.
- Me gustaría chupar tus tetas como anoche, tía -dijo con una inocencia imposible de creer.
- Claro, mi vida -aceptó Maria con una sonrisa- Y seguro que a Marcos le gustara ver cómo lo haces. Dirigiéndome una lujuriosa mirada invitó a su sobrina a que se sentase entre ella y yo. La chica obedeció a su tía y se metió en la cama, entre mis piernas, sin darse cuanta de que mi pija estaba completamente dura. Maria me la había dejado a punto de caramelo, hinchado y palpitante, faltando únicamente la estocada final que sin duda pronto llegaría. Mi corazón latía más rápido que nunca, no podía creer lo que estaba viviendo.
Maria se abrió el camisón y se quitó el sosten en cuestión de segundos con un hábil movimiento, dejando por primera vez ante mis asombrados ojos aquel par de perfectas tetas. Expertamente como hacen las madres con sus bebés, tomó una entre sus manos y ofreció un hinchado pezón a la hambrienta boca de su sobrina. Marita se prendió a él como un recién nacido, acomodándose en la cama y dejando su tierno culito a escasos centímetros de mi excitadísima pija.
Tan solo unos instantes después, la chica estaba mamando de una forma que me dejó sorprendido. Maria, por el contrario, parecía conocer bien a su sobrina, pues esperó sin moverse hasta que la chica cerró los ojos y cayó en un dulce éxtasis. Mara mamaba ahora más lentamente y Maria la arropó contra ella. Mirándome tiernamente, corrió las sábanas. Yo miraba a la chica que seguía chupando con los ojos cerrados, y que si no fuera por el imperceptible movimiento de sus labios se diría que estaba dormida.
Vi cómo Maria empezó a bajarle lentamente las braguitas y tomando mi pija nuevamente en sus manos, pasó la punta por el culito de su sobrina. Aquello me excitaba muchísimo y a Maria también, a juzgar por los suaves gemidos que salían de su boca. Al mismo tiempo que me masturbaba frotando mi miembro contra el culo de su sobrina, sus dedos acariciaban a este de arriba abajo, caricias que la chica aceptaba con tímidos gemidos y acomodándose aun más cerca de su tía, levantando el culito para facilitar el trabajo de su tía. Tanta excitación era demasiado para mí y Maria lo comprendió con una sonrisa. Aceleró los movimientos de sus manos y me hizo acabar sobre el culo de Marita. Ella no se dio ni cuenta, solo tenía sentidos para las tetas de su tía. Cuando acabaron de salir las últimas gotas de semen de mi pija hice ademán de apartarme, pero Maria me detuvo.
- Espera -me dijo en voz muy baja- Apóyala en el culo y deja que se te ponga blanda en medio de toda tu leche. Ya verás como te gusta mucho.
¿Que más regalos podía seguir ofreciéndome esa mujer? Acerqué mis labios a los suyos y la besé con una ternura que despertó en ella una sensualidad que se podía palpar en el aire. Mirándome a los ojos, pasó dos dedos por el culo de su sobrina y después de mojarlos en mi leche se los llevó a la boca para lamerlos uno a uno. Unas pequeñas gotas de semen resbalaron por su rostro, no le dije nada, sencillamente los atrape con mi lengua al besarla muy suavemente. Adoraba verla así.
- Por favor, saca un pañuelo de la mesita de noche y limpia todo este desastre -me pidió después de lamerse los dedos a conciencia- Voy a hacer que Clara salga de su trance y no me gustaría que lo viese.
Hice lo que me pedía, limpiando las sábanas, mi pija y el empapado culo de Marita.
. Cuando vio que todo estaba en orden, sonrió y empezó a mover suavemente el cuerpo de su sobrina.
- Mara... Mara... -la llamó en voz baja- ¿Qué te parece si sigues más tarde?
- ¡Tía...! -protestó la chica apartando la boca unos centímetros de la teta de su tía.
- Vamos... Si quieres esta noche puedes dormir otra vez conmigo -intentó convencerla Maria.
- ¿De veras? Entonces, está bien... -aceptó por fin, apartándose definitivamente del hinchado pezón.
- Muy bien, cariño -le dijo su tía acariciándole la cara- ¿Y si me ayudas a hacer café mientras Marcos vuelve a calentar el desayuno que ya debe estar frío?
- ¡Claro! -exclamó la niña entusiasmada.
- Muy bien, pues ve yendo al baño por la ropa sucia que ahora mismo voy yo y te ayudo -le pidió dándole un beso en la frente.

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