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Antiguo 25-03-2012 , 14:58:29   #3
carlitosuy1
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carlitosuy1 el Usuariox esta entre el bien y el mal
  
Predeterminado Respuesta: Mi novia, mi suegra y yo..

- Sí mama, estoy bien -respondió esta con voz cansada.
- Pareces acalorada -concluyó- Voy a sacarte una manta para que no tengas frío.
Abrió el armario y sacó una gruesa manta con la que tapó cuidadosamente a su hija. Mirándome, la arropó con dulzura y la hizo tenderse de costado para que descansase mejor. Al tumbarse de lado, quedaron a la vista los restos de leche en la almohada y en el pelo de Andrea. Pasó un dedo por una de las manchas más grandes y extrañada miró el semen que se le había quedado adherido a él. Luego levantó la vista hacia mí.
- Que descanses, cariño -le dijo a Andrea pero sin dejar de mirarme fijamente- Buenas noches.
Me despedí de Andrea dándole un beso en la frente y salí detrás de Maria, cerrando con cuidado la puerta de la habitación. Al darme la vuelta, la encontré esperándome.
- Hasta mañana, Marcos. Tengo que levantarme temprano, así que me voy a dormir. Buenas noches -dijo y acercándose, me dio un dulce beso en la mejilla.
A la mañana siguiente me despertaron los ruidos que hacía preparándose para ir a trabajar. La vi cruzar por el pasillo a medio vestir, con una preciosa blusa blanca de seda y una de esas braguitas en que la tela se ajusta a todas las formas de una mujer y la hace más deseable, como si estuviese desnuda. Se estaba exhibiendo ante la puerta de mi cuarto, pasando una y otra vez y haciendo ruido descaradamente para despertarme. Así pues, decidí que yo también le daría su ración de espectáculo antes de que se fuese. Corrí las sabanas dejando parte de mis calzoncillos a la vista, y con la pija caliente y parada, tanto que sobresalía la punta por un lado. Enrosqué las sabanas a mis piernas como si hubiese tenido un sueño, erótico por supuesto, y fingí que dormía. Ahora solo tenía que esperar a que volviese a pasar y se fijase en mí. No tuve que esperar demasiado.
Escuché sus suaves pasos entrar en la habitación y detenerse a mi lado. Noté cómo se sentaba en la cama, con cuidado para no despertarme. Sentía su mirada fija en mis calzoncillos. Estuvo un momento así, pero de repente se levantó con cuidado y empezó a andar hacia la puerta. Ya pensaba que iba a salir, cuando se detuvo en seco. Abrí levemente un ojo para ver qué hacía. La vi allí de pie, indecisa al lado de la puerta. Llevaba puesta una falda larga que ocultaba las preciosas braguitas que antes había podido admirar. Por fin se decidió y volvió a sentarse a mi lado. Me miraba los calzoncillos fijamente y la punta de la pija que asomaba por un lado.
- ¿Marcos? -preguntó suavemente.
Yo no contesté para demostrarle que estaba profundamente dormido.
- ¿Marcos? -repitió en voz un poco más alta.
Vi cómo miraba hacia el pasillo, nerviosa por si aparecía su hija y la encontraba sentada en la cama de su novio, hablándole mientras dormía. En verdad que era una situación bastante extraña.
- ¿Marcos? -llamó nuevamente como para asegurarse de que estaba dormido realmente.
Lo que hizo a continuación siempre lo recordaré, aún hoy me cuesta creer que no fue un sueño. Se llevó dos dedos a la boca y los mojó, llenándolos de saliva. A continuación dirigió su mano hacia mi pija y pasó los húmedos dedos suavemente, con miedo, por la punta que asomaba al exterior. La rozó dejando un reguero de saliva por donde pasaban, como lubricándola. Para ese entonces, yo estaba muy excitado y mi pija sobresalía mucho más que antes. Repitió este movimiento llevándose los dedos a la boca una vez más, pero esta vez acompañó esta acción con otra todavía más excitante.

Con la mano izquierda se levantó la falda por encima de las rodillas, apartó sus bragas y metió su otra mano debajo de ellas. Podía ver todos sus movimientos y la expresión afiebrada de su rostro. Por fin, sacó la mano de allí, se llevó los dedos a la nariz y olió el suave aroma que sin duda había quedado prendido en ellos. A continuación pasó esos mismos dedos, empapados en sus jugos, nuevamente por la punta. Bajó el prepucio lentamente con dos de ellos y luego, sin soltarlo, volvió a subirlo. Mientras repetía esto una y otra vez, su otra mano seguía debajo de su falda, sin duda acariciando su sexo. Aquellos lentos y suaves movimientos sobre mi prepucio acabaron haciéndose insoportables. Creo que ella se dio cuenta de lo poco que faltaba para que me corriese, porque puso su otra mano en el momento justo en que lo hacía, recibiendo tres potentes lechazos en la palma de su mano. Inmediatamente se levantó y salió de la habitación.
A pesar de haber acabado, estaba tan caliente que no pude evitar masturbarme con furia reviviendo lo que acababa de pasar, acabe nuevamente, esta vez en menos cantidad y con menos placer que unos minutos atrás. Me tendí exhausto sobre la cama, pensando en las posibilidades que se abrían ante mí.
- Marcos... Despiértate que me voy -escuché la voz de Maria gritándome desde de la cocina.
Me arreglé el pantalón del pijama, que todavía llevaba un poco bajado, y salí rápidamente a la cocina. Quería verla antes de que se fuese.
- Hola, buenos días -me dijo alegremente.
- Buenos días -contesté con fingida voz de sueño.
- Espero que lo sean -me contestó- Acuérdate que hemos quedado encontrarnos en el centro, a la salida de la oficina. Vamos a ir al cine esta noche, ¿no te acuerdas? No vengan tarde, ¿eh? Hasta luego.
Y con una extraña mirada atrás, salió de la cocina dejándome solo. Como llegamos con tiempo al centro, pudimos pasear un poco hasta que se hiciera la hora de ir a buscar a Maria. Al acercarse la hora del encuentro, fuimos caminando lentamente observando algunas vidrieras. Al llegar al enorme edificio donde trabajaba nos estaba esperando en la puerta. Llevaba puesta la misma falda blanca de nuestra 'aventura' matinal. Caminamos unas manzanas hasta la zona de los cines. El sol de la tarde iba cayendo ya entre los edificios, transparentando con su tenue luz la tela de la falda de Maria. Eso me permitía apreciar con todo lujo de detalles el contorno de sus preciosas piernas y el comienzo de sus bragas blancas.
Vimos tranquilamente la película, sin que pasase nada importante. Cuando salimos, nos fuimos a tomar un trago, comentamos la película y salimos para la estación de tren. Al llegar nos encontramos que habían cancelado dos trenes por una huelga y la estación estaba atestada de gente esperando el próximo. En los andenes no había mas espacio.
Por fin llegó el tan esperado tren y logramos ascender no sin esfuerzos y a base de empujones. Una vez dentro tuvimos que esperar media hora más y cuando ya por fin nos poníamos en marcha, se apagó la luz del vagón por una avería de la que el conductor nos advirtió dejándonos en la más completa oscuridad. Después de tanto empujón, habíamos acabado cerca de la puerta que comunicaba con el vagón contiguo. Cuando mi vista se acostumbró a la oscuridad pude ver a duras penas que Maria estaba delante de mí abrazando a Andrea, como protegiéndola de los empujones que todo el mundo daba. No habíamos pasado siquiera ni la primera estación cuando un repentino frenazo me obligó a apoyar una mano en su cintura.
- ¿Eres tú, Marcos? - preguntaba Maria.
- Sí, soy yo -le contesté- ¿Cómo están?
- Yo bien y Andrea está aquí conmigo, un poco apretada entre toda esta gente y cayéndose de sueño -me dijo.
Bajo el amparo de la oscuridad fui apoyándome poco a poco en el precioso culo de la madre de Andrea. El contacto de mi miembro sobre su culo era ya evidente pero ella no decía ni una palabra, cosa que me animó a seguir un poco más. En la segunda parada subió aún más gente y tuve que apretarme todavía más a ella. La situación hubiese sido muy embarazosa si Maria se hubiese quejado de mi proximidad, pero como no decía nada yo seguía excitándome cada vez más.

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