Tengo que decir que trabajo de vendedor y por ello me desplazo bastante por toda la zona costera.
Era un jueves por la tarde, serían sobre las 14.30, recién comido, estaba tomando el peaje de la Autopista cerca del Delta del Ebro.
Era un día de principios de verano bastante nublado, y como casi siempre en esa zona sopla mucho viento. Delante de mi coche, parado para recoger el ticket había un Mercedes familiar, su conductora luchaba desde su asiento para poder llegar al inalcanzable papelito. Finalmente se desabrochó el cinturón de seguridad para así poder llegar más fácilmente, pero entonces una bendita racha de viento hizo volar por los aires el ticket, acabando milagrosamente sobre la luna delantera de mi coche.
Yo rápidamente, y para evitar que saliera volando, salí de mi vehiculo y lo atrapé entre mis manos, sin darme cuenta que la conductora del Mercedes, había salido para ir a buscarlo.
Ante mi apareció ella, una mujer que rondaría los 40 años, era morena, con el pelo rizado, con muchas curvas. Llevaba puesto un traje gris claro, compuesto por falda y chaqueta, una blusa blanca de botones y zapatos negros de tacón.
Yo me quedé mirándola con cara de tonto al comprobar su belleza.
No era una chica escultural, pero si me atrajo de ella su forma de caminar, su forma de vestir. Era una mujer atractiva a la vista, de esas que todos los hombres nos giramos al verla pasar.
Ella al alargar la mano para recuperar el fastidioso ticket, no pudo evitar sonreír pícaramente al ver mi cara.
Simplemente me dio las gracias y rápidamente volvió a su coche para descongestionar la inevitable cola que en apenas unos segundos se había producido.
Después de coger yo mi ticket, me incorporé a la autopista y a los pocos segundos apareció ante mi el Mercedes de ella, poco a poco me fui acercando, observando que en la matricula trasera ponía la propaganda del concesionario donde habría comprado el vehiculo. Rápidamente pasó por mi mente que teníamos un largo camino que recorrer juntos, ya que era de una localidad muy próxima a la mía.
Con este pensamiento en mi cabeza, poco a poco la fui adelantando, no pudiendo evitar girarme a mirarla cuando nuestros coches estaban a la misma altura. Intercambiamos una sonrisa y yo levanté la mano en señal de saludo.
Por su forma de vestir, su coche, la sillita de niño que llevaba en el asiento trasero, pensé que sería una mujer casada, que también trabajaba fuera y empecé a pensar la manera en poder disfrutar de su cuerpo que tanto me había gustado.
Yo circulaba unos pocos metros por delante de ella, a través del retrovisor podía ver su cara y al mismo tiempo empezaba a tener una erección considerable al imaginarme besándola y chupando sus increíbles pechos.
Decidí arriesgarme, y rápidamente saqué de la carpeta que llevaba a mi lado un folio y con un rotulador permanente que tenía a mano puse lo más grande que pude mi teléfono bajo de: “¿FOLLAMOS?”, estuve unos minutos pensando si le ponía: Follamos?, Tomamos un café?, Hablamos?, pero realmente, no me apetecía perder el tiempo. A mi me gusta ser directo, algunas veces en otras situaciones, me había funcionado, pero la verdad es que muy pocas.
Una vez terminado de rotular el folio, reducí mi velocidad considerablemente para que ella me volviera a adelantar. Afortunadamente, no había mucho tráfico en ese momento, y nuestras maniobras no supusieron ningún peligro para nadie.
Poco a poco se fue acercando, y en el momento que puso el intermitente, yo pegué el folio a la ventana.
El pulso me iba a mil por hora, esperaba que me enseñara su dedo corazón en señal de: ¡Que te den por culo¡