Iniciado por Heráclito  No es que Colombia haya jugado el partido de su vida, ni que México sea un fiasco. Aterricemos las cosas.
Lo primero que sorprende es que Pekerman, del que se desconfiaba por su poco tiempo al mando de la selección, conoce muy bien a sus jugadores y sabe sacarles provecho.
Cada jugador cumplió bien su funcion en el campo y quizás fue Zúñiga el lunar por sui falta de oficio como lateral en su equipo. En el primer tiempo se le notó incómodo, pero mejoró en el segundo.
Notables los cambios por lo mismo. Cada jugador que introdujo al campo no desordenó su esquema. El equipo siguió funcionando, potenciando lo que se quería.
Un descubrimiento interesante fue Cuadrado. Explosivo en el medio campo, con estupendo manejo de balón, juego alegre, desenfadado, una pesadilla. En Barranquilla el novato Álvarez prefirió dejarlo en la banca los dos partidos y alinear a Vallejo.
Partidazo de Dorlan Pabón, jugando a placer, con su pegada mortífera y Falcao, como siempre, ahí, donde es un depredador, en el área, oportunista, preciso para anotar.
Pekerman barajó de nuevo pero con las mismas cartas. La diferencia fue un esquema ordenado pero sin la rigidez del Bolillo, dando espacio para la iniciativa, con rotaciones en el medio campo interesantes.
En los primeros diez minutos del segundo tiempo perdió el rumbo Colombia, como si tuviera en su ADN lo que siempre le han metido, anotar y defenderse, se echó atrás y México adelantó sus líneas.
Le tocó a Pekerman mandar a su asistente a un extremo del campo, mientras él hacía lo propio en otro, para decirle al equipo que volviera a recuperar el balón, que gozara con él, que tocara y volviera a acorralar al rival.
Y así lo hizo y regresó la fiesta al equipo colombiano. Todos se afinaron, incluyendo los centrales Aquivaldo y Perea, también Zúñiga, y de nuevo James volvió con sus pases mágicos. Qué calidad.
Un pase a Armero por la izquierda como un bisturí que razgó la defensa
y un centro mortal que aprovechó Cuadrado con su velocidad de vértigo para dejar sin opción al protero mexicano.
Ganó con autoridad, sin pasar apuros, quizás sólo uno cuando un exceso de individualismo del Chicharito pudo haber terminado en gol. Se vio un equipo ordenado, pero sin rigidez, alegre, descomplicado.
Hay que afinar, acoplar más, corregir errores, pero queda ese delicioso sabor del buen vino en las papilas. Hay que madurarlo, pero tenemos entrenador. Sabe lo que hace y más no se puede pedir.
Sólo una cosa más. Dejémoslo que siga trabajando.
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